Fernanda de la Torre. |
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El cajón de no-me-importa.
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El
cajón del no-me-importa puede resultar muy útil para guardar todo aquello
negativo e intrascendente y lo que por cualquier razón ya no tiene espacio en
nuestra vida, como esa relación que en algún momento nos hacía felices, terminó
y un buen día nos es indiferente. Ya ni siquiera echamos una mirada a Facebook
para saber cómo está. Si lo recuerdas o no, es algo que no mueve ni una fibra
de tu cuerpo. Deseas que le vaya bien y punto. Simple y sencillamente sin darte
cuenta, la guardaste en el cajón de no-me-importa.
En
cuestiones laborales o escolares, como en todas las demás, hay que revisar bien
qué ponemos en ese cajón y estar bien seguros que no guardamos, sin querer, el
amor o dedicación a lo que hacemos. Cuando no le das importancia a la escuela o
a tu trabajo, es muy difícil que tu jefe te dé un aumento de sueldo o un
maestro te ponga una buena calificación.
El
cajón del no-me-importa es muy útil para guardar las afrentas y desavenencias
familiares. En vez de seguir atorado con el resentimiento, perdonas. Es
difícil, pero posible guardar en ese cajón todo aquello que nos lastimó, nos
hizo sentir menos y nos desvió de nuestros objetivos. Ya una vez que guardaste
algo doloroso en el cajón del no-me-importa no es necesario echar llave ni
candado. Con que esté ahí es suficiente. Como diría Borges: “Soy, tácitos
amigos, el que sabe que no hay otra venganza que el olvido ni otro perdón. Un
dios ha concedido al odio humano esta curiosa llave”.
Hay
quienes guardan en el cajón de no-me-importa la honestidad, y sin miramientos
tranzan a quien puedan en la medida que les sea posible, mientras, claro,
critican a otros de corruptos y deshonestos. Ven paja la en ojo ajeno y no ven
la viga en el propio. Piensan que esos hurtos hormiga en su empresa, o la
descarada evasión de impuestos, engaños a clientes y proveedores, son
cosa-de-nada, algo sin importancia. También hay algunos políticos que guardaron
ahí las ganas del servicio a México y solo ven para sus intereses personales.
Los hay de todos los colores. Dicen una cosa, pero hacen otra. Supongo que en
ese cajón Gonzalo N. Santos guardó a la moral antes de declarar: “La moral es
un árbol que da moras, o vale para una chingada”. Para quienes viven en un
permanente doble rasero, la revisión de este cajón será sin duda molesta, ya
que sin duda les reflejará su doble moral.
Existen
hombres y mujeres que guardan sin mayor problema en el cajón del no-me-importa
las promesas de fidelidad que hicieron cuando se casaron y le ponen alegremente
los cuernos a su pareja (en vez de hablar con ella y acordar una relación
abierta o poner fin a la que tienen). Se cobijan bajo el lema: “Me enamoraré
muchas veces, pero jamás me divorciaré”. Cuidadosos en sus deslices, para
ellos, el que los demás piensen que tienen un buen matrimonio es más importante
lo que en realidad sucede. Las apariencias son los ladrillos con los que
construyen su vida, y algunos acaban por creer sus propias mentiras.
Tristemente,
algunos guardaron en ese cajón del no-me-importa sus sueños e ideales.
Depositan, casi sin darse cuenta, esas causas en las que estaban comprometidos
y los sueños de su juventud para cambiar un poco el mundo para mejor. Se
vuelven críticos de todo, nada les parece, pero tampoco proponen nada. Son
expertos en señalar con su dedo acusador todo lo que está mal, pero resultan
incapaces de mover ese dedo para ver lo que está mal en sus vidas y cambiarlo.
Irremediablemente
terminaremos nosotros en el cajón de no-me-importa de alguien más. Sea de una
amistad a la que lastimamos y quizá nos perdonó pero no quiere saber más de
nosotros; o un amor al que maltratamos y quizá no nos desea ningún mal pero
tampoco le interesa lo que hagamos de nuestra vida. Muchos conocidos nos habrán
puesto en ese cajón, situación que no tiene la menor importancia, porque esas
cosas suelen ser recíprocas y nosotros seguramente también los hemos acomodado
en el nuestro.
Una
buena revisada al cajón del no-me-importa es indispensable. Si guardas lo que
te detiene, agobia, baja tu autoestima, gente que no debe estar ya en tu
existencia, seguramente estarás mejor y más feliz. Pero si depositas ahí tus
sueños, la ética, la honestidad, tus ganas de salir adelante, ¡cuidado! Todo lo
que hacemos tiene consecuencias y lo que depositamos en el cajón de
no-me-importa no es la excepción. El karma es molesto, pero inevitable.
fernanda@milenio.com
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