Jesús Salvador Hernández Vélez ha destacado en sus diferentes
desempeños: como ingeniero, como docente y como político, lector voraz es
además un prolífico escritor y dentro de sus aficiones se cuentan la cocina y
los buenos vinos. Actualmente Salvador es el Secretario Académico de la Universidad
Autónoma de Coahuila y
tiene participación constante como colaborador de algunos medios, uno de ellos Vanguardia, de cuya página en internet tomamos
el presente texto que se publicó el pasado 21 de octubre.
La semana pasada
fui invitado a la reunión donde se firmó el convenio entre el Instituto
Electoral de Coahuila (IEC) y la Fiscalía Especializada para la Atención de
Delitos Electorales (Fepade). Este acontecimiento se da en el marco del
arranque por la gubernatura del estado de Coahuila. El ejemplo más discutido de
adelanto de campaña que tendrá que revisar la Fepade es el de Luis Salazar
Fernández, senador del PAN. También están los espectaculares de Memo Anaya y
los del alcalde de Saltillo, Isidro López.
En esa reunión
fui cuestionado por los representantes de los medios de comunicación que ahí se
encontraban: si el siguiente año se dará la alternancia en el Estado. Creo que
esta respuesta sólo la tienen los ciudadanos coahuilenses que votarán el
próximo 4 de junio de 2017, día en que se llevará a cabo la elección para
Gobernador, diputados locales y presidentes municipales de Coahuila.
Este interés
sobre el asunto de la alternancia que muestran los comunicadores, sin duda
estará en la agenda pública hasta el día de la elección. En este debate se
deberán analizar también las experiencias que hemos vivido de alternancias en
otros estados y en el País ¿La alternancia es condición necesaria para darle un
rumbo diferente al Estado? ¿Qué abonaría la alternancia en nuestro Estado? Ya
vivimos la alternancia de la presidencia de la república en el 2000, por un
periodo de 12 años, y el crecimiento del País en vez de repuntar, disminuyó.
Además, se agudizó el problema de la inseguridad. Podemos alegar que la
alternancia política rompió algunas inercias, pero ¿se deshicieron los círculos
de complicidad e impunidad?
La recuperación
de la seguridad pública generada en el Estado, ¿mantendrá el ritmo con la
alternancia? También en este debate habrá que preguntarse: ¿la alternancia por
sí misma asegura un adecuado combate a la corrupción política, un crecimiento
económico favorable a la entidad, un incremento en la creación de empleos, una
mejor reconstitución del tejido social? ¿Reforzará la legitimidad de las
instituciones, mejorará el fortalecimiento de las capacidades del Estado frente
a la criminalidad?
También habrá
que cuestionarnos ¿de los precandidatos que se mencionan, cuál de ellos asegura
la continuidad del combate a la delincuencia organizada? ¿Cuál llevará el
Estado a mejores niveles de seguridad? ¿Cuál aspirante asegurará una mejor
promoción del empleo en las diferentes regiones del Estado? ¿Quién hará avanzar
la transparencia a mejores niveles de satisfacción de los ciudadanos? ¿Quién
asegurará de mejor manera el combate a la pobreza, la construcción de la
infraestructura carretera, el sistema de justicia, los derechos humanos, la
atención a los desaparecidos, el desarrollo de una mejora en el sistema educativo estatal? Debatir
estos temas fortalecerá la democracia.
¿Por qué los
electores apostaron por la alternancia en Tamaulipas? Porque los tamaulipecos
están hartos de que su entidad este sumida en la violencia criminal desde hace
años. Abrigan en la alternancia, una esperanza ¿cómo fue el proceso de la
alternancia en este Estado del noreste del País? Veamos los datos: en las elecciones de 1992
el tricolor obtuvo 66.4 por ciento de los votos y la alianza PAN-PRD el 25.8
por ciento. Y en las siguientes tres elecciones los datos son: en 1998 el PRI
el 54.9 por ciento frente a 26.6 por ciento de la oposición; en el 2004, 57.6
por ciento frente a 31.5 por ciento y en el 2010 se impuso por 61.5 por ciento
frente a 30.8 por ciento de su rival. En este 2016 ganó el PAN. Ahora bien, el
tamaño de la gravedad de los problemas que enfrenta Tamaulipas hace difícil
creer que la sola llegada de un nuevo Gobernador sea la solución. La
alternancia política hasta hoy no ha garantizado nada. Un buen candidato, no
asegura un buen Gobernador.
El otro tema que
me preguntaron fue sobre la elección interna del PRI. Si la consulta abierta a
la militancia para elegir al candidato dividiría a ese partido. Les recordé que
las elecciones de los últimos tres candidatos a la gubernatura del tricolor
habían sido por ese método. En la elección de Enrique Martínez y Martínez, el
PRI, después de su contienda interna, se unió y enfrentó a la oposición que se
presentó unida y les ganó. El profesor Moreira, de los 38 municipios del
Estado, sólo perdió en Torreón. El gobernador Rubén Moreira, obtuvo la más alta
votación en la historia electoral de Coahuila.
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