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20 de octubre de 2013

Ventana de oportunidad

Las mejores fotos

Adela Celorio.
En su más reciente entrega al periódico regional El Siglo de Torreón la escritora Adela Celorio se ocupa del Festival Cultural Revueltas que se realiza en Durango, del que comenta a propósito de un manuscrito que le hizo llegar María del Socorro Bocanegra: “Como ya anticipé, los temas son variados y todos impregnados del refinado espíritu de la autora; aunque lo que me movió a transcribir algunos de sus párrafos, es el valioso testimonio del momento en que allá por el 1905 aparece en la Hacienda de San Juan de AvilésJuanita López -quien según su ex-alumna Doña Luz Méndez que muy pronto cumplirá cien años -la autora fecha su manuscrito en 1997- fue la primera profesora de que se tiene memoria por allá. Según la investigación de la maestra Bocanegra, las primeras personas que por pura generosidad reunieron a los niños del pueblo para enseñarles a leer, a escribir, a pensar; aparecen allá por el 1905-1906”.

Me hubiera encantado participar de los magníficos eventos del "Festival Cultural Revueltas", allá en Durango. Pero ni modo, no se puede estar en todas partes y por ahora, la vida y la quebrantada salud de mi Querubín me requieren por acá. De cualquier modo, desde aquí he disfrutado mi particular festival en la lectura de un manuscrito que me hizo llegar la maestra María del Socorro Bocanegra. Porque el tiempo no me da de sí, y porque cada obsequio que recibo requiere mi especial atención; en principio los deposito sobre mi escritorio que es una especie de caballo percherón; y de ahí voy tomando y disfrutando uno a la vez, hasta que todos ellos van tomando su lugar en los pocos espacios de mi -su casa de ustedes-; donde yo, en lugar de sólo estar; soy. Enmarcada y magnífica la tinta de Alfonso Liserio Valdez ha encontrando su espacio "Allá lejos, donde habita el olvido". En mi cuello un collar de perlas gordas con el suave oriente de la amistad. Esta vez le ha tocado el turno al manuscrito de la maestra Bocanegra que me ha atrapado desde la primera página: "Escribo esto primero para no hundirme nuevamente en la depresión y después por el gozo que siento al escribirlo, o como catarsis para sacar las espinas que me he clavado en el corazón"; anticipa la autora del manuscrito que ella intitula: "Mi Pueblo, Mi gente y Yo", en el que nos va adentrando en lo que fueron los primeros tiempos de la vida en la Hacienda de San Juan de Avilés que con los años se convertiría en Ciudad Juárez Durango.
Los temas son tan variados y sensibles que me pareció interesante compartir algo con usted, pacientísimo lector. En las primeras páginas del manuscrito y como para ponerlo bajo su protección; la autora nos da seña y Santo del venerado Niño de Atocha. Más adelante, humedecidas con algunas lágrimas, relata las aventuras de su corazón, de su familia, de su compañero de vida. "Tengo las mejores fotos, no han sufrido ni un rasguño o doblez, tampoco se ha desvanecido el color, porque fueron tomadas con la mejor cámara… mis ojos; y reveladas por mi corazón --cuenta la maestra Bocanegra.
Como ya anticipé, los temas son variados y todos impregnados del refinado espíritu de la autora; aunque lo que me movió a transcribir algunos de sus párrafos, es el valioso testimonio del momento en que allá por el 1905 aparece en la Hacienda de San Juan de Avilés, Juanita López -quien según su ex-alumna Doña Luz Méndez que muy pronto cumplirá cien años -la autora fecha su manuscrito en 1997- fue la primera profesora de que se tiene memoria por allá. Según la investigación de la maestra Bocanegra, las primeras personas que por pura generosidad reunieron a los niños del pueblo para enseñarles a leer, a escribir, a pensar; aparecen allá por el 1905-1906. "Quiero mencionar la participación de la señora Andrea Moreno que enseñaba (lo poco que sabía) a poquitos alumnos vecinos de ella, sin cobrar nada". "Ya más adelante se impartieron clases en una escuela particular llamada Francisco I. Madero que cobraba a los padres de familia 0.30 centavos por mes. Después le subieron y ya cobraban 0.50 centavos".
Otro personaje que llama la atención entre los maestros pioneros, es Don Jesús Betancourt: "era moreno y de facciones algo indígenas" -cuenta la autora. Le gustaba entrarle a las copitas y era un poco ateo porque decía que los curas de esos tiempos, no daban de gracia lo que de gracia recibían. De carácter fuerte, pero con un exquisito gusto musical, después de dar clases a los niños durante el día; en su casa por las noches, el maestro Betancourt enseñaba guitarra, banjo, chelo, violín, flauta; formando en la música a quienes a su vez han formado nuevas generaciones de músicos"
Así, con una voz que sale directo del corazón, la autora da testimonio de la generosidad con que se entregaron al magisterio personas que aún sin tener formación académica que los acreditara, sintieron el deber moral de transmitir a los niños las letras, los números, la educación que es el valor fundamental de cualquier sociedad que se respete. "Yo no nací para maestra, perseguí con encono ese sueño porque en mi futuro no había otra meta, pero cuando empecé a ejercer mi profesión, mi amor y entrega se fue dando hasta convertirme en una profesional plena y orgullosa de su trabajo" -nos cuenta la autora. El espíritu y la genuina vocación de aquellos maestros, contrasta con el panorama de profesores vandálicos y amenazantes que hoy padecemos. "Hay de pobres a pobres" cuenta la maestra Bocanegra, pero yo creo que no hay mayor pobreza que un país sin futuro porque algunos miles de discapacitados morales han secuestrado el derecho de los niños a la educación. La semilla cuando no se reparte, se pudre.

