No solo en México, en muchas partes del mundo se escuchan
voces que demandan la renuncia de Enrique Peña Nieto como presidente del país. La causa principal de la inconformidad
contra el joven mandatario es su incapacidad, que se puso de manifiesto con los
sucesos de Tlataya y Ayotzinpa, además del estado fallido a que han dado
lugar en entidades como Guerrero y Michoacán las actividades de la delincuencia
organizada, el trasiego de drogas y las bandas de sicarios que imponen su ley
en poblaciones como Torreón.
“Históricamente, la realidad era
otra: el Siglo XIX había zarpado con Porfirio Díaz en el vapor Ipiranga. Por
largos años, México se hundiría en una guerra civil que a los ojos porfirianos
parecería interminable e inútil. Al paso del tiempo, los designios de la
historia condujeron al país a un nuevo orden: el orden revolucionario”.
Enrique Krauze. El Destierro.
En el párrafo tercero de una carta fechada el
25 de mayo de 1911, Porfirio Díaz en ese entonces Presidente de la República se
dirigía a los CC Secretarios de la H. Cámara de Diputados y en la cual expresó:
…vengo ante la Suprema Representación de la Nación a dimitir sin reserva… y lo
hago con tanta más razón, cuanto que para retenerlo sería necesario seguir
derramando sangre mexicana.
Así concluía una época del país y se iniciaba
otra, la que actualmente en este 2014 vivimos en un México ayuno de control gubernamental,
sumido en su peor crisis con un presidente de la República que no atisba a
saber dónde está ubicado, y en cuya soberbia no cabe el concepto de dejar el
poder para bien del país.
Estamos en medio de una hoguera incendiada
por el crimen, el hambre, el desempleo, la corrupción gubernamental, de una
economía entregada a Wall Street, en medio de un gabinete inepto que por si
fuera poco llega a cobrar hasta el cincuenta por ciento de comisión por cada
uno de los apoyos económicos que oficialmente se entregan; es decir estamos en
un mar lleno de rapaces y de un México bronco que está otra vez despertando.
La detonación de la crisis no es reciente,
hace al menos casi 500 años en 1521 cuando violada la madre indígena dio a luz
a una raza que todavía no sabe quién es, a dónde va, ni qué busca, por la
simple y sencilla razón que fue destrozada por un grupo de reos, el látigo y la
cruz.
El miércoles 29 de octubre Enrique Peña Nieto
vivió su fin de viaje como gobernante, ante la presencia de los padres de familia
que le reclamaron la aparición de sus hijos ausentes, estudiantes de la Normal
de Ayotzinapa desde hace más de un mes desaparecidos y supuestamente algunos de
ellos involucrados con la banda de narcotraficantes “Los Rojos” y entregados a
otra banda llamada “Guerreros Unidos”.
Esta es sencillamente una manifestación más
de un estado fallido, donde el ejecutivo en sus tres niveles de gobierno, el
poder legislativo y el judicial han hecho todo lo necesario para fracasar y la
gente grita desesperadamente que se les haga pagar ojo por ojo y diente por
diente.
Una vez más han traicionado la voluntad
popular, engañándola y enriqueciéndose hasta la ignominia de los presupuestos
ciudadanos. Nada va a lograr el gobierno con la confusión y las permanentes
declaraciones a los medios de información, porque ya les llegó la hora de
dimitir, largos años de dolor hemos tenido, largos años de tristeza todavía nos
esperan.
Se han asesinado personalidades como la de un
presidente reelecto, a un candidato presidencial del partido oficial, se han
asociado en suculentos negocios los grandes capitales nacionales y extranjeros
en transacciones más que lucrativas, solo recordemos la compra venta de una
empresa redituable como la minera carbonífera Río Escondido y que decir de TELMEX,
más casi 200 paraestatales en beneficio de los altos círculos de poder.
Las modificaciones al articulado
constitucional se han hecho según les ha convenido, por todo esto le ha llegado
el momento al presidente Peña Nieto para que renuncie y se vaya del país y en
consecuencia se convoque a la refundación del estado mexicano y mientras tanto
se nombre a un cuerpo colegiado a iniciar este proceso para darle un nuevo
rumbo al país.
Para lograr esto, se tiene que formular una
ley de amnistía y ejercer el poder mediante el control del mencionado colegiado
nacional y se inicie el establecimiento de un Congreso Constituyente que haga
las modificaciones necesarias y la transformación de las instituciones y
partidos políticos establecidos.
Este planteamiento debe realizarse porque de
todos es sabido que delincuencia y gobierno hoy son un cuerpo indisoluble.
Los abusos y los asesinatos como es el caso
del Presidente del PAN y del dirigente de la CNC en Guerrero seguirán sin
control, estamos ya sumidos en el mar de la violencia, negarlo es simplemente
prolongar la agonía. La guerra hoy instalada en Guerrero, Michoacán, Oaxaca y
Chiapas; también se vive en Tamaulipas y Sinaloa, lo mismo que en Sonora. Es
tan preocupante el asunto que el Papa Francisco en El Vaticano ya tomó cartas
en el asunto, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en Washington y ya
se trata en el seno de la Comunidad Europea.
Debemos evitar seguir cayendo en el
desfiladero de la corrupción, a la cual llegamos por los excesos de los grupos
en el poder; debemos construir el México del futuro que solucione nuestras
contradicciones, porque la nueva revolución ya está instalada en México desde
hace varias décadas, situación que se predijo pero no nos dimos la oportunidad
de cambiar, alejemos la violencia, todo esto se puede lograr si el licenciado
Enrique Peña Nieto renuncia a la Presidencia de la República y deja actuar al
nuevo poder ciudadano, ya en su momento el escritor el escritor Carlos Fuentes
predijo que el entonces candidato Peña no tenía estatura de estadista, por lo
que le recomendamos renunciar al cargo que ostenta por el bien del país, de su
familia y de usted mismo.
Celular:
871 163 3813
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