Fernando Ramírez López. |
Los sucesos que culminaron en Tlatelolco con la matanza del 2 de octubre de 1968 marcaron de manera indeleble no solo a los protagonistas directos sino a la totalidad de los mexicanos y las consecuencias se siguen reflejando en nuestros días, la crónica puntual la traslada al momento actual * Fernando Ramírez López. En ese momento como uno solo los mexicanos se unieron para repudiar el autoritarismo criminal de Gustavo Díaz Ordaz y de sus esbirros, entre los principales Luís Echeverría Álvarez y Fernando Gutiérrez Barrios.
Para los
que con su sacrificio el 2 de octubre de
1968, le
dieron brío a la nueva lucha social.
“El hombre ha caído en una trampa (…) y la bondad no le sirve de nada en
este nuevo orden. Hoy día impera un clima de absoluta indiferencia. El bien y
el mal, el pesimismo y el optimismo, son cuestiones de grupos sanguíneos, no
designios angélicos. Quien quiera que fuera el que nos cuidaba y se ocupaba de
nosotros, que se interesaba por nuestro destino y el del mundo, ha sido
reemplazado por alguien que se regocija en nuestra servidumbre a la materia y a
las partes más viles de nuestra naturaleza”.
Lawrence Durrell.
Monsieur, o el príncipe de las tinieblas.
Triste
herencia es la que dejan los presidentes de la república en México para la
posteridad, por eso no les creemos nada, incluído el actual.
Han
pasado 45 años de aquella tarde noche en la que diversos organismos del
gobierno mexicano, el ejército principalmente, masacraron a una cantidad hoy
indeterminada de hombres y mujeres jóvenes que planteaban con su lucha en esa
época, la necesidad de construir un México más justo y democrático con la
mística no de las armas sino de las ideas. La razón que alienta el comentario
sobre este hecho criminal, es que las próximas generaciones lo conozcan,
situación que les debe parecer muy lejana, pero que desde esta época es el gran
quiebre social del Siglo XX, que deja como enseñanza la necesidad de construir
un país libre que todavía no lo es, democrático y sobre todo que levante las
rodillas ante los grupos de poder nacionales e internacionales.
Javier Barros Sierra encabezó la marcha del silencio. |
La
remembranza, surge en el momento en que Rogelio Luévano, talentoso director de
teatro lagunero de origen, al invitarnos en alguna ocasión a platicar con
jóvenes actores sobre hechos históricos trascendentes, consideraba que la
sensibilidad en el arte debe ser adquirida en la vida cotidiana y que estos
aprendices de actor tal vez no conocerán hechos tan importantes como los
sucedidos en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco el 2 de octubre de
1968.
Somos
un país que no ha terminado por adquirir una fisonomía política, social,
cultural, educativa y económica que nos haga saber quiénes somos y a dónde
vamos.
El
drama de los asesinatos colectivos ese año es de todos conocido: malos
gobiernos, desempleo, pérdida del poder adquisitivo, mandatarios carentes de
ideas sociales y claridad mental, que no son ni lejanamente personajes que
influyan en la lucha cotidiana del ciudadano común.
En
la tarde del crimen colectivo de esa fecha, se había ubicado una tribuna para
el mitin que se efectuaría en la parte frontal del Edificio Chihuahua en
Tlatelolco, cuando una larga columna de soldados con rifles en las manos
avanzaban desde el lado poniente hacia la multitud.
Empezaron
a distinguirse secos, sordos, los disparos repetidos de armas de fuego, que
multiplicaron los ruidos de metralletas y el mar de gente asustada buscaba
huir. La balacera se hizo ensordecedora. La noche cayó por completo y los
disparos siguieron en episodios continuos.
A
lo lejos se oía el ulular de sirenas de ambulancias. ¡Batallón Olimpia!