Reflexión deducible

René Delgado Ballesteros.
Director editorial del periódico capitalino ReformaRené Delgado Ballesteros es el autor de la columna Sobreaviso en la que con gran autoridad se ocupa de asuntos relevantes del país, es además colaborador de numerosos medios nacionales entre los que se encuentran El Universal y el periódico regional El Siglo de Torreón y sus puntos de vista son referente obligado para todos aquellos que quieren estar bien informados.

La dureza -por momentos, la bajeza- del debate público sobre la política fiscal obliga a reflexionar sobre los términos de relacionarnos entre los mexicanos.
En su aridez, la política fiscal expone cuál es la idea del país que el gobierno tiene y desea. Pero no sólo eso, plantea cómo concibe a los distintos sectores sociales que, en su conjunto, integran el universo de sus gobernados y cómo intentará alinearlos en dirección del objetivo pretendido. En respuesta a ella, los distintos sectores sociales reflejan de igual manera el concepto que tienen de sí mismos y del gobierno, cuál es su disposición para articular sus intereses con los del resto de la sociedad y, a la vez, cuál es el respeto y el trato que les suscita el gobierno en turno.
Luís Echeverría Álvarez.
Importa la reflexión porque, desde años, gobierno y gobernantes no encuentran el tono de su entendimiento y, en esa medida, la comunicación no alcanza a constituir un lenguaje común. Sin esa herramienta fundamental, con los canales de participación azolvados por los partidos y el Estado de derecho resquebrajado, plantear propósitos nacionales es tanto como llamar a conflicto, al torneo de fuerzas donde los sectores más fuertes -empresariales, gremiales y burocráticos- intentarán defender con exclusividad sus intereses y privilegios o, peor aún, reventar la medida que los amenaza y, si puede, al autor de ella.
Vista de ese modo, en la política fiscal el gobierno se juega sus posibilidades si no es que su destino... al tiempo que implica o arrastra a los gobernados.
***
Hace un año, el debate de la política fiscal no tuvo el fragor de ahora.
Es normal, a la hora del relevo, el gobierno entrante prioriza asegurar la hacienda pública y, en lidia con la administración saliente, sin forzar intenta darle una orientación preliminar a sabiendas de la estrechez del margen de maniobra. Lo importante es asegurarla, sobre todo considerando que el nuevo presidente de la República ni siquiera ha terminado de sentarse en la silla. Esta vez, en la propuesta de su política fiscal, el gobierno cifra la posibilidad de concretar su proyecto y, consciente del reducido periodo que media antes de la elección intermedia, pone en ella el mayor de los empeños.
José López Portillo y Pacheco.
Esta segunda propuesta es la que ahora ha dado lugar a tanto jaloneo y litigio, tanta amenaza y resistencia, tanto brinco. Más allá de los ajustes operados a la propuesta original, los términos del debate revelan una profunda desconfianza entre el gobierno y los gobernados. Una relación complicada donde los aliados, hasta entonces naturales, se sienten traicionados y donde los olvidados miran con profundo recelo la pretensión gubernamental.
Fincar relaciones a partir de la desconfianza, siempre es un enredo.
***
En la medida en que la mercadotecnia electoral fija por meta obtener votos a como dé lugar, cuando estos se consiguen, ello no se traduce en respaldo o legitimidad. De ahí que, frecuentemente, los partidos y los candidatos ganan la elección pero no el gobierno.
