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13 de octubre de 2014
Aquí sigue
En contra de lo que declaran el gobernador Rubén Moreira
Valdez y el alcalde Miguel Ángel
Riquelme Solís
el mounstro de la violencia permanece en Torreón lo que quedó sobradamente evidenciado tras la captura de
Vicente Carrillo Fuentes pero además por el repunte de los homicidios dolosos,
los que no son únicamente el resultado de ajustes de cuentas entre cárteles
rivales, dice Juan Noé Fernández Andrade en su columna Sábado que semanalmente publica Milenio Diario Laguna.
Enlace: http://www.milenio.com/firmas/juan_noe_fernandez_andrade/sigue_18_388941103.html
Ni
el gobernador Rubén Moreira ni el alcalde Miguel Riquelme podrían haber
supuesto siquiera que en Torreón caería uno de los principales capos del narco.
La captura aquí de Vicente Carrillo Fuentes, uno de los históricos de la mafia
mexicana de presencia internacional, y buscado por todos lados con cuantiosa
recompensa de por medio, echa al suelo cualquier discurso de seguridad pública
en la ciudad y en la zona metropolitana lagunera. El monstruo aquí sigue. Los
últimos eventos criminales, por su forma, comprueban que la plaza es vital en
el modus operandi de los capos y que la posición geográfica de la comarca es el
punto de quiebre de esos grupos. Ficción o realidad, la Laguna es caldo de
cultivo en la materia. El que los medios de comunicación hayan sido silenciados
en el tema, no significaba que de veras el combate al crimen organizado haya
dado los resultados que la sociedad esperaba.
Los taxistas, ese gremio juzgado a diestra y siniestra, son quienes
verdaderamente le toman el pulso social a las ciudades. Cualquier día de la
semana platico con algunos de ellos y, solitos, acaban por coincidir en que la
violencia se mantiene y que por tal lado y tal otro de Torreón hay situaciones
que contradicen al gobierno, tan recurrente ahora a manejar hasta en décimas la
“baja” en los índices de asesinatos, secuestros, robos y asaltos. El hecho de
que las mismas autoridades encargadas del problema hayan decidido modificar sus
estrategias de combate al crimen, es aceptar que la violencia e inseguridad corretean
por la ciudad. Los patrullajes, los operativos, la incorporación de más
elementos supuestamente especializados, la permanencia de soldados y marinos,
de elementos federales, de estatales y municipales, en fin, todo el aparato
oficial aquí desplegado tendrá que rendir y buenos frutos. Piden, ellos, los
funcionarios públicos en materia de seguridad, que la ciudadanía denuncie. Pero
la gente no confía, está decepcionada de la corrupción, de la impunidad, de la
ineficiencia, de lo infructuoso de las políticas de prevención del delito, de
la lentísima reacción de las instancias ante los hechos de sangre. Mientras no
haya opciones reales de trabajo y educación, de políticas sociales de verdad
incluyentes y plurales, ni con el FBI de asesor podremos disminuir esos índices
negativos de inseguridad y violencia. Por enésima vez, y por los mismos, se
modificará la estrategia de combate al monstruo. ¿Qué quiere decir esto?
¿Reconocen que han hecho mal las cosas?
ferandra5@yahoo.com.mx
El desafío mayor para el país
El PRD hizo bien en
disculparse pero evidentemente, en Guerrero, lo mismo que en Michoacán, el
crimen influyó en la definición de los candidatos, en el desenlace de la
elección y en la conducta de los funcionarios ya en el ejercicio del poder.
Los cuentos de hadas
son más que reales: no porque nos digan que los dragones existen, sino porque
nos dicen que los dragones pueden ser derrotados: G.K. Chesterton
Por Liébano Sáenz
En
la evolución del sistema electoral, mucho es lo que se ha conseguido para que
los procesos se lleven a cabo con regularidad y orden. El objetivo prioritario
era lograr comicios justos. Sin embargo, los incidentes en Michoacán, Guerrero,
Querétaro y Guanajuato indican que una amenaza mayor se ha incubado: la
interferencia del crimen organizado. La situación exige una respuesta frontal y
contundente.
