Doctor Otto HEINRICH WARBURG |
Según las investigaciones realizadas en la década de los treinta del siglo pasado por Otto Heinrich Warburg la causa primaria del cáncer reside en una dieta antifisiológica basada en alimentos acidificantes y sedentarismo lo que crea en nuestro organismo un entorno de acidez, la que a su vez expulsa el oxígeno de las células. Aseguraba el alemán: "Las substancias ácidas rechazan el oxígeno; en cambio, las substancias alcalinas atraen el oxígeno "
"La falta de oxígeno y la acidosis son las dos caras de una misma moneda: cuando usted tiene uno, usted tiene el otro." Ó sea que en un entorno acido, si o si es un entorno sin oxigeno... y el afirmaba que: "Todas las células normales tienen un requisito absoluto para el oxígeno, pero las células cancerosas pueden vivir sin oxígeno - una regla sin excepción." "Privar a una célula de 35% de su oxígeno durante 48 horas puede convertirlas en cancerosas."
"Los tejidos cancerosos son tejidos ácidos, mientras que los sanos son tejidos alcalinos."
En su obra "El metabolismo de los tumores" Warburg demostró que todas las formas de cáncer se caracterizan por dos condiciones básicas: la acidosis y la hipoxia (falta de oxígeno).
También descubrió que las células cancerosas son anaerobias (no respiran oxígeno) y NO pueden sobrevivir en presencia de altos niveles de oxígeno; En cambio, sobreviven gracias a la glucosa siempre y cuando el entorno este libre de oxigeno...
Células Cancerosas |
Resumiendo: Células sanas viven en un entorno alcalino y oxigenado, lo cual permite su normal funcionamiento células cancerosas viven en un ambiente extremadamente acido y carente de oxigeno
Una vez finalizado el proceso de la digestión, los alimentos de acuerdo a la calidad de proteínas, hidratos de carbono, grasas, minerales y vitaminas que otorgan, generaran una condición de acidez o alcalinidad al organismo.
El resultado acidificante o alcalinizante se mide a través de una escala llamada PH, cuyos valores se encuentran en un rango de 0 a 14, siendo el ph 7 un ph neutro.
Es importante saber cómo afectan la salud los alimentos ácidos y alcalinos, ya que para que las células funcionen en forma correcta y adecuada su PH debe ser ligeramente alcalino. En una persona sana el PH de la sangre se encuentra entre 7,40 y 7,45. Tener en cuenta que si el ph sanguíneo, cayera por debajo de 7, entraríamos en un estado de coma próximo a la muerte.
Entonces, ¿que tenemos que ver nosotros con todo esto? analizando la alimentación promedio: Alimentos que acidifican el organismo: Azúcar refinada y todos sus productos (el peor de todos: no tiene ni proteínas ni grasas ni minerales ni vitaminas, solo hidratos de carbono refinados que estresan al páncreas. Su ph es de 2,1, o sea altamente acidificante); carnes (todas); leche de vaca y todos sus derivados; sal refinada: harina refinada y todos sus derivados (pastas, galletitas, etc.); productos de panadería (la mayoría contienen grasas saturadas, margarina, sal, azúcar y conservantes); margarinas; gaseosas; cafeína; alcohol; tabaco; medicinas, Cualquier alimento cocinado (La cocción elimina el oxigeno y lo trasforma en acido) inclusive las verduras cocinadas, todo lo que contenga conservantes, colorantes, aromatizantes, estabilizantes, etc. En fin: todos los alimentos envasados.
Constantemente la sangre se encuentra autorregulándose para no caer en acidez metabólica, de esta forma garantiza el buen funcionamiento celular, optimizando el metabolismo. El organismo debería obtener de los alimentos las bases (Minerales) para neutralizar la acidez de la sangre de la metabolización, pero todos los alimentos ya citados, aportan muy poco, y en contrapartida desmineralizan el organismo (sobre todo los refinados).
