Adela Celorio |
Adela
Celorio es una escritora del
Distrito Federal a la que semanalmente publican en El Siglo de Torreón, y cada catorce días en la revista Siglo Nuevo suplemento del mencionado rotativo lagunero. Sus escritos me
llenan en ocasiones de optimismo y en otras me contagian un poco de amargura y
pesimismo, pero dejan siempre la puerta abierta para animarnos al humor y la
sonrisa.
"El Presidente se cubrió de
aplausos. Habrá sentido una doble satisfacción. Flores para él, cachetadas a su
antecesor. Mientras su antecesor era condenado como un desleal, él era
retratado como un hombre que cumple su palabra", escribió Jesús Silva
Herzog Márquez en su editorial del periódico Reforma 01/14/13.
Nada nuevo bajo el sol. Execrar al
que sale y adular al que llega es una malformación moral socialmente aceptada
entre nosotros. Ni el reciclado PRI y mucho menos los ciudadanos acabamos de
asumir un comportamiento democrático y genuino. Promesas, proyectos,
iniciativas, flamantes instituciones y nombramientos; todo es posible en la
dulce luna de miel de un sexenio que comienza, pero lo que cuenta es lo que ya
se hizo y no lo que se tiene intención de hacer. Todos estamos admirando los
maravillosos ropajes del emperador.
Jesús Silva Herzog Márquez |
Elogios y aplausos prematuros me
recuerdan entre otros la entrevista con que José López Portillo nos sedujo
cuando estrenaba su mandato. Frente a la tele mis amigas y yo celebramos:
"¡Pero qué guapo!" Decía Cotilla. "Olviden lo guapo, lo mejor es
que se oye inteligente", añadí yo. "Aunque no fuera guapo ni
inteligente, ¡ay!, nuestro presidente está como quiere", dijo Bagatela. Y
sí, el nuevo presidente era tan encantador que nos endulzó el oído con aquello
de que: "Ahora los mexicanos tenemos que aprender a administrar la
riqueza". Bagatela de inmediato destapó champaña para estar a la altura de
las circunstancias, y todas reímos. Cuando al final de su mandato JLP no pudo
defender el peso ni siquiera como un perro y de sus puras pistolas nacionalizó
la banca; todas lloramos. Con implacable dedazo López Portillo destapó a Miguel
de la Madrid quien recibido con los aplausos que imponen las circunstancias; lo
primero que hizo fue reconocer que recibía al país en un Momento de Emergencia
Nacional, por lo que entre sus primeras decisiones estuvo la de declarar la
moratoria en el pago de la deuda externa. Combatir la corrupción en cargos
públicos fue una de sus obsesiones primerizas y para demostrarlo encarceló a
Jorge Díaz Serrano y a Arturo Durazo Moreno. Pasados los primeros ímpetus,
luego ya no pudo. Al final de su vida, De la Madrid reconoció públicamente la
inmoralidad de su elegido, de su familia y hasta sus relaciones con los narcos.
Enrique Peña Nieto |
Demasiado tarde, aunque igual antes
que después, los corruptos siguen gozando de una gozosa impunidad y en casos
extremos hasta son premiados como Humberto Moreira quien recibió una beca para
que él con toda su familia vivan en Barcelona mientras el exgobernador que
endeudó a los coahuilenses hasta la quinta generación, estudia una maestría. La
lista de nombres es larga e innecesaria. Todos los conocemos, y ellos no tienen
ningún inconveniente en exhibirse sin ningún pudor. Sí, ¿y qué? se burlan.
Sexenio tras sexenio nuestros presidentes emprenden campaña contra la
corrupción, pero cuando despertamos los corruptos de siempre siguen ahí.
Tenemos una larga historia de frustración y sin embargo como los niños
pequeños, seguimos esperando con ilusión la llegada de Los Santos Reyes que
esta vez sí, nos traerán funcionarios comprometidos con el bienestar de la
gente; aunque como ahora, veamos renovar sus votos a viejos grillos que a pesar
de la negra historia que les precede, han sido reciclados.
Nos entusiasma que apenas a poco
más de un mes del mandato de Peña Nieto ya tenemos en marcha una Ley para la
calidad de la educación y una cruzada contra la pobreza. Todos los días se
crean nuevas instituciones, se otorgan direcciones, subdirecciones y jefaturas.
"Difícilmente existe sobre la faz de la Tierra algún país que cuente con
mejores leyes, con más instituciones y que haya firmado tantos convenios y
acuerdos nacionales e internacionales que el nuestro.
Sin embargo, a pesar de sus
elevados objetivos han servido de poco y han pasado a formar parte de un
aparato de gobierno que no cuenta con credibilidad ni confianza y mucho menos
con nuestro respeto", afirma Sara Sefchovich en su libro "¿Son mejores
las mujeres?" Edit. Paidós. Para quienes hemos vivido ya muchos sexenios,
está muy claro que ya no podemos seguir esperando que los políticos tomen las
decisiones correctas; tenemos que tomarlas antes nosotros porque así es como se
construye una sociedad sana: de abajo hacia arriba. Creo que antes de aplaudir
y elogiar cualquier movimiento de Peña Nieto, lo que toca es participar,
cuestionar, exigir, denunciar. Lo deseable es que al final del sexenio nuestro
emperador pueda exhibir los ropajes del prestigio que otorga el deber cumplido;
pero de momento yo lo veo desnudo.
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