El espectáculo de los elegidos ya instalados en el puesto es peripatético. Ocupan la posición sin los títulos necesarios para cumplir con un mandato y muchísimo menos para mandar. Llegan como estrellas, pero sin brillo propio.
Enrique Peña Nieto.
Gobernar, a partir de ese origen, es un problema: no se sabe con quién se cuenta y, a veces, ni a quién se representa. Por lo general, ese presunto gobernante sabe a quién debe atender, pero también a quién debe obedecer y, cuando no se limita a administrar la inercia, gobierna a tientas o al ritmo de corazonadas. A la postre, la falta de respaldo social, lo lleva a echarse en brazos de los intereses más fuertes y organizados, los monopolios y el corporativismo, que le garantizan su sobrevivencia a costa de no moverle, de no intentar modificar el statu quo.
Durante décadas, esa ha sido la norma que regula la relación del gobierno con los gobernados, en particular con las élites poderosas que, debilitado el Estado, se constituyen en su principal punto de apoyo, por no decir, su dueño. Al resto de los gobernados se les podrá ofrecer algo, un paliativo o una chuleta que, si bien suscita alguna queja escenográfica por parte de los patrocinadores del gobierno, no altera sustancialmente la relación establecida.
***
Carlos Marx.
Esta vez, pero sin mandar señales contundentes de su intención de rectificar hacia dentro y hacia fuera, el gobierno planteó modificar ligeramente los términos de la relación con los gobernados. El Ejecutivo imprimió un ligero tinte social a la política fiscal y, directamente o a través de intermediarios, los poderes fácticos afectados no tardaron en impulsar una reacción cacerolera y en emparentar a Enrique Peña Nieto con Luis Echeverría, José López Portillo o ¡Carlos Marx!
Años de neoliberalismo, de reducir al Estado y ampliar el mercado, de entender el gobierno como franquicia de los grandes intereses, de confundir derechos con privilegios, convirtieron el más minúsculo ajuste social en síntoma de inaceptable populismo. La virtud, así se reconocía, del priismo de modular y aplicar reformas sociales para establecer equilibrios ahora es vicio. Podrá la nación estar deslizándose por un desfiladero, pero hay un solo modo de hacer las cosas y quien se aparte de él que pague el costo.
Bríndese seguridad, fortalézcase el Estado de derecho, atempérese la desigualdad social, abátase la criminalidad, genérese empleo... pero no se toque ni se mueva nada. Si al país le va mal, es porque vamos bien.
***
Ahora, aun con los ajustes a la política fiscal y con buena parte del marco jurídico a su parecer necesario, el Ejecutivo está frente a su mayor desafío: constituirse en gobierno.
Se dice fácil, pero exige una hazaña. Si cuenta ya con la palanca fiscal y pretende modificar la relación con los gobernados, el listado de tareas es largo. Acreditar, de manera contundente, que los recursos llegarán a su destino y no, como tantas veces, al barril sin fondo del despilfarro, el robo o a la generación de una nueva camada de millonarios egresados de la administración. Mostrar que el gobierno también pone. Comunicar en serio, salir del discurso convertido en fastidioso spot. Informar de resultados, no dorar propósitos. Dejar la política cupular presuntamente ilustrada que, en su reverso, estampa un profundo desprecio por la ciudadanía. Buscar respaldo social, no abrigo en los grandes intereses. Construir confianza, no sospecha. Fortalecer al Estado, darle perspectiva a la nación.
Enrique Peña Nieto llegó hace casi un año a Palacio Nacional. Ahora, debe ocuparlo.
sobreaviso12@gmail.com