En
el pasado no muy lejano, lo que inquietaba era que los grupos criminales
violentaran las elecciones; esto es que hubiera incidentes delictivos que
alteraran la normalidad de la jornada. En el mismo sentido, preocupaba que los
candidatos y los partidos pudieran hacer proselitismo territorial con plena
libertad y sin correr riesgos. En ambas situaciones, el balance de los últimos
15 años es positivo, casi siempre con una participación electoral
satisfactoria.
El
problema que se identifica ahora es distinto, aunque muchísimo más grave. Es
evidente que el poder que representa el dinero del crimen está penetrando en
las campañas locales. El objetivo es controlar los órganos de seguridad de
ayuntamientos y gobiernos estatales, imponiendo, en algunos casos, sus propios
personeros para hacer de las policías no un grupo infiltrado, sino algo
considerablemente peor. Como ha quedado de manifiesto en Iguala, Guerrero, y en
Michoacán, las autoridades se vuelven un brazo armado más al servicio del grupo
delictivo que domina la plaza. Preocupa particularmente el hecho de que los
vínculos se realicen con anticipación, cuando los criminales influyen en los
partidos para la selección de los candidatos a través del financiamiento. El
PRD hizo bien en disculparse pero evidentemente, en Guerrero, lo mismo que en
Michoacán, el crimen influyó en la definición de los candidatos, en el
desenlace de la elección y en la conducta de los funcionarios ya en el
ejercicio del poder.
Lorenzo Córdova |
Por
esta consideración, fue un acierto del presidente del Consejo General de INE, Lorenzo
Córdova, alertar, desde el primer día del proceso electoral de 2015, sobre la
interferencia del crimen en las elecciones. El llamado va dirigido
especialmente a las dirigencias de los partidos para que cuiden la selección de
candidatos y supervisen uno de los aspectos más delicados de la democracia aquí
y en todo el mundo: el origen de los recursos aplicados al financiamiento de
campañas y actividades partidarias. Aunque la ley establece reglas muy precisas
sobre este tema, es un hecho que su cumplimiento supone y exige un sentido de
responsabilidad de parte de las dirigencias de los partidos y los mismos
candidatos. La verdad es que es poco lo que las autoridades electorales pueden
hacer frente a la omisión, la negligencia, el disimulo o la venalidad que
pudiera darse al interior de los partidos.
El
llamado de atención adquiere la mayor importancia. Hay muchas elecciones
concurrentes en puerta; más de 60 por ciento de los ciudadanos votará en la
elección federal y en la local. Además, son numerosos los partidos necesitados
de buenos candidatos y recursos políticos, materiales y financieros: los
grandes por sus aspiraciones de ganar y los pequeños por el propósito de salvar
el umbral para mantener registro, 3% de los votos. En este contexto, se requiere
un acuerdo o pacto nacional que establezca un compromiso compartido para
mantener a raya esta grave amenaza que se cierne sobre la vida institucional y
sobre la política. Los delincuentes no tienen partido, simplemente buscan la
protección de quien detenta poder gubernamental y hasta parlamentario. Esta
circunstancia demanda la mayor atención de todos, incluso de los medios de
comunicación, ya que en territorios dominados por el crimen organizado, la
amenaza conlleva el silencio y, con ello, el escrutinio propio de la libertad
de expresión, elemento indispensable de la democracia.
Las
elecciones no solo deben ser contempladas en un sentido defensivo, pues también tienen un efecto correctivo. Es
indudable que las crisis de Michoacán y de Guerrero pueden superarse y
resolverse a través de la renovación democrática de los poderes públicos. Los
partidos y los candidatos tendrán que entender que antes que ganar elecciones
hay cosas más importantes que cuidar, como el sistema de competencia electoral
que permite la convivencia civilizada, empodera y da legitimidad a quien
gobierna y hace posible el imperio de la justicia. Ganar a toda costa es la
mayor debilidad de la democracia representativa.
