Lydia Cacho. |
Periodista
que en los años recientes ha adquirido un gran relieve por su causa a favor de
las mujeres y en contra de la trata de blancas Lydia Cacho participa en numerosos medios impresos y de internet mexicanos,
el texto que presentamos enseguida es su columna Plan B y se publicó el reciente lunes 18 de noviembre en el periódico Vanguardia de Saltillo.
Esta
semana, como dicen las norteñas, vámonos enterando de quiénes son las madres de
la Revolución. Vamos mirando a nuestro alrededor, escuchando y admirando a las
que han hecho mucho por la patria y por las mujeres. Mi abuela decía que hay
que mirar atrás para entender que sin las mujeres no habría patria.
Leonor Villegas. |
Podemos
decir que les debemos buena parte de la emancipación de las mujeres a nuestras
antepasadas revolucionarias, maestras, empleadas, obreras, monjas, estudiantes
y campesinas; porque cuando se inició la lucha armada en la Revolución
Mexicana, e incluso en los albores de este movimiento, ya las mujeres se habían
convertido en protagonistas (aunque a algunos historiadores se les olvide).
Carmen Serdán. |
Las
mujeres revolucionarias pusieron el corazón en la contienda, plasmaron su voz
en los primeros periódicos y revistas femeninos, vistieron con enaguas a la
palabra patria, se cultivaron y fueron tocando la puerta de otras mujeres
invitándolas a participar en la lucha. Ellas, fueron co-creadoras de la prensa
clandestina, del movimiento anti-reeleccionista. En 1884 Laureana Wright creó
Violetas del Anahuac, la primera revista feminista mexicana. Luego Juana Belén
fundó Vésper combatiendo la dictadura de Porfirio Díaz. Julia Sánchez, lanzó El
Látigo Justiciero, donde criticaban ferozmente la oligarquía reinante en
México. También las mujeres, otrora amas de casa que sabían bordar punto de
cruz, tocar el piano y hacer moles de todos los colores, además de leer,
escribir e incluso hablar otros idiomas, se convirtieron en las intelectuales,
demostraron que la mujer busca su desarrollo, su libertad, su autonomía y es
corresponsable del porvenir de su país.
Elena Arizmendi. |
La
mujer no fue solo soldadera que cargaba las cananas y guisaba para los
soldados, aunque vergonzosamente eso enseñen en las escuelas del país. Fueron
miles quienes empuñaron las armas, al frente de batallones de soldados y
guerrilleros, derrotando hasta al Ejército federal de Porfirio Díaz y de
Victoriano Huerta. Fueron miles también quienes empuñaron las plumas para
escribir y las que organizaron círculos de mujeres para pensar en una
revolución incluyente y efectiva. Cómo olvidar a Elena Arizmendi y Leonor
Villegas de Magnón las fundadoras de la Cruz Blanca Constitucionalista, con las
enfermeras que estaban al frente de la batalla curando heridos y participando
de la guerra como informantes y para encontrar a los hijos desaparecidos de
familias desesperadas. La historia de Leonor fue genialmente novelada por
Mónica Lavín en su libro “Las Rebeldes” (ed.Grijalbo2011).
Laureana Wrigth. |
Y
las trabajadoras de Río Blanco, parte fundamental del movimiento obrero
mexicano, que junto con las participantes del Club Femenil Antirreeleccionista
Hijas de Cuauhtémoc, las hermanas Serdán, cambiaron la geografía política del
país. Y Josefa Espejo, la esposa de Emiliano Zapata que jugó un papel relevante
en sus estrategias y en la seguridad del héroe nacional (aunque casi nadie lo
sepa, ella fue indispensable en la fortaleza de Zapata).
Juana Belén. |
Estaba
también Rosa Bobadilla, “La Coronela” quien fue líder de la Liga de Comunidades
Agrarias; además de librar 169 batallas con su carabina 30-30 Rosa, por haber
quedado viuda y perder a sus dos hijos en la batalla, se dedicó a dar asilo a
las viudas de la Revolución y presionó para que los hijos e hijas de las viudas
jóvenes aprendieran a leer y escribir en Morelos de donde es oriunda y donde
murió.
También
se quitaron el mandil y salieron de la cocina las Constitucionalistas
Aguerridas, y las Socialistas del
Sureste: Elvia Carrillo Puerto, Consuelo Zavala, Rosa Torres y Beatriz Peniche,
por cierto primera regidora del Ayuntamiento de Mérida, Yucatán. Todas ellas
mujeres comunes de todas las clases sociales, que descubrieron la libertad de
expresión y lucharon porque sus hijas tuvieran una patria sana y respetuosa de
la condición femenina.
A
pesar de la guerra las mujeres siguieron participando en la cultura,
produciendo obras literarias, musicales y teatrales, sobre todo en un contexto
revolucionario nacionalista y popular, como Guadalupe Rivas Cacho, iniciadora
de la revista de sátira política en nuestro país (digamos que la precursora de
las actuales Reinas chulas), junto a Guadalupe estaban otras creadoras del
teatro político, como Celia Montalván y Rosa Navarro, quienes a pesar del
riesgo hacían montajes de sátira política en los que hablaban del machismo, la
desigualdad, los abusos del poder y el clasismo en México.
Esas revolucionarias de gran fortaleza,
inteligencia y valentía dejaron un legado para la libertad de expresión. Por
ellas hoy en día las mujeres podemos hacer periodismo, participar en la vida
política, e intelectual. Esa es la revolución silenciada en los medios en esta
semana de festejos.
@lydiacachosi