Excelente para productores ejidales


El Sexódromo: Dos novelas eróticas

Verónica Maza Bustamante.
Erotismo y sexualidad son los temas principales de los que se ocupa Verónica Maza Bustamante en su columna El Sexódromo, que forma parte de la sección El Ángel Exterminador de Milenio Diario Laguna, en su más reciente entrega –la del sábado 19 de octubre- la sexóloga reseña sin pelos en la lengua dos novelas eróticas.

Aún hay plumas carismáticas que entienden que uno de los principales objetivos de la literatura erótica es excitar pero que eso se puede conseguir con historias inteligentes, diferentes, bien escritas, incluso profundas y muy pero muy sexuales.

México • A raíz del éxito mundial de Cincuenta sombras de Grey y las otras dos novelas que integran la trilogía escrita por E.L. James, parece que la mayoría de las editoriales tiene la consigna de publicar libros que parezcan calcas de las malísimas aventuras de Anastasia Steele, las cuales, a su vez, son pésimas réplicas de las acontecidas en los clásicos Historia de O y Hacia el Edén. Es decir, no hay nada nuevo bajo el sol sensual.
A mi escritorio han llegado más de una docena de ejemplares, todos redactados por mujeres (salvo El infierno de Gabriel, la soporífera novela de Sylvain Reynard, seudónimo de algún caballero que sigue creyendo que el himen es tan importante que la protagonista anhela deshacerse de él desde las primeras páginas pero lo logra hasta la 500 y pico), quienes suelen repetir la formulita: una chica universitaria, guapísima e inocente, se enamora de un hombre mayor que ella con un pasado oscuro, que disfruta de las relaciones de sumisión y dominación, prácticas a las que introduce a la núbil damisela, quien descubre de un jalón algunas de las maravillas más sofisticadas del erotismo pero, a la vez, experimenta un tremendo miedo de lo que está sintiendo.
“¿Será que creen que sólo las jóvenes cogen? ¿O tienen la idea de que lo hacen mejor, más rico, más seguido? ¿O que son las únicas que tienen aventuras de ese calibre? ¿Es posible que la mayoría de los hombres maduros sueñen únicamente con ‘iniciar’ a las más jóvenes y ‘enseñarles’ lo que saben (que muchas veces no es demasiado)?”, les pregunté hace poco a mis amigos en la redacción; rieron pero no supieron darme razón. Sigo sin respuestas.
No les daré los títulos de los volúmenes a los que me refiero porque quiero escribir sobre cada uno de ellos, “sea para bien o todo mal”, como diría la canción de La Vela Puerca. No obstante, y como quiero verlos sonreír, les digo que no todo está perdido, herman@s. Aún hay plumas carismáticas que entienden que uno de los principales objetivos de la literatura erótica es excitar pero que eso se puede conseguir con historias inteligentes, diferentes, bien escritas, incluso profundas y muy pero muy sexuales. Al menos este año encontré cuatro de ellas. Hoy hablaremos de dos y la próxima semana de otras tantas.
 