Vigilar
las campañas y las elecciones no solo es cuestión de voluntad; se requiere
también que los actores políticos, especialmente las dirigencias nacionales de
los partidos, cuenten con los elementos necesarios para contener amenazas y
superar riesgos. Los partidos no son Ministerio Público ni agencia de
investigación, tampoco lo es el INE. Contener la participación de la
delincuencia organizada en la búsqueda de posiciones legitimadoras o de
protección no es una tarea sencilla, porque las acciones preventivas pueden dar
lugar a exclusiones injustas en la política y afectar derechos a partir de la
sospecha interesada o del error. De las autoridades —electorales y
gubernamentales— y de los partidos, se esperan las más elevadas cuotas de ética
pública, cuidado y responsabilidad social. La selección de candidatos no puede quedar
convertida en una subasta pública que ponga en manos del crimen organizado
nuestra joven democracia electoral.
La
atención eficaz a un problema empieza con su reconocimiento y continúa con el
entendimiento y la atención de las causas que lo provocan. La nueva premisa de
la competencia electoral implica construir un piso común de compromiso y
confianza para impedir que un grupo delincuencial prevalezca y obtenga
beneficios a costa de quienes actúan con seriedad y contención. El dinero
proveniente del crimen organizado es el principal problema. El nuevo régimen de
fiscalización aporta muchos elementos de colaboración con las autoridades
financieras y de auditoría. Es fundamental que todos aporten lo que les
corresponda para que opere un régimen de previsión y, en caso de sospecha
fundada, se emprendan investigaciones ejecutivas y oportunas. También será
necesario un régimen de sanción que trascienda el tema electoral.
Frente
a la mayor amenaza de la democracia mexicana, no solo se requieren nuevas
instituciones y reglas, también actitudes y compromiso de parte de los actores
fundamentales del proceso comicial. El próximo 2015 deberá ser un nuevo punto
de renovación de la ética social frente al pragmatismo territorial que empobrece
a cualquier democracia.
La novel del Nobel
Aunque
Enrique
Martínez y Morales no
lo expresa en su artículo en Milenio Diario Laguna y en Zócalo de Saltillo yo
entiendo que mientras voces de rebeldía se sigan levantando en contra de la
injusticia nuestro planeta tiene esperanza. Es la historia de Malala
Yousafzai quien a sus escasos 17 años se hizo
acreedora al Premio Nobel de la Paz por su lucha a favor de los derechos de las
mujeres, pero en especial de las menores de edad, a las que por su condición de
sexo se les restringe el derecho a la educación, la causa de Malala es una que apoyamos y aplaudimos desde
nuestra modesta tribuna.
Cuando
llegó a este mundo, no hubo celebraciones comunitarias ni felicitaciones. Su
familia la recibió taciturna, envuelta en un silencio compasivo, lastimoso,
resignado. No había motivo de alegría. Su gran pecado: nacer niña en un país
con un alto grado de misoginia en el que la mujer debe permanecer su vida enclaustrada.
Su futuro está sellado. Servirá sólo para preparar comida y procrear. ¡Nada más!
Pakistán surge de manera abrupta como la primera nación musulmana en 1947. Con
el propósito de solucionar las ancestrales disputas religiosas con el
hinduismo, la región musulmana de India se escindió para formar el nuevo país.
Durante la transición murieron casi dos millones de personas. Con el nombre a
cuestas de la célebre heroína afgana, cuya intervención dio el triunfo
definitivo a su ejército sobre las tropas británicas en 1880, Malala Yousafzai
se abocó a luchar, desde los 13 años, por defender su derecho a la educación,
coartado por los talibanes. Éstos recrudecieron su política de “cero
tolerancia” a lo que consideran desviaciones a su peculiar forma de interpretar
el Corán. Prohibido cultivarse. Prohibido bailar. Prohibido escuchar música.
Prohibido ver películas… Por ello ha sido una constante la destrucción masiva
de reproductores y televisores despojados de las familias. Con la misma suerte
han corrido museos y sitios históricos milenarios. A las mujeres les está
impedido estudiar. Cientos de escuelas fueron reducidas a escombros por esta
creencia. Recientemente, un terrorista suicida mató a 14 niñas en un camión
escolar, seguido de un atentando contra el hospital al que llevaron a las sobrevivientes.
