Originaria de Torreón pero con muchos años de residencia en la Delegación Benito Juárez de la hoy Ciudad de México Lilia Margarita Rivera
Mantilla
siente un profundo cariño por sus raíces, en especial por la historia y los
edificios de la antes denominada Perla de la Laguna. En el presente texto la colaboradora de www.hoyexpresiondelalaguna.blogspot.com realiza un recorrido por
Bucareli,
donde se alzan inmuebles que guardan semejanza con edificios emblemáticos de
esta población en la que “vencimos al
desierto”. Al rescate de viejos testigos
de la historia, es el primero de una serie
de artículos.
En el antiguo
Paseo de Bucareli, ahora conocido simplemente como Bucareli, se encuentran
algunos edificios que me hacen recordar otros tiempos de mi ciudad natal:
Torreón, Coahuila. Empiezo por el antiguo Palacio de Cobián, el palacete que el
agricultor algodonero y fraccionador de
la zona oriente de Torreón, Feliciano Cobián, mandó construir en 1902 al
arquitecto Emilio Dondé, para habitar junto a Rosalía, su prima hermana con
quien se casó. Y alrededor de este palacio ahora ocupado por la Secretaría de Gobernación,
se encuentran otros aún bellos edificios que al inaugurarse deslumbraron por su belleza y modernidad. Hay
tres edificios famosos por su arquitectura y por lo que significaron en el
momento en que se empezaron a habitar: el edificio Gaona, el edificio Vizcaya y
el edificio del Buen Tono.
Por esos años,
el Coronel Carlos González Montes de Oca, quien había sido presidente municipal
de Torreón antes de ser declarada como ciudad, encargó al arquitecto e
ingeniero Federico Wulff la construcción del Hotel Salvador. El estilo
arquitectónico del hotel, al igual que el de los edificios que mencioné antes,
lo convirtió en un sitio importante e imponente por su estilo, el lujo y el
confort del que disfrutarían los privilegiados huéspedes del lugar.
Aspecto actual del Edificio Gaona |
El edificio
Gaona. Lleva el apellido del famoso torero Rodolfo Gaona quien lo manda
construir al arquitecto Ángel Torres Torrija, en el año de 1922. Este edificio
se hizo con la idea de que fuera uno de los primeros multifamiliares de la
ciudad. Su fachada muestra un estilo neocolonial y tiene sobre sus muros los
dibujos en azulejos de Hernán Cortés, siete virreyes y los escudos de armas de
algunos estados del país. La intención de su estilo fue el de volver a una
arquitectura nacionalista que se alejara del estilo afrancesado que distinguió
a la época de Porfirio Díaz. Pero la situación actual en que se encuentra el
edificio es bastante deplorable. Gaona muere intestado, dejando el edificio en
un litigio que no han podido resolver
los supuestos herederos.
Hotel Salvador a principios del Siglo XX |
Los antiguos inquilinos se sienten poseedores de su
vivienda, pero no pueden escriturarla como verdaderos propietarios. Oleadas de
nuevos inquilinos llegan a ocupar –incluso invadiendo- los departamentos que
encuentran vacíos. Pero casi nadie se ocupa del mantenimiento del inmueble. Y
de muy poco sirve que este hermoso edificio esté considerado dentro del
catálogo del INBA y del INAH como parte del patrimonio cultural e histórico de
la ciudad, ya que su deterioro y decadencia son notables. Los vecinos están
agrupados en una asociación para defender el inmueble, pero han tenido muy poca
respuesta por parte de las autoridades de la Delegación Cuauhtémoc, demarcación
en donde se encuentra el edificio.
No sé si a todos
los niños de mi época les llamaría la atención. Casi nadie lo mencionaba. Era
de mucho mundo asistir al Hotel Río Nazas para los bailes de fin de año.
También el Hotel Calvete contaba con mucho prestigio en esa mitad de la década
de los sesenta. Y el austero y señorial Hotel Elvira era sede de tantas fiestas
en su roof garden.
Aspecto actual del Hotel Salvador |
El Hotel
Salvador imponía. A mí me recordaba a una de esas enormes casas que aparecían
en las películas de misterio, esas donde había condes que se convertían en
vampiros y que vivían en los Montes Cárpatos de la alta Hungría, o por los
alrededores. Conforme pasaba el tiempo, para él y para mí, empecé a observar su
belleza, pero seguía inspirándome temor. Se veía viejo, funcionando aún, pero
sin esplendor. Además, no estaba ya en la zona chic de la ciudad. Se había
quedado en lo viejo, en lo que ya empezaba a oler a abandono, ha pasado de
moda. Al igual que sucedió con otros edificios de su época, víctimas de la
insensibilidad de sus dueños o moradores, el Hotel Salvador fue hundiéndose
poco a poco en el olvido, llenándose de
óxido, moho y hongos como un viejo barco perdido en las profundidades del mar
de la apatía.
Comparo el antes
y el después del estado del Hotel Salvador. Al igual que el Edificio Gaona en
la calle de Bucareli, en la Ciudad de México, la ignorancia aunada a la apatía
de los dueños y autoridades de la ciudad han contribuido a convertirlo en un
lastimoso ente testigo del esplendor perdido de una de las ciudades consentidas
del porfiriano.
Pero, después de
los lamentos, ¿qué puede hacerse para lograr su restauración con el objeto de
que vuelva a recuperar su belleza y funcionalidad aunque no sea propiamente
como un hotel?
Este artículo
continuará.