Furores Íntimos. Charlotte Roche. Anagrama
Nacida en Reino Unido pero criada en Alemania, la autora de este libro trabajaba como presentadora de televisión cuando publicó su primera novela, Zonas húmedas, la cual superó el millón y medio de ejemplares vendidos, siendo traducida a 25 idiomas.
En Furores íntimos, su segundo libro, nos encontramos con Elizabeth, esposa de Greg y madre de la niña Liza; hija de una mujer que creía que el disfrute erótico era malo y paciente de una psicoterapeuta que lo mismo escucha sus aventuras más intensas que sus predicamentos no morales sino sobre la vida, el ser y, casi casi, la nada.
Confieso que desde el inicio me atrapó con una foto de Roche con su fleco de niña buena y sus brazos tatuados. “Interesante”, pensé, y lo confirmé cuando a la novena página me sentía sumamente excitada pero ya había lanzado algunas carcajadas, había arqueado las cejas en señal de sorpresa, me había sentido identificada y no quería dejar de leer.
La anécdota de los furores es sencilla: Elizabeth se siente libre en los momentos en los que explora los innumerables matices de la sexualidad en compañía de su marido, Greg, un hombre poco agraciado físicamente pero muy sexual, con quien quiere permanecer hasta el día de su muerte no por un asunto religioso ni monógamo (ella cree que la monogamia constituye el error más grande de la vida), sino por su historia pasada, porque es su cómplice y amante, aquel a quien pone a prueba pero persigue sin reservas. Es su complemento, su Dios y su diablo.
Con él, Elizabeth vive numerosas aventuras que van desde un encuentro carnal hogareño antes de que su hija llegue de la escuela hasta la visita a puticlubes para hacer tríos con otras mujeres o fantasear con hombres que cumplan diversos roles.
La protagonista no es joven ni demasiado hermosa. Poco tiene de inocencia pero la que aún conserva le permite analizar con asombro aquello que siente antes, durante y después de sus encuentros sexuales. Con ella vamos de la casa al hospital, de un consultorio a un burdel, de las calles a los laberintos de su memoria, de su vida, de la de su familia.
Hay, en Furores íntimos, mucho sexo. Historias detalladas tanto en la forma como en el fondo de prácticas eróticas no siempre comunes que se descubren o comprenden a través de las reflexiones lanzadas al aire por la protagonista, quien logra conmover y hasta hacer enojar cuando, a pesar de su apertura, se deja llevar por los celos (nunca hacia otras mujeres, sino de la posibilidad, por ejemplo, de que su marido haga algo —como ver una película porno— sin ella).
Hay momentos sublimes que ponen a la historia del lado opuesto de las Sombras de Grey, como cuando los personajes van al puticlub (las traducciones de Anagrama siguen siendo al castellano) y dan sus nombres verdaderos porque “nadie está más seguro en un lugar así que una pareja de esposos”. Cuando Elizabeth se pregunta por qué los hombres mayores escogen a mujeres jóvenes para follar y se responde: “Deben pensar que la juventud se transmite por la polla”. Cuando va de profundas y divertidas reflexiones sexuales (sobre aquello que la excita a ella y lo que mueve a su esposo, sobre la razón por la que están juntos, sobre su visión del placer), a lo complejo que es ser madre sin morir en el intento, incluso cuando hija y progenitora sufren de lombrices en los intestinos.
Al menos para mí, Furores íntimos —publicada en Alemania en 2011 y en México en 2013— es la novela erótica del año.

La sociedad Juliette. Sasha Grey. Grijalbo
La carta de presentación de este ejemplar puede ser parte de su éxito o su tumba, dependiendo del criterio del lector: su autora es una de las más célebres y reconocidas estrellas de la industria pornográfica de Hollywood. Con 21 años abandonó este mundo y se dedicó a la actuación, siendo ésta su primera novela.
La protagonista resulta ser, cómo no, una joven estudiante de cine con una gran inquietud sexual a quien le gusta fantasear con su apetecible maestro y más tarde se verá involucrada en una sociedad secreta dedicada al hedonismo. Hasta ahí todo va mal. Sin embargo, en sus páginas se descubre una manera de narrar anécdotas más o menos comunes en la literatura erótica de manera fresca, directa y hasta divertida. Eso se agradece.
No me gusta que las protagonistas reflexionen sobre cuestiones morales, como pasa con Las Grey y sus copias. El tema del bien y el mal en el erotismo es tan viejo que aparece en el Génesis, pero aún no ha sido superado porque seguimos viviendo en comunidades que le dan demasiado valor al placer sexual y, ante ello, creen que la salvación está en quitárselo todo. En cambio, disfruto con aquellas mujeres de ficción (aún más las reales) que analizan sus deseos no con miedo sino con curiosidad, tratando de comprender cómo funciona el motor de la atracción, del deseo, del gozo, por qué nos dejamos llevar por la libido y las maneras en que eso nos puede liberar o condenar. Eso hace Catherine, la figura principal de esta novela.
Con mucho de Eyes Wide Shut, de Stanley Kubrick, y una buena dosis del ahora tan trillado BDSM, su atractivo está en la narración escrita de una manera ligera, dinámica, sin pelos en la lengua, y en la turbación que eso puede generar.
www.facebook.com/veronicamazab
@draverotika