¡Batallón Olimpia! Ese grito se repetiría una y otra vez, ahí yacían los
cadáveres incontables de los estudiantes masacrados, otros fueron conducidos al
Campo Militar No. 1 para su incineración o encarcelamiento.
Gustavo Díaz Ordaz. |
El
origen formal de estos hechos dramáticos surgió de un incidente entre
estudiantes de la Escuela Isaac Ochoterena y alumnos de la Vocacional 2 del
IPN, todo comenzó el 23 de julio de ese año por insultos entre ellos y un
escandaloso zafarrancho en La Ciudadela de la ciudad de México.
Los
hechos se agudizaron por la intervención de contingentes de granaderos armados
con fusiles de gases lacrimógenos y de agentes policíacos vestidos de civil,
que traspusieron el umbral de la vocacional 5 y golpearon a alumnos y maestros.
Esto provocó la indignación de la comunidad politécnica y en consecuencia la
suspensión de las actividades académicas.
En
1968 en esta aldea global, las noticias de las revueltas estudiantiles de
Estados Unidos, Francia, Uruguay y otros países se comentaban ampliamente,
destacándose en la memoria las barricadas del mayo francés.
En
esa época el Secretario de Gobernación era Luís Echeverría y el Director
Federal de Seguridad Fernando Gutiérrez Barrios; estaba próxima la sucesión presidencial de 1970 y
Emilio Martínez Manatou era señalado como el hombre escogido para suceder a
Díaz Ordaz; por eso a Echeverría le urgía cambiar el sentido de esa decisión.
Hoy
Echeverría se encuentra encarcelado en su domicilio y Gutiérrez Barrios murió
en el seno de una serie de discusiones, que no se han dado a conocer a la vida pública.
Lo
cierto es que en esa época, el general José Hernández Toledo y los miembros del
Segundo Batallón de Infantería con un bazucazo hicieron saltar la puerta de la
preparatoria de San Ildefonso y al día siguiente se publicó una foto en el New
York Times, donde un soldado con la culata de su rifle golpeaba el rostro de un
adolescente; es importante destacar que ya se expresaban diversas opiniones,
entre las cuales prevalecía el que se pretendía desestabilizar el sistema y dar
un golpe de estado.
La
educación requiere libertad. La libertad requiere educación, así lo expresa
ante los hechos que se daban rápidamente en el seno del conflicto el rector de
la UNAM, Javier Barros Sierra, actor destacado de los sucesos que encabezó la
marcha de protesta por la ocupación de los soldados de la universidad.
El
primero de agosto se difunde un discurso, pronunciado en Guadalajara por el
Presidente Díaz Ordaz que expresa: una mano está tendida, la de un hombre que a través de la pequeña historia de su
vida, ha demostrado que sabe ser leal.
Esta
expresión fue considerada atentatoria una mentira absoluta.
Luís Echeverría Álvarez |
Diría
Carlos Madrazo Becerra, las instituciones ya eran estrechas para el progreso
del país, político que a la postre perdió
a vida en un accidente aéreo en el Pico del Fraile en Nuevo León y en
comentarios personales su hijo Carlos responsabiliza a Luís Echeverría Álvarez
del crimen. El viernes 2 de agosto se crea el Consejo Nacional de Huelga y se
realizaron seis demandas: libertad a los presos políticos, destitución de los
jefes de la policía, extinción del cuerpo de granaderos, derogación de los
artículos constitucionales de disolución social, indemnización a las familias
de los muertos del viernes 26 de julio en adelante y responsabilidad a la
represión de granaderos y ejército.
Eran
los momentos previos a la celebración de las olimpiadas y el CNH pensaba que si
había represión, se daría cuenta el mundo de que en México existía una
dictadura.
El
5 de agosto se materializó la primera insurgencia ciudadana pura del México del
Siglo XX con una manifestación pacífica.
