Federico Berrueto Pruneda |
El
coahuilense Federico Berrueto Pruneda es junto con Liévano Sáenz el
principal responsable del Gabinete de Comunicación Estratégica considerada como la empresa encuestadora más importante del
país, Berrueto
es además uno de los comentaristas más lúcidos cuya columna Juego de
Espejos se publica en los medios impresos del Grupo Milenio. La presente entrega titulada El privilegio
de criticar es la más reciente de sus columnas y
me fue enviada por un amigo común para que la compartiera con los lectores del
blog.
Gobernar,
legislar, administrar o el activismo partidario padecen
un preocupante desprestigio. Son menos los que se salvan y no importa afinidad
ideológica o lugar de desempeño.
El ejercicio del
poder es una actividad a la que muchos aspiran por consideraciones nobles y no
tan nobles. En México existe una confusión básica entre administración y
política, causa de muchas de las insuficiencias del gobierno. La falta de
profesionalismo en el servicio público hace que se incurra en prepotencia,
discrecionalidad y ostentación. En el fondo hay un desdén para el ciudadano y a
la sociedad.
Gobernar,
legislar, administrar o el activismo partidario padecen un preocupante
desprestigio. Son menos los que se salvan y no importa afinidad partidaria o
lugar de desempeño. Todos parece que se entreveran
dos procesos: una sociedad indignada y con mayores argumentos de
auditoria como es el móvil del vecino difundiendo gráficamente la comisión de
un delito de un funcionario desviando recursos públicos y un inocultable
relajamiento de la disciplina.
Con el descuido
generalizado de las formas y de las conductas de los políticos es natural que
se cometan errores y se incurra en fallas, algunas de fondo otras de mera
estética. Lo mismo en la situación patrimonial, actividad social o en eventos privados.
Lo que provoca que la venganza pública se imponga al riguroso escrutinio. Unos
mal y otros igual; se impone el prejuicio y se dictan sentencias sumarias de
condena sin mediar razón ni medir consecuencia.
Javier Gándara Magaña, acusado de pagar con recursos públicos la renta de un avión suyo. |
Jorge Ramos es
un buen ejemplo. Ramos es un mexicano muy exitoso, objeto de singular
reconocimiento, a quien incluyen en un padrón de cien personalidades y
celebridades con más influencia en EU. En el ungimiento aprovecha para exigir la
renuncia de un dictador y de un presidente democráticamente electo. Resuelve
arrogarse heroicidad inexistente bajo la impunidad que ofrece su situación y
circunstancia, sin medir consecuencia para el país y para quienes lo habitan.
Sin duda Jorge ganó mucho, el país perdió, al denunciante le faltó grandeza, su
reclamo se vuelve arrebato con feo tufo golpista.
Sin duda, en
estos tiempos criticar es un cómodo privilegio. Lo es por la libertad que
existe y también porque los críticos a diferencia de los criticados no gozamos
de críticos que no sean disparates en la red, con frecuencia anónimos. Pocas
veces hay escrutinio del crítico, mérito de Ciro Gómez Leyva y compañía en su
programa radiofónico matutino y en su espacio periodístico; su auditorio y
lectores revelan que calidad no está
reñida con aceptación.
En realidad hay
una suerte de impunidad en los medios. En el peor de los casos el crítico encara alguna demanda civil, casi
siempre no existe restricción o límite alguno. Es bueno, aunque es malo. Es
bueno porque la libertad de expresión y la crítica al poder son fundamentales para que una
sociedad mejore y prospere; es malo
porque si prevalece la irresponsabilidad, superficialidad o falta de
rigor, tal libertad se envilece.
Así, no es problema
que Reforma o El Universal dediquen su primera plana para exhibir el gravísimo delito de que los candidatos a gobernador
del estado más grande del país utilicen aeronaves. Los medios participan de la
contienda por el voto y queda en su política editorial o en sus estándares de
ética o calidad, cómo asumir la causa a la que sirven. Por ello fue importante
que Ciro informara cómo le llegó la información del uso de la aeronave del
candidato del PAN, relevante no porque lo fuera, sino porque el mismo partido utilizó
a Reforma para una denuncia semejante.
El privilegio de
criticar llama a un mayor rigor y cuidado. Pero también transparencia. El anónimo
sano y obligado de mantener la reserva de las fuentes no debe ser carta abierta
a la filtración políticamente intencionada, de otra suerte el medio se vuelve
parte, lo que no es pecado, siempre y cuando se diga. El periodismo militante
también tiene su lugar en el espectro libertario, pero no es ético asumir
imparcialidad sin serlo y no transparentar el origen y sentido de la
información de impacto. Sí, es necesario, útil e indispensable el periodismo de
investigación, pero no es lo que con frecuencia ahora ocurre, incluso en temas
de delicada importancia. Lo que si existe es una disputa de intereses en la que
los medios y sus profesionales se vuelven parte y, en ocasiones, instrumento.
Sin embargo el
problema no está tanto en lo que se dice, sino en lo que se omite. Por esta
razón los anarcos en la red no pueden ganar por asalto la información y la
reflexión, desplazando al periodismo profesional, sino lo contrario, el
periodismo de calidad debe tomar espacio en la red como lo hacen con acierto un
amplio espectro de opciones, singularmente SDP Noticias, La Silla Rota, Animal
Político, Sin Embargo, El Universal, Reforma y muchas otras.
El privilegio de
criticar debe acompañarse de mayor responsabilidad y seriedad. No solo es
cuestión ética o estética, sino de interés propio y compartido, del periodista
y de los medios.
fberrueto@gmail.com Twitter: @Berrueto