Refresqueras versus Congreso

Rodolfo Echeverría Ruiz.
A diferencia de la mayoría de los opinadores en medios escritos y electrónicos del país Rodolfo Echeverría Ruiz se encuentra empeñado en una singular batalla en contra de las trasnacionales dedicadas a la producción de aguas negras azucaradas y productos chatarra que nada tienen de alimenticio y que por lo mismo han convertido a un elevado porcentaje de connacionales en víctimas de esos flagelos a la salud que son la obesidad y la diabetes que en entidades como Coahuila constituyen las principales causas de mortalidad. Rodolfo Echeverría Ruiz es colaborador entre otros medios de El Universal y solo en el mencionado cotidiano se han seguido publicando sus colaboraciones relacionadas con los daños que causan los refrescos y alimentos con un alto contenido de azúcar. Los refrescos de cola y los alimentos chatarra son los principales responsables de obesidad, diabetes y demás padecimientos que llevan a la tumba a cientos de personas cada año, al grado de que la presente generación será la primera cuyos padres verán morir  y enterrarán a sus hijos.

¿Conseguirán las grandes transnacionales obligar a los diputados y a los senadores a dar marcha atrás en lo concerniente al impuesto con el que el Estado busca gravar, aunque sea mínimamente, a los refrescos y a otras bebidas superendulzadas? ¿Doblegarán a los legisladores?   
A la perniciosa comida chatarra también debe gravársele. El excesivo consumo de toda una infinita gama de pastelillos artificiales y frituras dañinas también incide de manera decisiva en la alarmante elevación en los índices de sobrepeso, obesidad y diabetes entre los mexicanos. Aprovechen los legisladores esta oportunidad y aprueben otro impuesto especial, ahora destinado a tan nocivos productos comestibles.
La Secretaría de Salud ha confirmado que el tratamiento de las enfermedades crónico-degenerativas derivadas del sobrepeso y de la obesidad  representa un gasto superior a  60 mil millones de pesos. Al aprobarse el impuesto, el fisco podría disponer de 23 mil millones cuya totalidad se destinaría a fortalecer los programas de salud en el combate a la obesidad y a la diabetes.  
La diabetes mató el año pasado alrededor  de 80 mil mexicanos. Más de 500 mil sufrieron graves enfermedades oftalmológicas. Y 64 mil padecieron del riñón por esa causa. La diabetes causó casi 100 mil ataques cardiacos. En nuestro país tenemos 11 millones de diabéticos. Hacia 2030 la cifra ascenderá a 17 millones.  
Las compañías productoras de chatarras líquidas y sólidas se han extralimitado en los recursos empleados -iba a decir en las flagrantes mentiras difundidas costosa y profusamente-  en su tan vano como desmesurado intento de defender lo indefendible ante una opinión pública innegable y ante unos consumidores desprotegidos.
Amenazadores, han llegado los empresarios a declarar que, con la aplicación del nuevo impuesto, disminuirá hasta 40% la venta de refrescos en los pequeños comercios y que, ante un hipotético aumento en el precio de esas bebidas, el impacto más  fuerte  lo sufrirá el consumidor. 
Y, no contentas con ello, las embotelladoras pretenden asustar –y azuzar- a los trabajadores de los ingenios y a los campesinos cañeros al difundir que el impuesto a las aguas superendulzadas reduciría 50% los precios del azúcar y los de la caña. ¿Desde cuándo los patrones defienden a los obreros? 
Crece y se difunde entre los legisladores federales la triste especie según la cual las autoridades hacendarias, promotoras originales del proyecto de impuesto destinado a gravar a las bebidas superazucaradas, estarían dispuestas a rectificar y a "perdonar" a esas multimillonarias empresas.   
