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24 de noviembre de 2015

Disentir, sentencia Mortal

Al leer el domingo pasado en El Siglo de Torreón la columna periodística Metáfora Ciudadana de Luís Alberto Vázquez Álvarez, de inmediato acudió a mi mente el recuerdo de dos episodios que viví durante la semana pasada, el primero ocurrió el lunes 16 de noviembre y fue motivado por el comentario que le hice al enlace de un amigo en Facebook, expresión con la que si bien estoy de acuerdo observé que se encontraba mal escrita desde el punto de vista de la gramática y la ortografía por lo que procedí a señalarle que la primera obligación de quienes escriben para los demás -así me lo enseñaron hace mucho tiempo-, es hacerlo de la manera más aseada posible, ese lunes cuando me encontró en la calle un segundo “amigo” antes de saludarme me señaló su molestia por mi señalamiento al enlace del primer amigo “por estar en desacuerdo con un comentario valioso y valiente”.  –Repito, no estuve ni estoy en contra del enlace del primer amigo-, solo le señalé que si lo hubiera escrito correctamente evitaría una mala interpretación de lo que intentó decir. Quise explicarle al segundo “amigo” y en lugar de escuchar me calificó de ignorante y pendejo. En el segundo episodio –el 21 de noviembre-, al intentar sentarme a la mesa de alguien que hasta ese momento consideré como mi amigo, me dijo que se encontraba sumamente molesto por mis comentarios, el hecho me desconcertó pues en ese momento no recordé haber dicho nada en su contra ni lo agredí, recordé sí que lo contradije en algunas de sus opiniones al no coincidir con él, pues mis ideas no son unánimes ni acordes con las de otras personas. Me emplazó de manera grosera haciendo ademán de retirarse: -“¡Te vas tú o me voy yo!”. Le respondí sin alterar la voz: -“Me voy yo, porque tu llegaste primero, pero quisiera saber que dije que tanto te ofendió porque no comprendo...”. Me respondió: -“Me vale madre que no entiendas, no voy a entrar en explicaciones”. Al ver cómo estaban las cosas, me retiré sin más recordando que hace mucho tiempo se encuentran consagrados como garantías constitucionales el derecho a disentir, la libertad de pensamiento, la libertad religiosa y el derecho de expresión, reflexioné además que la estulticia y la intolerancia son dos ingredientes del fanatismo que tanto está golpeando al mundo en nuestros días y que ha tenido sus más recientes expresiones en Europa y África. En el artículo que comparto Luís Alberto Vázquez recuerda al estúpido alto mando francés durante la guerra Franco – Prusiana de 1870 a 1871 y se refiere a algunas autoridades que quisieran gobernar a ciudadanos sumisos sin opiniones, que no hicieran señalamientos respecto a las omisiones en las que incurren.                     
 
   No es lícito olvidar, no es lícito callar.
   Si nosotros callamos, ¿Quién hablará?
                                               Primo Levi
 
