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Fernanda de la Torre. |
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El cajón de no-me-importa.
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El
cajón del no-me-importa puede resultar muy útil para guardar todo aquello
negativo e intrascendente y lo que por cualquier razón ya no tiene espacio en
nuestra vida, como esa relación que en algún momento nos hacía felices, terminó
y un buen día nos es indiferente. Ya ni siquiera echamos una mirada a Facebook
para saber cómo está. Si lo recuerdas o no, es algo que no mueve ni una fibra
de tu cuerpo. Deseas que le vaya bien y punto. Simple y sencillamente sin darte
cuenta, la guardaste en el cajón de no-me-importa.

El
cajón del no-me-importa es muy útil para guardar las afrentas y desavenencias
familiares. En vez de seguir atorado con el resentimiento, perdonas. Es
difícil, pero posible guardar en ese cajón todo aquello que nos lastimó, nos
hizo sentir menos y nos desvió de nuestros objetivos. Ya una vez que guardaste
algo doloroso en el cajón del no-me-importa no es necesario echar llave ni
candado. Con que esté ahí es suficiente. Como diría Borges: “Soy, tácitos
amigos, el que sabe que no hay otra venganza que el olvido ni otro perdón. Un
dios ha concedido al odio humano esta curiosa llave”.

Existen
hombres y mujeres que guardan sin mayor problema en el cajón del no-me-importa
las promesas de fidelidad que hicieron cuando se casaron y le ponen alegremente
los cuernos a su pareja (en vez de hablar con ella y acordar una relación
abierta o poner fin a la que tienen). Se cobijan bajo el lema: “Me enamoraré
muchas veces, pero jamás me divorciaré”. Cuidadosos en sus deslices, para
ellos, el que los demás piensen que tienen un buen matrimonio es más importante
lo que en realidad sucede. Las apariencias son los ladrillos con los que
construyen su vida, y algunos acaban por creer sus propias mentiras.
Tristemente,
algunos guardaron en ese cajón del no-me-importa sus sueños e ideales.
Depositan, casi sin darse cuenta, esas causas en las que estaban comprometidos
y los sueños de su juventud para cambiar un poco el mundo para mejor. Se
vuelven críticos de todo, nada les parece, pero tampoco proponen nada. Son
expertos en señalar con su dedo acusador todo lo que está mal, pero resultan
incapaces de mover ese dedo para ver lo que está mal en sus vidas y cambiarlo.

Una
buena revisada al cajón del no-me-importa es indispensable. Si guardas lo que
te detiene, agobia, baja tu autoestima, gente que no debe estar ya en tu
existencia, seguramente estarás mejor y más feliz. Pero si depositas ahí tus
sueños, la ética, la honestidad, tus ganas de salir adelante, ¡cuidado! Todo lo
que hacemos tiene consecuencias y lo que depositamos en el cajón de
no-me-importa no es la excepción. El karma es molesto, pero inevitable.
fernanda@milenio.com
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