El diputado del PAN, Mario Sánchez Ruiz, presidente de la Comisión de Economía  -y quien hasta el año pasado fungió como cabeza del Consejo Coordinador Empresarial-  es una de las personas que con mayor insistencia se ha manifestado en contra de la posibilidad del establecimiento del impuesto. Sin embargo, cientos de diputados miembros de otros partidos distintos al suyo opinan lo contrario. Lo han dejado solo. El PAN y la cúpula de los empresarios se han aliado contra el impuesto especial a los refrescos. La derecha política protege a la derecha económica. 
El presidente de la Cámara Nacional de las Industrias Azucarera y Alcoholera ha sostenido: “El impuesto a los refrescos resulta muy inequitativo”. Y, sin pestañear siquiera, el empresario se ha autoerigido en protector de los pobres: “La población más afectada  con la entrada en vigor de ese impuesto será la de más escasos recursos”. Y remató con escalofriante mal gusto y  sin caérsele  la cara de vergüenza: “El refresco es históricamente una fuente de calorías baratas. Mucha gente que trabaja físicamente, como los albañiles,  se toma un refresco y le da calorías para seguir adelante…”   
En este, como en otros muchos temas, el Congreso de la Unión está obligado, desde los puntos de vista ético y político, jurídico y fiscal, a demostrar que en realidad legisla. El poder  público existe para ejercerse en forma legal y democrática, pero no está para ceder mayor terreno a las ya hace muchos decenios superpoderosas empresas de ese prescindible o, por lo menos, muy acotable ramo industrial.   
La nación reclama un parlamento dialogante, negociador, sí, pero de ningún modo  omiso en todo lo relativo a la salud de los mexicanos.  
Sería decepcionante para la inmensa mayoría de la población  --y atentaría contra la salud física de millones de mexicanos--  si los legisladores cedieran ante las presiones y ante los chantajes de los directivos y de los altos empleados de las compañías refresqueras, algunos de ellos expolíticos, carentes de sensibilidad social, resentidos, quienes, durante años y años, recibieron innumerables oportunidades y mercedes, tan inmerecidas como mal gestionadas. Hablo, también, acerca de sus publicistas gringoides, de sus cabilderos inescrupulosos, de sus abogados poco éticos… 
Los fabricantes de esos productos industrializados no han cejado ni cejarán en su ambiciosa pretensión. Esta consiste en incrementar -a sangre y fuego, pase lo que pase, tope donde tope-  sus mercantilistas ganancias estratosféricas producto del consumo masivo de tan dañinos líquidos. 
Seguirán oponiéndose -cada día con menos razones y con mayor virulencia- al esfuerzo gubernamental de gravar con un peso –algunos legisladores han propuesto dos pesos-  cada litro en la venta de esos tóxicos embotellados o enlatados. En  el  colmo  de  la  inverecundia,  el  director  de Coca Cola en México ha calificado a ese impuesto como  “discriminatorio y arbitrario”. 
Sería, ya digo, atroz y vergonzoso que el legislativo capitulara ante el ilegítimo poder político  -fáctico y mediático-  de esas compañías gigantescas cuyos capitanes nacionales y extranjeros impugnan el impuesto. ¿Tienen esas empresas un poder mayor al emanado de las urnas, al del Estado en su conjunto?. 
¿Con qué cara miraría el Estado -después de su capitulación o de su derrota a manos de los chantajes empresariales-  a los millones de mexicanos obesos y diabéticos?. Los enfermos ya no recibirían atención médica especializada en ninguno de los establecimientos del  hoy ya insuficiente sector salud. 
¿Es mentira todo lo que han declarado y  escrito los secretarios de hacienda y de salud, de educación, de economía y de  desarrollo social,  acerca de la ya desbordada epidemia de obesidad y de diabetes cuya virulencia asuela al país y condena a una muerte prematura a millones de enfermos?. Entre ellos, en su inmensa mayoría niñas y niños, adolescentes y jóvenes de hoy, morirán, inexorablemente, mucho antes que sus padres. 
