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Verónica Maza Bustamante |
Verónica Maza Bustamante realiza por medio de su página El Sexódromo, que los sábados se publica en las
publicaciones impresas de Grupo Milenio, una importante tarea de divulgación acercaq de temas
sobre sexualidad, que resulta de grn utilidad para las personas inmersas en una
relación de pareja, pero también para los jóvenes que apenas se inician en el
sexo, normalmente sin gran información, pues en las familias tradicionales
mexicanas esos temas de importancia fundamental, son las últimas en que nos
preparan los padres.
Al estar enojados el otro se aleja
de ti. Deja de ser “mi vieja” o “mi gordo” y se transforma en alguien que no
reconoces. Entonces, lo deseas.
México • Las últimas semanas me han
llegado varias preguntas tanto al correo electrónico de esta columna
(elsexodromo@hotmail.com) como a mi Twitter (@draverotika). No me gusta retrasar
la contestación a sus misivas, lectores del alma mía, así que esta semana
decidí responder tres de ellas, quitando la cerca entre El buzón de Verótika y
El Sexódromo. Aquí están:
Estoy
amamantando a mi hijo de nueve meses de edad y estoy preocupada porque mis
senos están disparejos. Durante el embarazo ambos estaban muy redondos, pero
ahora el derecho es más grande que el izquierdo, hasta se ve un poco colgado.
¿Así me van a quedar para siempre?
Eloísa Gómez
Querida Elo, te
entiendo perfectamente porque a mí me pasó algo semejante cuando mi hijo tenía
seis meses de edad: una teta se me veía más chica que la otra y recuerdo que no
me gustaba nadita. Pero es normal y no quedarán así cuando dejes de amamantar.
Lo que sucede es
que durante el embarazo, tus pechos se preparan para producir leche aumentando
su tamaño; se ven turgentes, redondos. Los pezones y las areolas se oscurecen,
llegando a crecer en algunos casos. Días después de dar a luz, los senos se van
poniendo más llenos y pesados conforme “baja” la leche. Llegan incluso a doler,
sobre todo cuando la lactancia ya está dominada y se acerca la hora de
alimentar al bebé.
Aproximadamente
dos semanas después del parto, los pechos regresan al tamaño aproximado de
cuando se estaba embarazada y así se quedarán hasta que se deje de amamantar.
Los pezones y areolas suelen volver a su color habitual unos meses después,
aunque no siempre sucede así.
Es común que
—por razones que siempre serán un misterio— los y las bebés se aficionen a
succionar una sola teta, o una más que la otra. Le puedes ofrecer la derecha,
pero él/ella la rechazará y se instalará en la izquierda. Si se queda con
hambre, quizá le entre a la otra, pero puede conformarse con sólo una, sobre
todo cuando ya sea más grande y comience a comer alimentos sólidos.
Mi hijo fue de
esos y la bubby que no le gustaba fue produciendo cada vez menos leche,
mientras que la otra estaba que rebosaba. Se ve raro; no quieres que nadie te
mire desnuda y sientes que en la calle todos notan que estás “dispareja”. No
puedes usar brassieres de varilla porque llevas los de amamantar, así que no
hay opciones.
Cuando termina
la lactancia, los pechos vuelven a su tamaño anterior. No serán los mismos, te
lo advierto. Ya no estarán tan erguidos ni tan firmes como antes, pero esa es
una ley de vida. De todos modos pasará: si no amamantas sucederá lo mismo por
el envejecimiento. Entonces, siéntete dichosa de poder alimentar a tu hijo.
Verás que eso lo convertirá en un niño sano, apapachado, que generará un
vínculo materno hermoso.
Te recomiendo
que te ejercites. Eso me ha ayudado a mí. Trato de hacer, en el gimnasio,
secuencias con peso para fortalecer esa zona, además de que me compré un
ejercitador casero para los senos (de esos que tienen forma de corazón) y lo
uso a ratitos siempre que puedo. Mi relación con mis teclas es de nuevo
saludable, amorosa. Me parece que siguen siendo lindas y ahora me río de lo mal
que me sentía cuando las veía disparejas, porque incluso a las mujeres que,
como yo, sabemos de estos temas, nos preocupan los asuntos relacionados con la
feminidad. Así que ¡ánimo! Sé feliz con tu niño pegado a la teta. Es un gran
regalo. Llegado el momento de la separación, aplícate cuidando tu cuerpo, para
que poco a poco lo vuelvas a habitar con seguridad, alegría, sensualidad.
