Por primera
ocasión, Martha Lucía Díaz Mares incursiona
en la lírica y entregó para su impresión el original de su primer libro …con café, y del que comparto el prólogo que escribí para la referida obra.
Prólogo
Amar es empapar el pensamiento
en la fragancia del Edén perdido;
amar es... amar es llevar herido
con un dardo celeste el corazón.
Manuel María Flores. Amémonos
…con café es el primer fruto de Martha
Lucía Díaz Mares como escritora aunque en la lírica
incursionó desde hace muchos años. Los poemas que escribió desde muy joven los
fue reuniendo y los pone hoy a disposición de sus amigos en un pequeño volumen,
que no por pequeño deja de ser valioso.
Maestra por vocación Martha
Lucía sintió la
necesidad de dejar aflorar su sensibilidad y por ello su poesía es un crisol de
sentimientos no desprovistos de pasión e intensidad.
Madre amorosa, sus hijos son motivo de inspiración para Martha Lucía, de tal manera que en su primera rima Búsqueda Necia señala:
Recostada en mi mullida cama intento construir una
poesía y no llega a mi mente la caricia sutil de la palabra, ni una mínima idea
acaricia mis neuronas, ¿por qué?; me pregunto vehemente, ¿por qué soy tan
pretenciosa al querer esculcar mi pensamiento y adjetivar la belleza de una
flor o los rayos plateados de la luna, si aquí a mi lado está la poesía?... con
sus piecitos levantados. Ella entona una canción emocionada mientras se acerca
a nosotros un poema de ocho años que anhela ser atleta, bombero, astronauta y…
¡qué sé yo!
Cariñosa, evoca con tristeza al hombre más importante de su vida cuando
en Mi Padre expresa:
Refugió
sus mocedades en mi cuna
labrando
con sus manos el destino,
maquillando
los días en que mi pueblo
despilfarraba
travieso la vida
sobre
nuestras infancias añoradas.
Fue
dejando sus años en mi vida
con un
amor tan pleno de coraje
ese, que
aún sostiene sus andares
por las
calles que nos sudan,
porque
somos polvo de su brecha.
En Soy, el
recuerdo de su madre yerta, la hace explotar en un doloroso lamento:
Soy dolor
que sucumbe a tu dolor
en el
lecho que cautiva tu energía
soy la
llaga que abrió tu tibia piel,
soy
quebranto en este invierno
que te
arranca de mi lado.
Ante tu
ausencia madre,
no soy
más que hojarasca
desde que
el brillo de tus ojos
dejó de
iluminar mis días aciagos;
desde que
el roce de tu piel
languideció
entre tus sábanas.
La excelsa experiencia de ser madre la marcó definitivamente, y en
Confesa describe como ante sus ojos se reveló un mundo nuevo:
Ya no fui
yo
desde que
ellas son…
desde
que fueron
diminutos
huéspedes
de mi
entraña fértil,
donde ya
pincelaban
su
existencia en mi vivir
develando
así
mi mundo
nuevo.
Nunca ha olvidado a Múzquiz,
el pueblo donde está su origen y tampoco deja de cantar agradecida a la ciudad
que desde hace años los cobija a ella y su familia, de tal manera que en Acero
fundido nos dice de Monclova:
Desteñida
por el tiempo
vi a
Monclova
cierto
día por las calles,
arrastraba
en cada paso
sus
temores y la sangre
vil
esputo de la endeble
autoridad
que espanta.
A veces,
se viste de misterio
otras,
solamente de lo mismo:
rutina
laboral y familiar que
adorna
sus albores cálidos,
pero esta
vez eslabonó
con el
acero, los minutos
que
vomitan porfiristas
otro
fuego inmolador.
En Raíces eslabona con maestría las palabras y demuestra que la
brevedad no está reñida con la elocuencia:
Un árbol
de palabras ha crecido, de sus ramas columpian pensamientos y entre líneas de
versos consonantes construyen una historia literaria con palabras que
trastornan la razón, con letras impregnadas de emoción. Un árbol de palabras,
de versos y metáforas acuden al sendero de mi vida, de mi vida con trazos de
poeta.
¿De quién habla en Viajero y Escarlata…? ¿Un amante
ignorado y presentido, una voz amiga que en la distancia acompaña sus
desconsuelos y desvelos, ó un amor platónico -irreal- con el que la hace
fantasear su temperamento?:
Viajero
Entre los
vagones
de un
titán de acero
que va
pregonando
peligro a
su paso,
se trepó
ese beso
que desde
mis labios
áridos de
ti,
buscan la
humedad
que
puebla los tuyos...
Allí va
mi beso
que a marchas
tranquilas
anhela
llegar
hasta tu
horizonte
y
desbocar sus ansias
en esa frontera
que erige tu
piel
y donde a capricho
varará mi cuerpo.
Escarlata
Hoy, acuna mi silencio
el canto de un grillo
y custodia mis latidos
que deslizan su galope
por la rivera del viento,
mientras yo, comienzo
a navegar en la quietud...
Tú, a mi lado con tu charla
desdibujas soledades
y matizan mis paisajes
los destellos singulares
que bañaron tus ojos
aquel día, cuando Marte,
estacionado en tu ventana
imprimió sobre tu piel
su misterio seductor.
La lírica de …con café abarca las distintas etapas cronológicas
de Martha Lucía, desde sus inicios, hasta la época
actual en que desde Twitter, nos muestra que 140 caracteres resultan
suficientes para expresar con elocuencia su sentir de poetisa:
Volviste,
sin prisas, ambicioso, transgrediendo mis silencios, venciendo los temores,
esos que acechaban tu quimera
aniquilando tus años.
Para ya no escribir tanto, finalizo diciendo que …con café es una
amalgama de sensibilidad, amor, pasión, sentimiento, erotismo que no se debe
apurar de un solo trago. Hay que saborearlo. Paladearlo a sorbos lentos… como
si se tratara de una taza de la deliciosa infusión que da nombre al poemario.
Juan Elizalde Lara
Verano del 2015
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