¿Y dónde quedarán las investigaciones y los trabajos, los estudios y los análisis elaborados por instituciones dotadas de la más alta respetabilidad y solvencia académica y profesional como la UNAM; la Organización Mundial de la Salud (OMS-ONU); el Instituto Nacional de Salud Pública; la UAM; la Universidad Veracruzana; el Colegio de México; el INEGI; el IPN; la Academia Nacional de Medicina; la Academia Mexicana de Pediatría; la Academia Mexicana de Cirugía y todo un catálogo de los más prestigiados gastroenterólogos y endocrinólogos; oftalmólogos y odontólogos; histólogos y nutriólogos; cardiólogos, nefrólogos y cancerólogos, siquiatras, sicoanalistas y sicólogos cuyos trabajos profesionales y académicos describen y evalúan las epidemias de obesidad y de diabetes y proscriben a sus pacientes la ingesta de todo género de chatarras sólidas y liquidas como los refrescos saturados de azúcares?. 
Si el impuesto entrara en vigor ¿se irían de nuestro país las empresas refresqueras?. ¿Renunciarían la Coca Cola y la Pepsi Cola a su  inmenso mercado mexicano, el más lucrativo en el mundo?. El consumo de refrescos es habitual en 80% de los mexicanos: esas empresas no abandonarían jamás uno de sus gigantescos negocios existentes en nuestro atribulado mundo global.
Lo sabemos: con y sin ese impuesto crecerá de  todas   maneras –tal vez a un ritmo un poco menor- el consumo de refrescos, pero el gobierno dispondrá de mayores recursos para destinarlos a la atención de los millones de mexicanos obesos y diabéticos. La obesidad y el sobrepeso afectan ya a 70%. 
El artículo 24 bis de la recién reformada Ley General de Educación obliga a la secretaría del ramo y a la de salud a elaborar los lineamientos administrativos destinados a prohibir la venta de productos chatarra en las escuelas. 
Si alguno de los empresarios refresqueros o alguno de sus seres queridos o cualquiera de los defensores de esas  bebidas   padeciera –y nadie lo desea, por supuesto- problemas de salud derivados del sobrepeso, la diabetes y la obesidad  ¿insistirían en oponerse al impuesto?. ¿Intensificarían las compañías su mendaz cruzada acerca del hipotético carácter inofensivo de esas chatarras líquidas?. ¿Beberían ellos mismos esas aguas negras azucaradas?. ¿Recomendarían a sus parientes enfermos  la ingestión de refrescos y de otras chatarras?.   
En mayo de 2010 EL UNIVERSAL editorializó: “Cuesta al país miles de millones de pesos atender las enfermedades derivadas de la obesidad como la diabetes y la hipertensión. México es número uno en obesidad infantil a escala mundial merced al ambiente ‘obsigénico’ en que se desarrollan los niños: la publicidad dirigida a menores, la falta de educación nutricional, la prevalencia de comida y bebida chatarra…” 
En promedio, cada mexicano bebe al año 163 litros  (en EUA, y ya es decir, el consumo es 40% menor) de esos líquidos cuya acción letal en el cuerpo humano conduce a esas y a otras muchas enfermedades y padecimientos atendidos por el Estado en sus atiborrados y poco numerosos establecimientos de salud. 
Como resulta evidente, vivimos una catástrofe. La obesidad y la diabetes se multiplican de manera galopante en México.
La aprobación de esa necesaria medida fiscal honraría a los representantes populares.  Significaría un avance –aunque fuera pequeño y modesto, como es-  en la titánica, desigual lucha contra el sobrepeso, la obesidad y la diabetes en México.  
Está  en  juego  la  respetabilidad  y  la credibilidad del Estado mexicano. ¿Claudicarán los diputados ante las presiones y ante las fingidas alarmas de las refresqueras y de los productores de comida chatarra?. ¿Son esos negocios mercantiles más poderosos que la  soberana institución legislativa de la república?.  

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