Hay que tener en cuenta que en el estilo de vida moderno, estos alimentos se consumen 5 veces por día ¡¡¡los 365 días del año!!!
Curiosamente todos estos alimentos nombrados, son ¡¡¡antifisiológicos!!! Nuestro organismo no esta diseñado para digerir toda esa porquería!!!
En contraparte los alimentos alcalinizantes son:
Todas las verduras Crudas (algunas son acidas pero dentro del organismo tienen reacción alcalinizante, otras son levemente acidificantes pero consigo traen las bases necesarias para su correcto equilibrio) y crudas aportan oxigeno, cocidas no; frutas, igual que las verduras, pero por ejemplo el limón tiene un ph aproximado de 2.2, pero dentro del organismo tiene un efecto altamente alcalinizante (quizás el más poderoso de todos). Las frutas aportan saludables cantidades de oxigeno; semillas: aparte de todos sus beneficios, son altamente alcalinizantes como por ejemplo las almendras; cereales integrales: el único cereal integral alcalinizante es el Mijo, todos los demás son ligeramente acidificantes ¡pero muy saludables! Todos deben consumirse cocidos.
La miel es altamente alcalinizante; la clorofila de las plantas (de cualquier planta) es altamente alcalinizante (sobre todo el aloe vera); el agua es importantísima para el aporte de oxigeno "La deshidratación crónica es el estresante principal del cuerpo y la raíz de la mayor parte de las enfermedades degenerativas" afirma el Dr. Feydoon Batmanghelidj.
El ejercicio oxigena todo tu organismo, el sedentarismo lo desgasta.
Doctor George W. CRILE |
Mencken escribió: “La lucha de la vida es en contra de la retención de ácido”. "El envejecimiento, la falta de energía, el mal genio y los dolores de cabeza, enfermedades del corazón, alergias, eczemas, urticaria, asma, cálculos y arteriosclerosis no son más que la acumulación de ácidos."
El Dr. Theodore A. Baroody dice en su libro “Alkalize or Die” (alcalinizar o morir) dijo: "En realidad no importa el sin número de nombres de enfermedades. Lo que sí importa es que todas provienen de la misma causa básica... muchos desechos ácidos en el cuerpo!”.
El Dr. Robert O Young dice: “El exceso de acidificación en el organismo es la causa de todas las enfermedades degenerativas. Cuando se rompe el equilibrio y el organismo comienza a producir y almacenar más acidez y desechos tóxicos de los que puede eliminar, entonces se manifiestan diversas dolencias.
Veamos de forma simplificada como un tumor, desde que se origina hasta que es apenas detectable, ¡tarda 8 años!
Conviene detenernos sobre una de las enfermedades graves que más temor genera por su virulencia y sus consecuencias: el cáncer. Si bien el tema excede el marco de esta publicación, nos referiremos al mecanismo de la génesis tumoral, a fin de mostrar la importancia de un cuerpo saludable en su desarrollo. Para ello utilizaremos algunos conceptos del Dr. Christopher Vasey, quien en su libro “Comprender las enfermedades graves”, realiza una didáctica explicación del fenómeno. Mucho se habla de la grave exposición a las sustancias cancerígenas, como factor desencadenante de los tumores.
Sin embargo, no basta con eliminar todas las sustancias cancerígenas conocidas para estar a salvo del cáncer. Una célula normal puede convertirse en cancerosa cuando el medio se degrada por sobrecargas y carencias. En este contexto, el destino de la célula cancerosa depende totalmente del terreno, pues una célula cancerosa no se convierte automáticamente en un tumor maligno.
Todo ser vivo, ya sea un microbio o una célula (cancerosa o no), sólo puede vivir en un organismo que lo acepta y le ofrece las condiciones para su desarrollo. Cuando esto ocurre, los microbios se multiplican y se genera una infección; si se trata de una célula cancerosa, su multiplicación genera un tumor. Pero cuando el terreno no ofrece las condiciones necesarias, el microbio resulta inofensivo y es destruido, mientras que la célula cancerosa también es destruida por el medio hostil.