Cuándo un hombre
eyacula sin protección dentro de una mujer, ¿el semen tiene siempre que
quedarse adentro para que una quede embarazada? Si se sale, ya sea estando en
la cama o al ir al baño, ¿entonces no se dará la fecundación? Me han dicho que
quizá tenga problemas de esterilidad. ¿Tiene que ver con eso?
Dulce
Amiga mía: si
bien es cierto que durante los tratamientos de fertilidad a veces los doctores
le piden a la paciente que espere un poco antes de ir al baño después del
encuentro erótico o incluso que eleve las piernas, el semen tiene que salir de
todos modos porque la vagina no es un recipiente ni un depósito. Imagínate que
se trata de un puño cerrado que, al momento de “sujetar” el pene, se relaja, se
dilata, pulsa, se mueve, pero cuando el miembro masculino es retirado se vuelve
a cerrar y todo lo que está dentro sale, menos una gota que queda recogida en
un repliegue que tiene al fondo, para que el útero lo succione y lo lleve hasta
la trompa de Falopio. En esa gota hay más de cinco millones de espermatozoides,
por lo que con esa mínima cantidad es más que suficiente para generar un
embarazo.
Orinar después
del acto sexual es importante; al hacerlo previenes posibles infecciones
vaginales y de las vías urinarias. Si quieres embarazarte debes saber cuándo ir
al baño casi de inmediato y cuándo no. Los días fértiles se presentan, por lo
regular, a la mitad del ciclo menstrual. En ese momento (dejando un margen de
unos siete días) sería bueno que tras el coito recargaras tus piernas en una
pared o sobre almohadas durante unos diez minutos. Si estás al inicio o al
final de tu ciclo no tiene caso que te coloques en esta postura, siendo lo
ideal que vayas al sanitario lo más pronto que puedas (sin cortar ese delicioso
momento post penetración en el que aún la piel está que arde, al igual que la
pareja).
Si tienes dudas
sobre tu fertilidad, te recomiendo que visites a un ginecólogo especializado en
esta área para que te comente qué estudios te puedes realizar para confirmar o
descartar esta cuestión.
Cuando mi esposa
y yo tenemos fuertes peleas, terminamos haciendo el amor de manera apasionada.
Siento que ella se vuelve más sensual, más atrevida. ¿Cómo puedo lograr que
explore esa sensualidad siempre y no solo cuando busca una reconciliación?
Ambriz
Lo que me
cuentas, estimado Ambriz, le sucede a muchas parejas y es posible llevar esa
cachondería a la vida cotidiana. Es cuestión de entender por qué sucede eso
tras las discusiones: cuando se pelean, se distancian emocionalmente uno del
otro y se rompe esa cercanía, esa tranquilidad que tan bien alimenta al amor
pero que paraliza, aletarga al deseo. Al estar separados, enmuinados, puedes
ver al otro, a la otra, como alguien lejano a ti. Deja de ser “mi vieja” o “mi
gordo” y se transforma en alguien que te hizo enojar, que no reconoces.
Entonces, lo deseas. Con esa intensidad de los primeros encuentros eróticos.
Cada pelea es
una posibilidad de rompimiento. Eso te hace sentir, aunque no lo racionalices,
que tu pareja no te pertenece, que puede irse, que puede darle a alguien más el
placer que a ti te da. Eso también enciende la llama del deseo de manera
inmediata.
¿Cómo lograr esa
sensación sin tener que pelearse? Hay que salir de la zona de confort. Dejar de
creer que el/la compañer@ es de nuestra propiedad. Ser capaces de convertirnos
en otros utilizando la imaginación, la creatividad, las fantasías, los deseos.
Hacer un cambio en la rutina: enviar un mensaje picante, hacer una mínima
transformación en el look, organizar una noche de copas o locura o novedad;
hacer posturas eróticas nuevas; mirar al otro como ese ser único e irrepetible
que no nos pertenece, que se puede ir, que vale mucho, que complementa nuestra
vida. Esa sensación les llenará el cuerpo de ardor sin necesidad de gritarse y
molestarse. Ya verás que sí.