En
su columna Achivo
Adjunto
que se publica en el periódico regional El Siglo de Torreón, Luís
Fernando Salazar Woolfolk
se ocupa de un suceso ocurrido en 1963 y protagonizado por 202 mujeres -y
algunas más que se agregaron durante la marcha- que decidieron caminar a pie
hasta la capital del país y protestar ante el presidente Adolfo López Mateos por las condiciones de miseria que
prevalecían en Coahuila y concretamente en San Pedro de las Colonias. Al principio las autoridades intentaron
denigrar el movimiento pero ante la presión ejercida por la simpatía del pueblo
hacia las manifestantes se vieron obligados a un cambio radical. Gobernaba Coahuila el General Revolucionario Raúl Madero quien al escuchar el drama de las
mujeres decide interceder para que una comisión de las caravaneras sean
escuchadas por el Primer Mandatario. Las mujeres logran romper el cerco de
silencio y rápidamente su caso estremece al país por lo que el presidente
decide atender a una comisión el 31 de mayo de aquel año, por lo que la
caravana se detiene en Saltillo a la espera de lo que logren cinco
comisionadas. Es verdad lo que asegura Salazar,
la prensa regional informa pero visiblemente amordazada; de Torreón solo La
Opinión
destaca a su enviado especial Eduardo
Elizalde Escobedo quien
acompaña en todo su recorrido a las marchantes e informa desde el lugar mismo
al que llega la vanguardia de la columna –entre el 19 y el 27 de mayo-; el
relevo lo toma a partir del 28 de mayo El Sol del Norte
con su reportero Ignacio
Quiroz Martínez.
Los otros medios que se comprometen con la marcha son la revista Impacto que realiza una detallada crónica con numerosas fotografías y
el programa radiofónico La
Voz Amiga
de la XEBF producido por Fidencio Díaz López y cuya señal se escuchaba
perfectamente por todos los puntos que tocaba en su marcha la Caravana del Hambre.
Se
conoce como Caravana del Hambre la emprendida por doscientas dos mujeres de San
Pedro de las Colonias, Coahuila, que el 19 de mayo de 1963 partieron a media
noche de la Plaza de Armas rumbo al Cerro Bola, iniciando una caminata a pie a
la ciudad la Ciudad de México, para entrevistarse con el presidente Adolfo
López Mateos, como último recurso para resolver el drama alimentario que
azotaba a las comunidades rurales de aquel rincón de la Comarca Lagunera.
El
suceso es relatado por la Profesora Gabriela Gutiérrez Medellín en su libro,
"Doscientas Dos Sampetrinas Hicieron Retemblar en su Centro la Tierra
Misma". La autora descubre las luces y sombras de un episodio de nuestra
historia regional, que rescata en una obra digna de ser leída por los interesados
en nuestra vida pública local, como enseñanza y ejemplo para la presente
generación y las venideras.
Episodio
de luces, porque revela el tejido emergente de una red social solidaria de
mujeres de clase media urbana, entregadas a promover el desarrollo humano de
las familias campesinas más necesitadas, que ante una realidad crítica
inadmisible de un día para otro se transforman en activistas del bien común,
enfrentando con medios pacíficos la rígida estructura del Régimen de Partido de
Estado, y sufriendo la incomprensión de una sociedad que sospecha con
desconfianza, de todo esfuerzo de participación ciudadana.
Episodio
de sombras, porque el Sistema Político no admite crítica ni disidencia. Las
fuerzas policiacas con el apoyo del Ejército interceptan al grupo de mujeres en
la carretera esa misma noche, les destruyen los mecheros con los que se
alumbran en descampado y crean un cerco para impedir que el apoyo del pueblo en
agua y alimentos llegue a las manifestantes.
Nos
encontramos en la parte más profunda del agujero en que sepultó al otrora
exitoso campo lagunero el sistema ejidal de explotación colectiva de la tierra,
que lejos de liberar al campesino dotándolo de su propia tierra, lo sometió a
la odiosa dictadura del Banco Ejidal e hizo de la Compañía Nacional de
Subsistencias Populares (Conasupo) una inmensa tienda de raya.
El
pliego petitorio es muy elocuente: Eliminación de los vales de la Conasupo;
alto a la venta de los contratos a los braceros que buscan trabajo en los
Estados Unidos; créditos oportunos y accesibles para sembrar la tierra y
trabajo de mano de obra en la construcción de la Carretera a Cuatro Ciénegas y
en los canales de riego.
El
sacrificio de nuestras heroínas y el apoyo social que recibe el movimiento,
logra romper el cerco de silencio que imponen los delegados de las dependencias
federales en la región y las autoridades locales, que culpan a la derecha
enemiga del régimen de instigar la protesta con fines políticos y en esos
términos informa el entonces Gobernador Raúl Madero, al Secretario de
Gobernación Gustavo Díaz Ordaz.
La
prensa regional informa, pero visiblemente amordazada. La Revista Impacto de
Regino Hernández Llergo coloca el tema a nivel nacional y acorrala al régimen
de la Revolución, que se encuentra en esos días en plena campaña de propaganda
festinando el Milagro Mexicano a nivel internacional.
La
Caravana logra llegar a la ciudad de Saltillo, en donde recibe el apoyo de la
sociedad civil tanto saltillense como regiomontana, lo que amenaza provocar una
reacción en cadena. El Gobernador da un giro de ciento ochenta grados, y
consigue una audiencia a una comisión designada por las quejosas que son
recibidas en Palacio Nacional. El Presidente responde al reclamo con el Plan de
Rehabilitación de La Laguna, que creó el sistema de riego y explotación
agropecuaria que conocemos en la actualidad.
El
episodio es desterrado de la memoria colectiva y sepultado en el olvido. La
profesora Gabriela Gutiérrez lo rescata de su álbum de familia por amor a su
tierra; como homenaje a su madre Doña Juanita Medellín que participó en la
dirigencia del movimiento y como una aportación al activismo social al que hoy
día está entregada la propia autora en el área rural de San Pedro, por el bien
de sus semejantes.
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