María Guadalupe MUÑOZ SALDÚA |
En
estos relatos que me envió MARÍA GUADALUPE MUÑOZ
SALDÚA se demuestra como se
pueden resolver problemas complicados con soluciones sencillas y sin necesidad
de aplicar gastos onerosos, pero utilizando algo que los humanos tenemos de
sobra y que no es otra cosa que la observación y el ingenio.
Cuando antes de los '60 la NASA emprendió el lanzamiento
de astronautas al espacio, advirtieron que sus bolígrafos no funcionarían en
gravedad cero, ya que la tinta no bajaría a la superficie en que se deseara
escribir.
Al cabo de 6 años de pruebas e investigaciones que
demandaron un gasto de 12 millones de dólares, lograron desarrollar un
bolígrafo que funcionaba en gravedad cero, abajo del agua, sobre cualquier
superficie incluyendo cristal y en un rango de temperaturas que iban desde bajo
cero hasta 300 grados centígrados.
Los rusos,
por su parte, descartaron los bolígrafos y dieron lápices a sus tripulaciones
para que pudieran escribir.
En 1970, un
ciudadano japonés envió una carta a una fábrica de jabones de Tokio, reclamando
haber adquirido una cajita de jabones que -al abrirla- estaba vacía. El reclamo
puso en marcha todo un programa de gestión administrativa y operativa; los
ingenieros de la fábrica recibieron instrucciones de diseñar un sistema que
impidiera que esta dificultad volviera a repetirse. Luego de mucha discusión,
los ingenieros estaban de acuerdo que el problema se había suscitado en la
cadena de empaquetado de los jabones, donde una cajita en movimiento no fue
llenada con el jabón respectivo.
Por indicación de los ingenieros se diseñó e instaló
una sofisticada máquina de rayos "X" con monitores de alta
resolución, operada por dos trabajadores encargados de vigilar todas las cajas
de jabón que salían de la línea de empaquetado para de esa manera asegurarse de
que ninguna estuviera vacía. El costo de esa máquina superó los 250,000
dólares.
Cuando la
máquina de rayos "X" comenzó a fallar al cabo de cinco meses de ser
operada en los tres turnos de la empresa, un obrero del área de empaquetado
pidió prestado un potente ventilador y lo apuntó hacia la parte final de la
faja transportadora. Mientras las cajitas avanzaban en tal dirección, las que
estaban vacías simplemente salían volando de la línea de empacado.
El hotelero
neoyorkino:
El gerente general de una cadena hotelera neoyorkina
viajó por segunda vez a Seul en el lapso de un año; al llegar al hotel donde
debía hospedarse fue recibido cálidamente con un "Bienvenido nuevamente
señor, que bueno es verlo una vez más en nuestro hotel". Dudando de que el
recepcionista tuviera tan buena memoria y sorprendido del recibimiento, se
propuso que -a su retorno a New York- impondría igual sistema de trato al
cliente en la cadena hotelera que regenteaba. A su retorno convocó y reunió a
todos sus gerentes encomendándoles desarrollar alguna estrategia ad-hoc a tal
pretensión.
Los gerentes determinaron implementar un software
con reconocimiento de rostros, base de datos actualizada día a día, cámaras
especiales, con un tiempo de respuesta en micro segundos, así como la
pertinente capacitación a los empleados, etc., cuyo costo aproximado sería de
2.5 millones de dólares.
El gerente general descartó la idea por costosa.
Meses después, en su tercer viaje a Seul, luego de ser recibido de la misma
manera, ofreció una buena gratificación al recepcionista para que le revelara
cómo lo hacían.
El
recepcionista le dijo: “Mire señor, aquí tenemos un arreglo con los taxistas
del aeropuerto; durante el trayecto ellos preguntan al pasajero si ya antes se
hospedó en este hotel, y, si la respuesta es afirmativa, ellos depositan sus
maletas al lado derecho del mostrador.
Si el cliente llega por primera vez, sus maletas son
dejadas al lado izquierdo. El chofer es gratificado con un dólar de
propina."
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