René Delgado Ballesteros |
René Delgado Ballesteros, analista político
que publica en los medios de Grupo Reforma, en El Universal y en El Siglo de Torreón, asegura que en el
presente momento es inoportuna la efeméride de la Expropiación Petrolera “…porque
si algo urge es, precisamente, no perder energía en las otras reformas
emprendidas -principal, pero no solamente la educativa y la de
telecomunicaciones-, al menos hasta afinar y detallar su marco jurídico y
asegurar su viabilidad. En la estufa de la cocina política hay varias hornillas
encendidas, activar ahora una tan polémica como la petrolera puede inflamar la
polarización y la confrontación entre las fuerzas políticas y asfixiar las posibilidades
del Pacto por México. El tema de la reforma petrolera quema la lengua de tan sólo
mencionarlo, pero es ineludible. ¿Qué hacer, entonces?”.
Menudo
lío. Abordar o eludir la reforma energética en el 75 aniversario de la
expropiación petrolera es un problema. En mal momento la efeméride porque si
algo urge es, precisamente, no perder energía en las otras reformas emprendidas
-principal, pero no solamente la educativa y la de telecomunicaciones-, al
menos hasta afinar y detallar su marco jurídico y asegurar su viabilidad.
En
la estufa de la cocina política hay varias hornillas encendidas, activar ahora
una tan polémica como la petrolera puede inflamar la polarización y la
confrontación entre las fuerzas políticas y asfixiar las posibilidades del
Pacto por México.
El
tema de la reforma petrolera quema la lengua de tan sólo mencionarlo, pero es
ineludible. ¿Qué hacer, entonces?
***
Andrés Manuel López Obrador |
De
paradojas a veces está hecha la política. La decisión de convertir el
Movimiento de Regeneración Nacional en partido y, por lo mismo, dejar las filas
del perredismo facilitó, en cierta medida, la negociación y la suscripción del
Pacto por México. Con ello, la Presidencia de la República y el movimiento
lopezobradorista giraron sobre el pivote del posicionamiento que guardaron
durante el sexenio pasado.
El
giro fue doble. De un lado, el presidente Enrique Peña Nieto hizo suya la
iniciativa política y el dirigente Andrés Manuel López Obrador el ejercicio
opositor, compartiendo una limitante: cualquier exceso, desbocamiento o
desmesura puede vulnerar su situación. Del otro lado, el giro invirtió los
roles. Ya no es el dirigente opositor quien fija la agenda a la Presidencia de
la República, ahora la establece la Presidencia de la República y, al haber
incorporado temas del interés nacional y del propio lopezobradorismo en el
Pacto, colocó al opositor en una situación incómoda y comprometida: no puede
resistir aquello que él mismo postula, pero tampoco apoyar las iniciativas de
su adversario. No está en su naturaleza.
Eso
explica, quizá, por qué López Obrador no respalda manifiestamente las reformas
de la educación y las de telecomunicaciones pero tampoco las resiste. Denuncia
el gatopardismo, pero no actúa en su contra. Quizá eso también explica por qué,
aun sin conocer los términos de la reforma petrolera, el lopezobradorismo
convoca a movilizarse mañana en defensa del recurso. El resumen de esa posible
explicación es: el lopezobradorismo requiere de una causa y un espacio para
ejercer la oposición sin sabotear las otras reformas. La defensa del petróleo
-como en 2008- le viene a modo, dando por sentada la supuesta privatización de
la industria.
Por
lo demás, ambos políticos saben del filo de la navaja por donde caminan y otra
cosa: conservar la iniciativa política exige un constante proponer asuntos,
conservar el ejercicio opositor exige materia qué resistir sin patinar.
***
Enrique Peña Nieto |
El
azar también juega en la política. Esa variable resolvió el dilema de plantear
o no en la efeméride la reforma de esa industria que, en su eje, no descarta la
participación del capital privado. El viaje imprevisto que mañana emprenderá a
Roma el jefe del Ejecutivo lo pone a salvo y le da un respiro. La imposibilidad
de encabezar esa ceremonia baja el perfil de la conmemoración de la
expropiación, posterga la disyuntiva y reduce la tensión.
Del
lado del lopezobradorismo, arrancar un movimiento de resistencia a una reforma
que no acaba de precisar su contenido es plantar cara a un fantasma o, bien,
protagonizar el rol de Pedrito en el cuento del lobo. Sin embargo, no hacerlo
es perder presencia y reconocer que, así como el Pacto por México le deja el
monopolio opositor, también lo neutraliza si no es que lo margina.
¿Qué
hacer entonces, si no se puede abordar, pero tampoco eludir el tema?
***
Hasta
ahora, la reforma petrolera se debate entre los polos de abrir o cerrar la
posibilidad de la participación del capital privado en su presunta modernización.
Qué hacer si, por un lado, no se puede eludir el tema y, por otro, no se puede
abordar sin correr el peligro de colapsar las otras reformas en juego. La
respuesta es simple: graduar esa reforma y espaciar su ritmo. De otro modo, los
mitos de una y otra postura normarán el debate.
En
las condiciones actuales, la participación o no del capital privado no sacará
de su atolladero a Petróleos Mexicanos. Las prerrogativas y privilegios de su
sindicato, su ordeña fiscal y criminal, sus contratos, su corrupción y, sin
duda, el saqueo de sus recursos por la vía del robo disfrazado o desnudo ponen
en duda si la sola inyección de dinero público o privado la ayudaría. En cierto
modo, la lógica del debate sobre su modernización coloca al revés las cosas. La
situación de la industria exige una intervención radical en su administración,
su organización y saneamiento, una fuerte sacudida interna que, a partir de su
resultado, determine qué otros pasos dar.
Aferrarse
a abrir o aferrarse a cerrar a Petróleos Mexicanos ha terminado, una y otra
vez, por mantener a esa empresa como está o, peor aun, a profundizar su
deterioro porque el apoyo o la resistencia a su ajuste han neutralizado
cualquier posible movimiento. Cuántas veces no se ha caído en el mismo pozo.
Si
el presidente Enrique Peña Nieto requiere acreditar que cuenta con una
iniciativa para modernizar esa industria sin privatizarla y el dirigente Andrés
Manuel López Obrador necesita acreditar que resiste con causa, plantear su
reforma interna los podría hacer girar de nuevo su propio eje. No hay apoyo sin
resistencia ni resistencia sin apoyo.
***
Encender
ahora y a lo que da la hornilla de la reforma petrolera puede angostar todavía
más el reducido margen de maniobra de los dirigentes del panismo y del
perredismo en el marco del Pacto por México y ante sus propias organizaciones.
Y puede, además, complicar la ruta y alejar el destino deseable de la reforma
educativa y la de las telecomunicaciones.
Hay
motivos para entusiasmarse con los proyectos de reforma en los dos campos donde
se ha incidido, pero es prematuro darlas por concluidas. No hay todavía qué
celebrar ni qué aplaudir. Por lo mismo, lanzar ahora la reforma petrolera es
abrir a todo lo que da un flanco que, por su dimensión, puede dejar al
descubierto las otras reformas y precipitar la disolución del Pacto cuando
todavía tiene cosas que dar.
Seleccionar
y priorizar con esmero y ritmo los temas de la agenda del Pacto es fundamental.
Un error en el manejo de la iniciativa política, un error en el ejercicio opositor
puede terminar por fastidiar la estufa y echar a perder los guisos que ahí se
cocinan... pero que todavía no están listos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.