Todo ser vivo, ya sea un microbio o una célula (cancerosa o no), sólo puede vivir en un organismo que lo acepta y le ofrece las condiciones para su desarrollo. Cuando esto ocurre, los microbios se multiplican y se genera una infección; si se trata de una célula cancerosa, su multiplicación genera un tumor. Pero cuando el terreno no ofrece las condiciones necesarias, el microbio resulta inofensivo y es destruido, mientras que la célula cancerosa también es destruida por el medio hostil.
Conociendo el mecanismo reproductivo de las células, es interesante analizar cuánto se necesita para que una célula cancerosa se convierta en un tumor amenazante. Se sabe que la diferencia entre una célula cancerosa y una normal, está dada porque aquella se divide cada vez en dos células fértiles, mientras ésta se divide en una fértil y una estéril.
Esa es la razón por la cual un tejido sano es estable y un tejido canceroso crece en forma rápida. Pero con el auxilio de las matemáticas, veremos cuan “lenta” es dicha velocidad y cuánto puede hacerse entre tanto.
Tengamos siempre presente que la teórica multiplicación geométrica de las células cancerosas requiere de una condición esencial: que el sistema inmunológico de dicho organismo no cumpla su función, es decir que no actúe como debe, sea por toxemia corporal o por carencias nutricionales.
Una célula cancerosa se divide cuatro veces al año aproximadamente. Esto quiere decir que al cabo de un año, la célula original se habrá convertido en dieciséis células, cifra insignificante en un organismo compuesto por cinco billones de células. Recién al tercer año, el tumor habrá alcanzado el número de mil células. Aún continúa sin representar peligro alguno, pues resulta inestable y mal asentado en los tejidos, pudiendo ser destruido y eliminado con facilidad. Si las condiciones del medio le son desfavorables, puede desaparecer espontáneamente. Es más, se sabe que tales tumores existen corrientemente en el organismo, pero no tienen efectos molestos si el sistema inmunológico funciona y el terreno está sano.
Para llegar al estadio del millón de células hace falta llegar al quinto año de desarrollo, siempre en la hipótesis de crecimiento libre, como consecuencia de la inacción del sistema inmunológico. Aún así estamos en presencia de un tumor que solo mide un milímetro, pesa un miligramo y resulta demasiado pequeño para ser detectado con las técnicas actuales.
Deberemos esperar hasta el octavo año para que alcance el estado de los mil millones de células; entonces mide aproximadamente un centímetro y pesa un gramo. Ha logrado crecer e instalarse sólidamente en los tejidos y recién ahora puede ser detectado. Aquí inicia la fase realmente peligrosa para el organismo, pues comienza su propagación: las células se desprenden del tumor madre (metástasis) y a través de los fluidos corporales van a colonizar otras partes del cuerpo.
Hacia el décimo año el tumor alcanzará la masa crítica del billón de células, pesará un kilogramo y medirá diez centímetros. Seguramente provocará la muerte del portador, pues el organismo no puede resistir semejante masa tumoral. Pero debemos reflexionar que para llegar a tal estado de gravedad, han debido transcurrir ocho años de evolución imperturbada; ocho años en los cuales el sistema inmunológico no cumplió su cometido; ocho años en los cuales la toxemia corporal brindó las condiciones adecuadas para que se reprodujera sin problemas.
Si bien la descripción del ejemplo es teórica, pues la velocidad de desarrollo de un tumor es totalmente dependiente de las condiciones del medio en que se encuentra, sirve para demostrar cuánto dejamos de hacer… y cuánto podemos hacer por nuestra salud.
Cualquier mejora que introduzcamos en la calidad de los fluidos orgánicos, representa una reducción de las posibilidades de desarrollo del tumor. Cuanto más toxinas se expulsan y más se satisfacen las carencias, más vitalidad recuperan las células normales y más adversas se vuelven las condiciones para las células cancerosas. Todo esto nos indica dos cosas. En primer lugar: el avance o retroceso del tumor depende de la tarea que el portador esté dispuesto a realizar sobre su terreno orgánico. En segundo lugar: nunca es tarde para comenzar a rectificar los errores que llevaron al desarrollo del tumor.
