Vivimos una época en que el gobierno incumple la principal de sus obligaciones, la preservación del orden público y la garantía de las posesiones y la integridad física de los ciudadanos, lo que obliga a que se susciten episodios como el protagonizado por don Alejo Garza Támez, quien sin más apoyo que su pericia en el uso de armas enfrentó sólo al grupo de sicarios que pretendían arrebatarle su patrimonio, el siguiente texto son una serie de reflexiones del analista político Marcos Barraza Urquidi, que el día de ayer 25 de noviembre publicó EL DIARIO DE JUÁREZ.
Ciudad Juárez, Chihuahua- 25/11/2010. La noticia de la defensa que hizo don Alejo Garza Támez, es sin duda una gran lección de valentía, pundonor y dignidad, pero no es la única lección que nos deja. Sería interesante que nos hiciéramos algunas preguntas en busca de otras lecciones: ¿Por qué no se quedó ninguno de sus empleados? ¿Por qué no hubo un “me la juego con usted? ¿Dónde estaban sus hijos? ¿Sus amigos? ¿Los otros empresarios? ¿La sociedad? En síntesis ¿Dónde estábamos todos?
La respuesta es sencilla, escondidos reclamándole a Calderón que no esté en todas las partes donde se le necesita, que no esté junto a cada chamaco para evitar que delinca, que no esté en nuestras casas evitando un asalto, que no cuide nuestros carros, que no pare las extorsiones y los secuestros, que no esté junto a cada policía para que no se corrompa y ahí donde están los demás males que nos aquejan.
Es cierto que los políticos, que andan tras un hueso o una curul, nos repitan que la principal obligación de la autoridad es darnos seguridad, pero si usted se toma la molestia de leer la constitución se dará cuenta que en ninguna parte se habla de obligaciones del Estado para con la ciudadanía, vaya ni siquiera nos reconoce como personas con derechos humanos solamente, en forma graciosa y magnánima nos “otorga” garantías individuales en tanto no diga otra cosa.
Pst pst, señor, señora, señorita, los problemas de Juárez no los va a resolver Calderón, ni Peña Nieto, ni el López ladrador, los van a resolver los que los crearon, los juarenses. Caaalma, caalma no se me enoje, el grado de deterioro moral y social que hay en nuestra ciudad, sí se debe en parte a lo que no ha hecho la autoridad pero también en lo que hemos permitido como sociedad.
Los grandes delincuentes no vivían en las alcantarillas, ni escondidos en cuevas, no señor, vivían en las mejores colonias y en las más lujosas casas y sus señoras iban a los mejores “clubs” y sus hijos a las mejores, o mejor dicho a las escuelas más caras; muchos negocios fueron financiados por ellos, eran clientes espléndidos, no lo podemos probar pero no se haga, lo sabíamos.
Los jóvenes iban a las fiestas rave y se ponían hasta las chanclas y regresaban en la madrugada y nos hacíamos de la vista gorda. A muy temprana edad se iniciaban en el sexo y como que no nos dábamos cuenta, falta más “¿pos qué nos ven cara de mochos?”. Las adolescentes parturientas empezaron abundar hasta que ocupamos el primer lugar en adolescente madres, la mayor parte abandonadas por el hombre que les hizo el chistecito y nos llenamos de bastardos; me imagino que fue culpa de Calderón, chaparro éste tan enjundioso.
Hoy tenemos una juventud relajada que sueña con camionetas del año, que escucha narcocorridos, que quiere tener abundante “lana” sin pasar por el problemático y largo camino del trabajo productivo ¿“pos” dónde estaba Calderón cuando esto chamacos necesitaron ser educados en valores?
Me temo que si apelamos a la razón esto no es culpa de Calderón ¿Qué tal el verso? Esto es culpa de cada uno de los que habitamos esta ciudad. Yo sé que muchos ya se fueron, todos aquellos que tuvieron la posibilidad ya están a salvo en El Paso y démosle un reconocimiento a la nobleza de los güeros que los han recibido, pero si usted me lo permite y no se enoja, me gustaría hacerles una pregunta ¡hey batos ¿Y el tiradero que dejaron?
El sacrificio de don Alejo Garza nos debe llevar a una profunda reflexión de lo que debemos de hacer para rescatar nuestra ciudad. Si me permite una sugerencia debemos de buscar que cada ciudadano sea un Alejo Garza y que nos reconciliemos con nosotros mismos en la búsqueda de los valores universales que abandonamos.
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