Adela Celorio. |
En su más reciente entrega al periódico regional El Siglo de Torreón la escritora Adela Celorio se ocupa del Festival Cultural Revueltas que se realiza en Durango, del que comenta a propósito de un manuscrito que le hizo llegar María del Socorro Bocanegra: “Como ya anticipé, los temas son variados y todos impregnados del refinado espíritu de la autora; aunque lo que me movió a transcribir algunos de sus párrafos, es el valioso testimonio del momento en que allá por el 1905 aparece en la Hacienda de San Juan de Avilés, Juanita López -quien según su ex-alumna Doña Luz Méndez que muy pronto cumplirá cien años -la autora fecha su manuscrito en 1997- fue la primera profesora de que se tiene memoria por allá. Según la investigación de la maestra Bocanegra, las primeras personas que por pura generosidad reunieron a los niños del pueblo para enseñarles a leer, a escribir, a pensar; aparecen allá por el 1905-1906”.
Me
hubiera encantado participar de los magníficos eventos del "Festival
Cultural Revueltas", allá en Durango. Pero ni modo, no se puede estar en
todas partes y por ahora, la vida y la quebrantada salud de mi Querubín me
requieren por acá. De cualquier modo, desde aquí he disfrutado mi particular
festival en la lectura de un manuscrito que me hizo llegar la maestra María del
Socorro Bocanegra. Porque el tiempo no me da de sí, y porque cada obsequio que
recibo requiere mi especial atención; en principio los deposito sobre mi
escritorio que es una especie de caballo percherón; y de ahí voy tomando y
disfrutando uno a la vez, hasta que todos ellos van tomando su lugar en los
pocos espacios de mi -su casa de ustedes-; donde yo, en lugar de sólo estar;
soy. Enmarcada y magnífica la tinta de Alfonso Liserio Valdez ha encontrando su
espacio "Allá lejos, donde habita el olvido". En mi cuello un collar
de perlas gordas con el suave oriente de la amistad. Esta vez le ha tocado el
turno al manuscrito de la maestra Bocanegra que me ha atrapado desde la primera
página: "Escribo esto primero para no hundirme nuevamente en la depresión
y después por el gozo que siento al escribirlo, o como catarsis para sacar las
espinas que me he clavado en el corazón"; anticipa la autora del
manuscrito que ella intitula: "Mi Pueblo, Mi gente y Yo", en el que
nos va adentrando en lo que fueron los primeros tiempos de la vida en la
Hacienda de San Juan de Avilés que con los años se convertiría en Ciudad Juárez
Durango.
Los
temas son tan variados y sensibles que me pareció interesante compartir algo
con usted, pacientísimo lector. En las primeras páginas del manuscrito y como
para ponerlo bajo su protección; la autora nos da seña y Santo del venerado
Niño de Atocha. Más adelante, humedecidas con algunas lágrimas, relata las
aventuras de su corazón, de su familia, de su compañero de vida. "Tengo
las mejores fotos, no han sufrido ni un rasguño o doblez, tampoco se ha
desvanecido el color, porque fueron tomadas con la mejor cámara… mis ojos; y
reveladas por mi corazón --cuenta la maestra Bocanegra.
Como
ya anticipé, los temas son variados y todos impregnados del refinado espíritu
de la autora; aunque lo que me movió a transcribir algunos de sus párrafos, es
el valioso testimonio del momento en que allá por el 1905 aparece en la
Hacienda de San Juan de Avilés, Juanita López -quien según su ex-alumna Doña
Luz Méndez que muy pronto cumplirá cien años -la autora fecha su manuscrito en
1997- fue la primera profesora de que se tiene memoria por allá. Según la
investigación de la maestra Bocanegra, las primeras personas que por pura
generosidad reunieron a los niños del pueblo para enseñarles a leer, a
escribir, a pensar; aparecen allá por el 1905-1906. "Quiero mencionar la
participación de la señora Andrea Moreno que enseñaba (lo poco que sabía) a
poquitos alumnos vecinos de ella, sin cobrar nada". "Ya más adelante
se impartieron clases en una escuela particular llamada Francisco I. Madero que
cobraba a los padres de familia 0.30 centavos por mes. Después le subieron y ya
cobraban 0.50 centavos".
Otro
personaje que llama la atención entre los maestros pioneros, es Don Jesús
Betancourt: "era moreno y de facciones algo indígenas" -cuenta la
autora. Le gustaba entrarle a las copitas y era un poco ateo porque decía que
los curas de esos tiempos, no daban de gracia lo que de gracia recibían. De
carácter fuerte, pero con un exquisito gusto musical, después de dar clases a
los niños durante el día; en su casa por las noches, el maestro Betancourt
enseñaba guitarra, banjo, chelo, violín, flauta; formando en la música a
quienes a su vez han formado nuevas generaciones de músicos"
Así,
con una voz que sale directo del corazón, la autora da testimonio de la
generosidad con que se entregaron al magisterio personas que aún sin tener
formación académica que los acreditara, sintieron el deber moral de transmitir
a los niños las letras, los números, la educación que es el valor fundamental
de cualquier sociedad que se respete. "Yo no nací para maestra, perseguí
con encono ese sueño porque en mi futuro no había otra meta, pero cuando empecé
a ejercer mi profesión, mi amor y entrega se fue dando hasta convertirme en una
profesional plena y orgullosa de su trabajo" -nos cuenta la autora. El
espíritu y la genuina vocación de aquellos maestros, contrasta con el panorama
de profesores vandálicos y amenazantes que hoy padecemos. "Hay de pobres a
pobres" cuenta la maestra Bocanegra, pero yo creo que no hay mayor pobreza
que un país sin futuro porque algunos miles de discapacitados morales han
secuestrado el derecho de los niños a la educación. La semilla cuando no se
reparte, se pudre.
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