Víctor Cepeda Rangel y Abel Barreto Cruz en una imagen de hace varias décadas |
Enrique Martínez y Morales |
En las imágenes, el directivo alemán
sale de su oficina y es recibido con efusivos aplausos en el lobby del
Corporativo. Algunos de sus exempleados se toman la típica selfie con él.
Entrega su gafete a la salida y su chofer le abre la puerta trasera de su
Mercedes Clase S para irse a su hogar.
Parte de su equipo lo espera afuera del
edificio para darle el adiós. Taciturno, nostálgico y con expresión adusta,
echa una última mirada a la estrella de tres picos encerrada en un círculo,
emblema de la marca, ubicada en las alturas del complejo directivo.
Al llegar a su casa, despacha a su
chofer y se queda de pie, despidiéndolo mientras se aleja. Al final aparece la
leyenda: "Gracias, Dieter Zetsche, por tantos años de inspiradora
competencia". El video lo firma BMW.
El cortometraje incluye también una
parte jocosa: al quedarse solo, el supuesto Zetsche, "al fin libre",
abre el garaje y sale conduciendo un flamante convertible BMW i8 Roadster
dorado. Más allá del toque de comedia sobre su rivalidad, lo importante es el
justo homenaje que su acérrimo competidor le ofrece.
Zetsche salió por la puerta grande. Dejó
a Mercedez Benz como una de las principales empresas automotrices en el mundo
y, con su visión y asignación de importantes recursos para investigación y
desarrollo, la encaminó por la senda de la innovación, la movilidad inteligente
y el uso de energías alternativas. Además, cumplió con una doble meta en
aparente conflicto: renacer el señorío de la marca y rejuvenecer su imagen.
El mensaje de la BMW es trascendental y
digno de aquilatarse: la competencia, lejos de ser un ente destructivo al que
debemos estrangular, puede ser nuestro mejor aliado. La competencia nos obliga
a innovar, a ser más productivos, a ofrecer un producto diferenciado, a ser más
eficientes. Nos lleva, pues, a ser mejores.
En los negocios, e incluso en la
política, no hay mayor bendición que contar con un competidor de altura, que
nos inspire y motive, como a la BMW. Si destruimos a nuestros adversarios,
matamos irremediablemente a nuestra gallina de los huevos de oro.
Cuidemos a nuestra competencia. Y cuando
sea el caso como el de Zetsche, rindámosle homenaje. Eso nos dignifica y nos
hace más grandes.
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