Se
repitió la toma de la calle otra vez el 13 de agosto teniendo como punto de reunión
el Casco de Santo Tomás, lo que constituyó una formidable demostración de
fuerza con la participación de más de 150 mil estudiantes. En ese momento ya
participaban abiertamente Heberto Castillo y Pepe Revueltas, entre otros dignos
intelectuales, se vivían los momentos recientes del éxito con la Revolución
Cubana; Ernesto Che Guevara, en el auditorio de la ONU había formulado la
proclama de crear dos, tres, muchos Vietnam y planteaba: No se puede luchar por
un mundo mejor sin amor por el hombre y esa es una causa sagrada, no es
cuestión de simples palabras, cada día, cada vez hay que probarlo.
El
secretario de estado norteamericano Dean Rusk y el embajador Futon Freman,
habían acordado la estrategia a seguir del gobierno mexicano en relación con el
movimiento estudiantil y era procede de inmediato contra ellos; el nefasto Díaz
Ordaz ya había recibido instrucciones de matar.
A
las dos de la mañana del 28 de agosto, el ejército atacaba la guardia
estudiantil ubicada en el zócalo, con la represión se había dado un vuelco que
los estudiantes jamás imaginaron.
En
su informe del primero de septiembre Díaz Ordaz pretendió atemperar las
pasiones y moderar el lenguaje para lo cual dijo: No quisiéramos vernos en el
caso de tomar medidas que no deseamos, pero que tomaremos si es necesario, lo
que sea nuestro deber hacer, lo haremos, hasta donde estemos obligados a
llegar, llegaremos.
Fernando Gutiérrez Barrios. |
El
día 10 de septiembre se realizó una manifestación silenciosa y Eduardo Valle El
Buho manifestó: Cuando se conoce lo dulce de la libertad, jamás se olvida y se
lucha incansablemente por nunca dejar de percibirla, porque ella es la esencia
del hombre, porque solamente el hombre se realiza plenamente cuando es libre y
en este movimiento, miles hemos sido libres, verdaderamente libres.
El
partido Acción Nacional publicó el primero de agosto una declaración firmada
por Adolfo Christielb Ibarrola donde se protestaba enérgicamente por los
excesos que el gobierno había hecho en la represión contra los estudiantes.
El
18 de septiembre en una operación espectacular, diez mil soldados equipados se
posesionaron de los edificios principales y rodearon por completo la ciudad
universitaria.
Eso
trajo como consecuencia la renuncia del rector Barros Sierra, uno de los
hombres más identificados con un nuevo proyecto de país. Octavio Paz renunció
al puesto de embajador en la India y se generó un clima de fobia contra todos
estos pensadores.
Nos
preguntamos ¿Qué cambió?. Solamente la esperanza de convertir a México en un
país distinto. En el yo interior del mexicano habita un ser que sabe y desea
encontrar un camino superior que le pertenece, dejando atrás sus egoísmos.
Así
lo demostró el sacrifico de 1968, así también dio cuenta con la capacidad de
organización y necesidad del gobierno en el cismo de 1985, ¿pero qué sucede?.
Todavía no podemos deshacernos de las amarras de la corrupción, de la
desigualdad y la pobreza.
Demostrado
está, que cuan do hemos actuado colectivamente se han tenido resultados positivos, así lo demuestra
la Independencia, la Reforma, la Revolución, el Reparto Agrario y la
Nacionalización del Petróleo.
En
este momento recordamos el pensamiento de Edward H. Carr: Una sociedad confusa
y sin fe en el futuro entiende la historia como algo inconexo, carente de
significado.
No
permitamos que la mediocridad, los complejos de inferioridad y sobre todo la
indiferencia ante crímenes masivos de esta naturaleza nos haga copartícipes de
los hechos, ciertos estamos que estos héroes anónimos con su sacrificio
iniciaron una nueva era para esta Patria y un futuro más alentador. Lo único
que no podemos olvidar es la fe en nosotros mismos y el dulce favor de una
sonrisa y de la libertad.
* Escritor
Celular: 871 163 3813
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