Buscar este blog

1 de agosto de 2017

La democracia en México no está “en pañales”, pues no ha nacido

“Del Pueblo, para el pueblo, por el pueblo” son las características que deben de reunir los gobiernos democráticos para que se les considere como tales, idea por lo que coincido con Jesús Máximo Moreno Mejía cuando señala que la democracia en México no “está en pañales”, pues ni siquiera ha nacido. El sistema de gobierno en nuestro país es sui generis pues no se le puede considerar totalmente como una dictadura, mucho menos como una democracia, se puede afirmar aunque resulte una contradicción que se trata de una “dictablanda” tal como se le ha motejado desde hace varios años. Chuy en otra etapa de su vida destacó como reportero de El Siglo de Torreón, en la actualidad se encuentra vigente como comunicador por su participación en varios medios escritos y electrónicos, medios de los que tengo el honor de formar parte. El artículo que comparto se escribió en el reciente mes de julio.  
La democracia es… el
 dominio del poderoso.
Parodiando a
George Clemenceau

Enrique Krauze Kleinbort, historiador y escritor liberal mexicano, se propuso hacer un análisis de la democracia que hoy vivimos, y concluyó afirmando: “la convicción democrática (del ciudadano) se mide en las reacciones frente a los fenómenos dictatoriales”.
Brevemente, recordemos que la palabra democracia proviene de la antigua Grecia, que significa “el gobierno del pueblo”, y dentro de las múltiples definiciones que existen, está la siguiente: “Sistema político que defiende la soberanía del pueblo a elegir y controlar a sus gobernantes”.
Indudablemente, la democracia es una forma de organización social que en la mayor parte del mundo occidental se ejerce (incluyendo los países donde aún conservan el reinado), pero cada nación lo hace de manera diferente.
Hay naciones que se distinguen por tener una relativa democracia, y para ello se le identifica a ese tipo de organización social como Democracia Directa o Pura (sin llegar a ser utópica), pues su soberanía reside directamente en los dictados de la ciudadanía.
En cambio, existen otros países donde la democracia es dictatorial pues la ejerce la clase dominante: militares, políticos, plutócratas o tiranos apoyados por los anteriores, que actúan en provecho propio o de un sistema.
En consecuencia, para estas naciones resulta una falacia la definición antes mencionada, pues dichos sistemas políticos no procuran que la soberanía resida en el pueblo sino en el sistema que ejerce el poder, como ocurre en México.
En América Latina la mayoría de los países han tenido regímenes tiránicos, si bien el pueblo busca, y siguen procurando, lograr una auténtica democracia, esgrimiendo la consigna: “Con la democracia todo, contra la democracia nada”.
En nuestra Patria hemos padecido un mismo sistema de gobierno por décadas, incluso durante una supuesta alternancia de partido, pues se continuó transitando en la misma dirección política de siempre.
No obstante, se ha luchando por llegar a tener una auténtica democracia, pero de manera débil pues no se cuenta con el apoyo de la mayoría de nuestros compatriotas, que sufren de un hambre irremediable y se conforman con lo poco que les dan los políticos a cambio del voto a su favor en toda época de elecciones.
Este año hubo un proceso electoral en tres entidades federativas, Coahuila, Estado de México y Nayarit, y si bien hubo un ligero repunte de ciudadanos que acudieron a sufragar el sistema gobernante no permitió que las elecciones fueran del todo trasparentes, y por ello se judicializó el proceso.
Tenemos a la fecha un gobernador electo arropado por el Instituto Electoral de Coahuila (IEC), pero todavía “está en capilla” pues un grupo de candidatos opositores han argumentado que el triunfo de Miguel Ángel Riquelme Solís no es legítimo y para ello han recurrido a las instancias correspondientes en busca de la anulación del proceso electoral del 4 de junio.
Sin embargo, el sistema no está dispuesto a ceder terreno a los partidos de oposición ni a candidatos independientes, ya que siempre ha tenido en la mira mantener el poder desde el gobierno.
Ahora bien, han surgido voces de intelectuales, activistas e incluso políticos no dogmáticos y ex funcionarios electorales, que solicitan la renuncia del Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE), por haber demostrado carecer de independencia para organizar y conducir el proceso electoral de 2018, tomando como base las elecciones del 4 de junio pasado en el Estado de México (Edomex) y Coahuila, “por no haber sido limpias y transparentes”, y por tanto demandan la cancelación de las mismas.
La exigencia es encabezada por Emilio Álvarez Icaza Longoria, sociólogo mexicano, promotor de la democracia y la defensa de los derechos humanos, y apoyado por personajes tales como los analistas políticos Denise Dresser y Sergio Aguayo; el ex candidato presidencial Cuauhtémoc Cárdenas, el actor Daniel Giménez Cacho, el ex consejero electoral Alfredo Figueroa y los activistas Lucía Rojas, Marcela Rojas y Alfredo Lecona, entre otros.
Álvarez Icaza sostiene que el INE está secuestrado por los intereses del gobierno y los partidos políticos, y por lo tanto “la democracia vuelve a estar en riesgo como ocurrió en los comicios de 1988”. “Estamos frente a una de las crisis más importantes de la institucionalidad de la que tengamos memoria”, afirmó el ex ombudsman de la Ciudad de México.
Tomando en cuenta todo lo anterior, podemos concluir que la democracia en México no está “en pañales” como se ha venido repitiendo desde hace más de 100 años (bástenos recordar que fue Porfirio Díaz quien declaró a la prensa estadounidense, que los mexicanos no estaban preparados para ejercer la democracia y por ese motivo buscaba la reelección una vez más), sino que aún no ha nacido siquiera pues vivimos en un mismo sistema gubernamental que ignora la soberanía del pueblo para elegir y controlar a sus autoridades.
¿O usted que piensa, amable lector?
¡Hasta la próxima