Utilizando dichos populares, podemos decir que… “siempre algo es mejor que nada” y “más vale tarde que nunca”. Dado el rol preponderante del sistema inmunológico en la velocidad de desarrollo de la masa tumoral, se ha convertido en paradigma culpar a las cuestiones emocionales y al estrés por su derrumbe funcional.
Si bien se trata de una media verdad, es muy reductivo pensar que un problema emotivo sea la causa de la proliferación tumoral. Para ayudar a comprender mejor, podemos valernos de una analogía mecánica. Sería como en el caso de una caldera que explota por exceso de presión (causa), responsabilizar a los remaches por no haber soportado la exigencia (consecuencia).
Si se hubiese mantenido la presión en términos aceptables, los remaches estarían en su lugar y cumpliendo su cometido. En nuestro caso, un shock emocional no puede derrumbar un sistema inmunológico (consecuencia), si no estuviese previamente colapsado por la tremenda exigencia de un terreno adverso (causa). Incluso el estrés sólo puede hacer mella en un organismo intoxicado y con carencias de nutrientes.
Muchos pacientes que han sufrido extirpación quirúrgica y/o destrucción de células cancerosas mediante radioterapia o quimioterapia, piensan que ya está todo resuelto. Por cierto habrán aliviado al organismo del peso que esto representaba, pero no habrán resuelto el problema de fondo: la corrección del terreno, capaz de poner a raya el desarrollo del tumor. Es más, las terapias -altamente agresivas- habrán contaminado aún más el terreno y por lo tanto habrán empeorado las condiciones generales del organismo.
Si se comprende que síntomas y enfermedades no son más que la punta de un gran iceberg (la intoxicación corporal), es necesario que el paciente se haga responsable de su curación, ejerciendo su derecho natural a la plena salud. La mayoría de los enfermos no se responsabiliza de su estado, considerándolo un problema del terapeuta; mas aún en el caso de las enfermedades graves.
Normalmente se actúa como si la enfermedad fuese un ente externo que ha poseído al enfermo, a quién se lo considera víctima inocente de la mala suerte. El paciente baja los brazos y rápidamente se pone en manos de un especialista, olvidando que sólo él generó el problema y sólo él puede resolverlo, rectificando los errores. A lo sumo el terapeuta puede ayudar, recordando el camino de retorno al estado de equilibrio, pero es el afectado quién debe recorrerlo.
Extracto del libro "Cuerpo Saludable" de Néstor Palmetti.
¿Y la quimioterapia? No voy a entrar en detalles, solamente me voy a limitar a señalar lo obvio: La quimioterapia acidifica el organismo a tal extremo, que este debe recurrir a las reservas alcalinas de forma inmediata para neutralizar tanta acidez, sacrificando bases minerales (Calcio, Magnesio, Potasio) depositadas en huesos, dientes, uñas, articulaciones, uñas y cabellos. Es por ese motivo que se observa semejante degradación en las personas que reciben este tratamiento, y entre tantas otras cosas, se les cae a gran velocidad el cabello.
Para el organismo no significa nada quedarse sin cabello, pero un ph acido significaría la muerte. En necesario decir que esto no se da a conocer porque la industria del cáncer y la quimioterapia son uno de los negocios mas multimillonarios que existen hoy en día. ¿En necesario decir que la industria farmacéutica y la industria alimenticia son una sola entidad? ¿Te das cuenta lo que significa esto?
La ignorancia justifica, el saber condena.
Cuantos de nosotros hemos escuchado la noticia de alguien que tiene cáncer y siempre alguien dice: "y si, le puede tocar a cualquiera" .¿A cualquiera? Que el alimento sea tu medicina, que tu medicina sea el alimento. Hipócrates.
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