“Hay 37,000 hectáreas que están
aseguradas en la región que comprenden los estados de Coahuila, Durango y
Zacatecas, mientras que hay cerca de un millón de hectáreas que no tienen
ninguna cobertura contra fenómenos climáticos u otras perdidas de la cosecha”.
Alberto José Canseco. Director
General de AGROSEMEX
La
acumulación de violencia gradualmente ha venido derramando el veneno de la
descomposición social, económica y política del país, cual escorpión ha dado
cuenta de múltiples muertes en este territorio que se encuentra sitiado como si
fuera casa de espejos, que reproduce el horror de las imágenes sin poder
encontrar salida.
El
origen de este fenómeno es precolonial y así evoluciona a un México que no
desea ver su rostro enrojecido de sangre, a lo largo y ancho de su sitial.
Por
innecesario no realizamos un recorrido histórico como civilización de nuestro
culto a la muerte y a la integración antropológica de una sociedad a la que ya
nada le es extraño, huele a fosas mortales, a gritos, a reclamos ancestrales, a
marginados, a pobreza y a hambre de todo, principalmente de justicia y de
alimento.
La
configuración piramidal del poder político hace que los pocos decidan por los
muchos, nos hemos acostumbrado a la mentira, a partidos políticos que tienen
como negocio muy rentable la práctica verbal de promesas jamás cumplidas.
¿Cómo
se llama esta descomposición?. Tiene muchos nombres y caras rasgadas por heridas
profundas producidas en múltiples batallas; para algunos se denomina
presidencialismo, para otros burocracia, para los más marginalidad, 1968, los
halcones de 1971, devaluaciones, EZLN, Aguas Blancas, guerrilla, Liga Comunista
23 de septiembre y ya en épocas más recientes se le denomina gobernadores
enriquecidos, endeudados, absolutos como si fueran monarcas, otros les llaman
autodefensas, la Tuta, los capos, el tráfico de armas, narcotráfico, impunidad,
corrupción, Tlataya, San Fernando, inmigrantes, expulsados económicos,
hidroarsenicismo, criminalidad negra, gasto público no comprobado, diputados y
senadores además de magistrados y presidentes municipales corruptos y asesinos,
CNTE, porros del IPN, marchas estudiantiles, fracking, gas lutita, minas contaminadas,
cupos negociados por grandes cantidades de dinero para empresas billonarias,
fondos perdidos, ignorancia, PRI, PAN, PRD, autos chuecos, falsificadores de
placas, cargas fiscales injustas, musulmanes fundamentalistas agitando Chiapas,
San Juanico, explotaciones y fugas de gas, recomendados y abuso del poder entre
otras denominaciones.
¿Cómo
podemos denominarles a estos escorpiones que matan y asesinan a cada instante?,
los mencionados son algunos de sus tantas facetas criminales. ¿Qué podemos hacer?
si para el dictador Porfirio Díaz solo fue suficiente perder una batalla en
ciudad Juárez para renunciar y dejar el poder que había ocupado durante treinta
años, para abordar el Ipiranga y autoexiliarse en Francia.
Las
acciones son letales, porque se han ubicado en el fondo de los hechos y es que
toda la sociedad mexicana se encuentra en el centro del remolino, somos
víctimas y victimarios, más los comentarios de café, el negocito oficial por
debajo del escritorio y los medios de comunicación que entre más alarman más
venden y las redes sociales actuando día y noche, todos estamos insertos en
esta crítica situación colectiva.
Cerros
de oro y dólares se acumulan por unos cuantos versus el hambre y las
necesidades de más de sesenta millones de mexicanos parias y desnutridos.
Tengamos cuidado, hay un clima de tensión colectiva que se confunde por el
juego de cifras intersexenales, compitiendo por la cantidad de muertos y
delitos cometidos anunciados por las dependencias responsables de lo
mencionado.
Ellos
compiten entre sí son menos o más los crímenes cometidos en los sexenios
panistas que en el actual encabezado por el PRI, todos los días encuentran
nuevas excusas para los asesinatos del ejército y de las fuerzas policíacas; lo
que deben hacer es tranquilizarse porque la crisis es colectiva y no es
reciente.
Todo
lo anterior sucede en México, en el país de Superman, en la sufrida Latinoamérica
en Europa, África y Asia; vivimos un mundo captado por la neurosis colectiva;
así la iglesia católica ya no es referente moral de la comunidad, los
pederastas se encargaron de quitarle esa calidad. Adicionalmente vivimos un
mundo donde se han legalizado los
matrimonios de homosexuales y lesbianas, se admite la comercialización de la
marihuana y el aborto ya no es visto como un crimen, sino como una forma
civilizada sobre la autodeterminación del cuerpo humano.
El
punto central de la desigualdad lo ha expresado Thomas Piketty en su libro
“Capital” donde expresa que el dinero se reproduce con celeridad y quienes lo
tienen lo multiplican geométricamente.
El
reto es la generación de riqueza colectiva con la participación armónica de
empresarios y trabajadores, lo cual en las actuales circunstancias es altamente
improbable, pero tenemos que probarlo y no debemos claudicar ante las diferentes
alternativas que la innovación y el cambio nos presentan. Tenemos que hacer
posible el sueño de que convivan lobos y corderos, si esto no sucediera
entonces debemos pensar que Roma está a punto de incendiarse; y si esto no
sucede ya no habremos más que recordar lo que fue la Capilla Sixtina, el David
de Miguel Ángel y La República de Platón, que fue ideada como una forma de
coexistencia pacífica en la sociedad de su tiempo de la cual somos herederos,
si no cambiamos el Averno descrito por Dante de Alighieri en la Divina Comedia
será un pálido retrato de lo que nos puede suceder más temprano que tarde.
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