 
Cuando veo la actitud de políticos que van contra propuestas ciudadanas para beneficiar la ciudad y a sus habitantes, recuerdo al estúpido alto mando francés que durante la guerra Franco-Prusiana de 1870 - 1871, condenaba a muerte a los patriotas partisanos franceses por no ser tropas regulares, no entendía que estaban defendiendo su país. Los partisanos disentían del alto mando del ejército Francés, porque aunque peleaban por el mismo fin, actuaban sin obedecer las tercas órdenes burocráticas y eso era herejía a la patria. Lo más triste fue que los partisanos lucharon contra los prusianos, mataron a muchos de ellos y cuando eran capturados, se les fusilaba de inmediato. Estaban entre el fuego amigo y el enemigo: "Los partisanos deben ser considerados criminales, deben enfrentarse de inmediato a la Corte Marcial y se les podrá aplicar la pena de muerte. Si un tirador no identificado dispara contra soldados alemanes en una aldea, se pedirá cuentas a toda la aldea". Declaraba el General von Moltke, jefe del Estado Mayor alemán.
El resultado no se hizo esperar: en Francia todos, absolutamente todos perdieron y ésta hubo de entregar los territorios de Alsacia y Lorena a Alemania; desapareciendo también el sistema de gobierno vigente francés. Lo único que gano fue la terquedad de las autoridades militares.
Finalmente, y a pesar de la enemistad interna, los partisanos continuaron sus campañas patrióticas y mantuvieron su valía como fuerza ciudadana; eran feroces en la defensa de sus intereses a pesar de la burocrática tiranía de los militares. Muchos años más tarde, durante la Segunda Guerra Mundial, ya con otra mentalidad gubernativa, los partisanos franceses lucharon contra los nazis, conservaron el amor a Francia y durante la invasión de Normandía, fueron determinantes en el triunfo aliado contra el Tercer Reich. Había triunfado la ciudadanía por encima de la soberbia del alto mando militar y civil.
Interpelar al gobernante es un derecho político en una democracia; en una tiranía no se permite, lo único válido es felicitar, aplaudir y en el mejor de los casos, preguntar sobre cómo se puede lograr tal o cual fin o benéficio, pero jamás dudar, nunca criticar y menos aún oponerse a los designios o decisiones del todopoderoso. Éste siempre refractario al diálogo profundo social, sólo sabe insultar al crítico y ensalzar a su superior. En la suma total de su soberbia un déspota no puede tolerar que su pueblo, que los intelectuales o cualquier otra persona no coincida con su visión.
¿A qué se deberá que los gobernantes, entre más ineptos, más niegan la participación de la ciudadanía no partidista, en la búsqueda de soluciones para la problemática social? Creen tener derecho a poseer Panópticos Benthamianos para vigilar a todos los individuos, saber lo que ellos hacen, piensan o creen, sin permitir que estos sepan que son vigilados.
Lo más triste es que un gobernante se niegue a escuchar lo que la ciudadanía tiene que decirle, aun cuando eso sea a favor de su administración; que condene prematuramente la participación del pueblo al igual que lo hace un juez que antes de que se ofrezcan pruebas y alegatos, ya sentenció de culpabilidad al acusado.
No aceptar a los pensantes es creerlos peligrosos, justamente porque piensan, algo fuera de lo común en el medio político. Pensar diferente al gobernante es arriesgado cuando Él no lo hace; si Él se atreviera a pensar, sería un gran estadista; un innovador; pero deberá luchar contra la corriente populista y no la quiere combatir, prefiere nadar de muertito que perecer con gloria. Pensar es ir contra los prejuicios, el pensante se queda sólo, le abandonan sus amigos; entre los demás políticos no encuentra apoyo, a lo más consigue simpatías, pero difícilmente compromisos; estos solamente se dan con los ciudadanos con conciencia social y cívica. El vigor de la ciudadanía procede de la capacidad individual de disentir, y la crítica política se convierte en derecho y surge entonces la obligación de la autocrítica, porque ambas son inseparables.
¿Cómo se atreve un político a encajonar a pensadores honestos en las malolientes y pútridas mazmorras de los corruptos partidos sucedáneos del suyo; del PAN, del PRD o Verde u otros tan deshonestos como el PRI? Declaró mi repudio a la forma como actúan todos los partidos actuales, los considero a todos cortados por la misma tijera, con impetuosa gula de poder y riqueza. Como ciudadano exijo transparencia, honestidad y entrega a la población que los eligió, esa que paga sus elevados salarios y que le permite lujos excesivos.
¿Porque no pueden creer las autoridades que existen ciudadanos que, sin intereses políticos o económicos luchan por mejorar su entorno? Deben aceptar las declaraciones de cualquier persona que critica y presenta pruebas de deshonestidad; ya sea esta de funcionarios públicos y hasta privados, su voz debe ser escuchada, no censurada como de interés partidista, ¡Qué falta de imaginación para acusar a los críticos de satanidades! Como levantarse tarde o hablar con la boca llena.
Por otro lado, las acciones ciudadanas deben pasar ya de la denuncia y lo contestatario a las propuestas efectivas ante la problemática que el gobierno es incapaz de solucionar; entonces ha llegado el momento de asaltar la conciencia cívica y ofrecer opciones; salir de la banalidad de la política partidista y entrar a la astucia de la acción ciudadana, exigir con recursos legales y presiones éticas que efectivamente se respeten los derechos humanos, hacer del disentimiento y del pensamiento un precepto irrestricto y de la comunicación social un camino y un campo de convivencia para alcanzar los más altos niveles de desarrollo humano.
Dentro de las inmediatas actividades en favor de una mayor cercanía entre la comunidad cívica, se llevará a cabo un encuentro regional de participación ciudadana denominado "La Sociedad Civil, Fortaleza de la Democracia", organizado por el INE Coahuila, este próximo jueves 26 de noviembre de las 10:00 horas en adelante en el Hotel Real Inn con entrada libre, es una oportunidad de conocer y convivir con personas que buscan superar la barrera de la impersonalidad ciudadana. 

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