Consciente de los riesgos y con el apoyo incondicional de su padre, propietario
y maestro de una escuela mixta en Pakistán, Malala comenzó a levantar la voz.
Pronto sus palabras y su pluma se convertirían, gracias al efecto multiplicador
de las redes sociales, en su arma más efectiva. Las balas del odio y la
intolerancia, disparadas en un país donde el estado de derecho es inexistente,
la lesionaron de gravedad. Su enorme fuerza de voluntad y un milagro la
regresaron a la vida. Quizá su sonrisa no vuelva a ser la misma por las heridas
del atentado. Pero la fortaleza, la valentía y la esperanza contenidas en su
mirada seguirán cautivando corazones. Desde la aparente seguridad de las
tierras inglesas nos compartió su vida en el texto titulado “Yo soy Malala”,
lema anteriormente utilizado por Gordon Brown, enviado especial de la ONU, para
exigir que no quede ningún niño sin escolarizar. Ardua ha sido la lucha de esta
jovencita pakistaní por los derechos civiles de las mujeres. El merecidísimo
reconocimiento al hacerse acreedora a sus 17 años al Nobel de la Paz 2014 nos
demuestra que no peroró en el desierto. Ojalá la voz de Malala siga
escuchándose, pues aún quedan 32 millones de niñas sin educación en el mundo…
emym@enriquemartinez.org.mx
La elección perdida
Decía
José
María Mena Rentería
en su columna Telón del
14 de julio del 2013 que los partidos políticos y sus militantes carecen de
vocación democrática por lo que los mismos de siempre se pueden mantener ante
la apatía de los ciudadanos que aunque estamos hartos por el estado de cosas no
hacemos nada para cambiarlo, la situación prevalece en todo el país, no
solamente en Torreón. Mena
falleció en enero del 2014 y a nueve meses de distancia vemos que todo está
peor, no igual. Originalmente el texto apareció publicado en el espacio digital
www.lalaguna.com
Para
Torreón, un 2 por ciento, apenas, si de triunfo se trata, hizo la diferencia
tras las elecciones del domingo 7 de julio próximo pasado. Fue pues un proceso
electoral perdido.
Victoria
pírrica -en términos de credibilidad ciudadana- para quienes por ésa diferencia
se alzaron con el triunfo mientras, como suele suceder, los abstencionistas, que
son la mayoría, inasistieron a las urnas, pudiera decirse, “para manifestar de
alguna manera su inconformidad”.
Miguel Ángel Riquelme Solís |
También
notorio, a lo largo de la jornada fue el desplazamiento continuo de atiborrados
autos de alquiler que iban y venían entre urna y urna. “Pecata minuta” que
terminada la jornada no impidió levantasen los brazos en son de “triunfo” los
“ganadores”, según permiten apreciar gráficas referentes a la ocasión.
Jesús de León Tello |
Ejercicio
de gobierno municipal, cabildo elegido de por medio. Se dará a partir de enero
de 2014. Habrá sonado entonces la hora, según los que votaron, de los mandantes
y del mandatario. Mandantes son los ciudadanos, y mandatario, el que acata y
ejecuta lo planteado por los mandantes.
Lo
así mencionado no ha estado más allá de conformar una utopía. En su lugar,
autoritarismo ha habido, igual que menoscabo de la autonomía municipal, sobre
todo en el rubro de ingresos, situación salpicada en la localidad con
“funcionarios” foráneos a los que poco o nada importan encomiendas seudo
asumidas como pretexto “para no vivir en el error”, según establecen asiduos a
una dependencia oficial ubicada por la calle Blanco.
A
los trepadores en el candelero del poder, agrada el amasijo y procuran no les
falte; conformado con los obsequiados con vidrios y espejitos; para dar pábulo
a elecciones perdidas…si de credibilidad ciudadana se trata.
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