Denise Dresser |
En tanto que los miembros de la comentocracia se felicitan por
la ejemplaridad del proceso electoral que vivimos el pasado 7 de junio, la
percepción de quienes no se encuentran domesticados por el gobierno y los
partidos es muy distinta, sobre todo aquellos que realizan ejercicio de la
crítica nos dice Denise Dresser en
su espacio editorial, que entre otros medios se publica en El Siglo de
Torreón.
Somos Suiza. Suecia. Dinamarca. Un país
donde el "voto sirve", los castigos a partidos que gobiernan mal
existen y son eficaces, el proceso electoral es como un "viento fresco de
la noche", los candidatos independientes son un "eficaz desahogo de
los hartazgos", el voto nulo es irrelevante, los niveles de participación
fueron altos, la alternancia "le encanta a los mexicanos" y la
elección debe ser aplaudida porque "tuvimos candidatos
transparentes". ¡Bravo! ¡Hurrah! ¡Albricias! A descorchar las botellas de
champaña y a darnos palmadas en la espalda por el "proceso
civilizatorio" que vivimos. A aplaudir el "éxito" sin
preguntarnos a quién beneficia. A quién hace sentir bien. ¿A los ciudadanos o a
los partidos?
Leo estas opiniones autocongratulatorias
y me parece que provienen de un país paralelo. Un país donde las elecciones
llevan a una mejor manera de gobernar por parte del partido que gana. Un país
imaginario que contradice la realidad cotidiana de millones de mexicanos que
salen a votar -en un acto de fe- esperando que el voto ayude a encarar los
problemas del país. Un país irreal que sólo existe en la cabeza de los
progenitores de nuestro sistema electoral, que sienten el imperativo de
defender al hijo que procrearon aunque ahora sea manco, cojo, ciego y asesino
en serie. Y al hacerlo defienden lo indefendible. Lo que no funciona, o sólo lo
hace para partidos que siguen siendo poco representativos, que siguen eludiendo
la rendición de cuentas, que siguen exigiendo el voto pero regresan poco a
cambio de él.
Ni lo mínimo. De más de 16,000
candidatos sólo 397 se dignaron a presentar su declaración patrimonial, su
declaración de impuestos, y su declaración de conflicto de interés. Menos de
una tercera parte de los candidatos a diputados entregaron su currículum al
INE. La famosa equidad electoral por la que peleamos con sangre sudor y
lágrimas fue reducida a una farsa por las ilegalidades del Partido Verde,
impulsadas por las televisoras y solapadas por las autoridades electorales.
Sólo hubo 127 candidatos independientes, y entre los pocos que ofrecieron una
agenda genuinamente ciudadana está Pedro Kumamoto, diputado local. El Bronco es
una interrogante dado su pasado priista y el financiamiento que recibió del
establishment de Nuevo León.
¿Y qué decir de la alternancia y el voto
de castigo? La alternancia en lugares como Sonora propulsa al poder a una mujer
que viajaba en aviones privados de empresarios a los cuales benefició, y a
quienes les pedía -en conversaciones grabadas- que "se pusieran
guapos". En Guerrero la alternancia trae consigo un gobierno del PRI de la
mano del PVEM. El Verde gana más curules que en toda su historia, gracias a la
compra del voto y la publicidad electoral en Chiapas que el INE se dedicó a
ignorar. He allí la otra cara de la elección "ejemplar", construida
con kits escolares.
Pero nos dicen con desdén que "los
anulistas tendrán dificultades para encontrar argumentos", cuando si algo
quedó claro es que el voto nulo tiene una base dura del 5 por ciento, mayor al
de 4 partidos. Y eso sin campañas, sin financiamiento, sin recursos, sin spots,
sin una coalición, como se formó en 2009. Junto al abstencionismo, la votación
por candidatos independientes y la votación por Morena de quienes vieron allí
una "nueva" opción, el anulismo demuestra el descontento. La desazón.
La falta de representación. La queja ante los que gastan nuestro dinero pero no
rinden cuentas sobre cómo lo usan. La corrupción constante en una clase política
donde no todos son iguales pero se asemejan mucho a la hora de gobernar. La
ausencia de alternativas en estados donde ha habido años de alternancia sin
cambio. Donde la población ha visto pasar por el poder a panistas, priistas,
perredistas, o verde ecologistas sin modificaciones sustanciales en el
ejercicio del puesto.
Y no escribo esta reflexión con el afán
de ser aguafiestas sino con la esperanza de generar una reflexión colectiva
sobre lo que aqueja al sistema político/electoral. Un sistema en el cual las
elecciones no se llevan a cabo para llevar la voz del ciudadano a una curul o a
una presidencia municipal o a la oficina del gobernador. Ocurren puntualmente
cada tres o seis años -a un costo cada vez mayor- para permitir el reparto de
prerrogativas, la asignación de contratos, la rotación de élites impunes. Creer
que el problema de la corrupción gubernamental/partidista se va a resolver tan
sólo votando por partidos pequeños o candidatos ciudadanos o Morena es pensar
que una úlcera sangrante se cura con un Alka-Seltzer.
Ático Denise
Dresser. Los comentarios positivos sobre los resultados de las recientes
elecciones contradicen la realidad.