ROBERTA GARZA |
Roberta
Garza,
periodista originaria de Nuevo
León se distingue por su irreverencia y por que no tiene pelos en la
lengua. En su más reciente participación para Milenio Diario Laguna se ocupa de las 13 muertes ocurridas en el Distrito Federal, presuntamente
perpetradas por los cárteles de la droga.
Para
la geopolítica defeña, las 13 muertes del Edomex pudieron haber sucedido en
Monterrey, Veracruz o Cuautitlán. La bronca es que los malosos perdieron todo
respeto y además perpetraron, en la capital de todos los mexicanos, 22
asesinatos más. Pero que no panda el cúnico: el procurador Rodolfo Ríos ya
aseguró que éstos no pueden ligarse al narco porque no había presencia de
narcóticos —ajiú—, que las investigaciones van muy avanzadas y que las muertes
se debieron a riñas.
RODOLFO RÍOS GARZA |
Sí,
a riñas entre Los Z, el cártel del Pacífico y La Familia; sin descontar que
algunos entre los anteriores hayan sido efectivamente crímenes entre
particulares —digamos delitos pasionales o el cobro de una deuda—, cuando menos
la mitad fueron incómodamente similares a los que acostumbran los narcos: no un
asunto de balas perdidas o de cuchilladas enfurecidas, sino disparos precisos,
a sangre fría y dirigidos a cabeza o a corazón, donde los cuerpos son luego
encontrados atados de pies y manos y con las bocas o cabezas ahogadas en cinta canela.
Los
chilangos aún están lejos de los bonitos espectáculos que acostumbramos en el
norte del país, donde los cuerpos torturados son colgados de céntricos puentes,
algunos encendidos como teas, y las amas de casa esquivan balaceras en su
camino al kínder. Pero hasta la fecha, dentro o fuera del DF, toda autoridad ha
reaccionado ante los primeros signos evidentes de que el crimen organizado se
enseñorea en sus territorios con un cándido no pasarán; se toparán con pared;
estamos blindados; no fue el narco, fue Teté. Da igual; uno, dos o tres años
después, comandos armados se pasean por sus calles y avenidas como si tuvieran
la total complicidad de las policías locales. Como si.
En
la Ciudad de Vanguardia las extorsiones a tianguistas y tenderos por parte de
los cárteles son moneda corriente, las narcotiendas se han multiplicado
bíblicamente, los clicktivistas satanizan el combate al narco mientras fuman
churritos y conseguir coca es infinitamente más fácil que lograr un permiso
para remodelar una barda, pero el grueso de la ciudadanía aún vive
relativamente a salvo de la violencia de los sicarios. Porque aunque mienten
con todos sus dientes quienes afirman que el DF es una ciudad segura —no lo es
y nunca lo ha sido—, hasta ahora se padece allí solo el delito común que, tan
terrible como puede serlo, es juego de niños comparado con la violencia del
poder del narco.
Ojalá
que Ríos tenga razón y que lo de este fin de semana no sea un anuncio del
porvenir.
Twitter: @robertayque
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