Eduardo ELIZALDE ESCOBEDO |
Usando el seudónimo J. CONCEPCIÓN ESCOBEDO en 1978 el periodista EDUARDO ELIZALDE ESCOBEDO evocaba ésta y muchas anécdotas más, todas relacionadas con personajes de la vida política, social, cultural y cotidiana de la comarca lagunera.
Indudablemente era una fecha significativa.
Chuy Reyes, el simpático secretario de la delegación del Ministerio Público del fuero común de Torreón; en otra época también secretario de la tenebrosa Policial Judicial del cuarto Sector de Durango e hijo ilustre de Gómez Palacio; condiscípulo del “prieto” Zamudio en el instituto 18 de Marzo; y, hombre decido y entrón con cuanto borracho y rijoso se le enfrentaba ahí en la barandilla; tenía que cumplir con una “cita divina”.
Así la identificaba él. ¿Qué quiere usted?, también los tigres tienen su domador.
-Mire, don Chón. Mi vieja tonta, está aferrada a que bauticemos a mi hijita. Si viera que bonita está la condenada.
-¿Su mujer?
-No, mi hijita.
-¿Bueno, y…?
-Pues ya tengo escogida a la comadre
-Y mi mujer todo listo para el bautizo. Va a ser el domingo, en Guadalupe, allá en Gómez.
-¿Y la cola?, la fiesta, preguntamos solícitos.
Chuy Reyes es “mayorista” cuando de bebestibles se trata. Por consecuencia, era fácil suponer que iba a ser una fiesta al “estilo Saborit”; -hasta no conocernos.
-No compadre, yo lo que quiero es que usted me acompañe. Imagínese. Yo en una iglesia. Que usted vaya “a mi lao” para tener con quien platicar mientras pasa todo.
Llegó el domingo. Desde el viernes Chuy me puso “guardia de vista”. Con instrucciones precisas.
-Que no tome. Que no se emborrache. Bueno, que no pase de 30 cervezas, de quince tragos. El domingo a medio día debe estar sobrio.
Una patrulla llegó hasta mi hogar el domingo:
-¿Listo?, me preguntó el patrullero. Dice el jefe Chuy que vaya usted de inmediato, o le manda la “julia”.
Traje de casimir inglés auténtico. Corte atejanado. Bigote recién cortado. Pelo brilloso. Olor a Arden for Men. Chuy Reyes estaba “hecho un dandy”, como diría Lalo Guerrero Álvarez.
-Ya llegó mi comadre. Están arreglando a la niña. La comadre: ojo grande, tapatillón, blanca, frondosa,; pestañas de radar, muy, pero muy…
-Pase comadre, compadre, fue lo único que le alcanzamos a decir.
Las mujeres siempre se tardan. Es que quieren que la niña luzca hermosa, explicaron al fin de una larga espera.
-¿Verdad que se parece a mi? Preguntó con un aire de inocencia Jesús.
Hasta Guadalupe con sirena abierta.
Sin embargo llegamos tarde.
El sacristán, como ya es una costumbre, había cerrado la puerta.
Ya, allá adentro, el sacerdote recitaba las obligaciones que contraían los padrinos.
A través de la gruesa puerta, se oían los característicos gritos de los niños.
-¿Y ahora?
Todo el mundo arreglado, Un sol fuerte, redondo y colorado. Madrina, niños e invitados, listos para la ceremonia. Chuy, acostumbrado a abrir puertas a puntapiés, estaba desesperado.
Al fin se decidió.
Tocó fuerte y gritó:
-¡¡¡Abran, soy Jesús!!!
Azorado, el sacristán entreabrió sorprendido…
-¡¡¡Se los dije!!!
-No podía fallarme, alcanzó a decir Chuy Reyes.
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