Les comparto el segundo de varios
textos escritos por Lilia Margarita Rivera Mantilla relativos a edificios de Torreón y la Ciudad
de México que
tienen una gran semejanza entre sí, en este caso las construcciones objeto de
los comentarios de nuestra colaboradora son las conocidas la de México como “El Buen Tono” y la de Torreón como “Edificio
Giacomán”,
el primero construido por Ernesto
Pugibet y
el de Torreón por Habib Giacomán al
inicio de la década de los 30 del Siglo XX. Giacomán
era emigrado de Palestina y nos dejó ese legado, que como
muchos otros pasa inadvertido, a veces porque nos acostumbramos a verlos
cotidianamente a lo largo de nuestra existencia
Edificio El Buen Tono o La Mascota. |
Ernesto Pugibet
fue un empresario de origen francés asentado en México, que en 1884 creó la
cigarrera conocida como El Buen Tono, empresa con la cual alcanzó un éxito tan
notable, que en 1910 se convirtió en la fábrica de cigarros más importante y
próspera del mundo. Estos logros se alcanzaron gracias al trabajo de los
operarios mexicanos que tenía bajo sus órdenes, los cuales eran 1000 hombres y
1200 mujeres, así como al papel de gran calidad y el mejor tabaco, proveniente
de las costas de México, con los cuales se elaboraban los cigarros.
Pero su gran
visión como empresario, no solo la empleó para hacer dinero. Hombre trabajador
y exitoso, era consciente de que un buen desempeño laboral se conseguía cuando
el trabajador tenía satisfechas sus necesidades básicas, motivo por el cual
ideó la construcción de un conjunto habitacional para alojar parte de los
operarios de su empresa, para que habitaran una vivienda digna junto a sus
familias y, al mismo tiempo, estuvieran cerca de su lugar de trabajo, ya que la
fábrica quedaba cerca de ese tramo de Bucareli, en los límites de la colonia
Juárez.
Pugibet encargó
la realización de este proyecto al ingeniero e investigador Miguel Angel de
Quevedo, quien fue el fundador de ese bello espacio conocido como los Viveros de
Coyoacán, ya que también fue importante promotor del desarrollo de áreas verdes
y cuidados forestales en la Ciudad de México.
Calle La Mascota dentro del conjunto habitacional. |
El edificio
sería similar a los conjuntos parisinos de departamentos agrupados con calles
que más bien parecían callejones o pasajes. Este conjunto habitacional tiene
tres calles intercomunicadas que llevan el nombre de tres de las famosas marcas
de cigarros que se producían en la fábrica El Buen Tono: Mascota, Ideal y
Gardenia.
Miguel Angel de
Quevedo promovía la arquitectura humanística con gran importancia en la
estética; era importante vivir en un lugar hermoso rodeado de espacio para la
convivencia, con árboles, con viviendas de medidas de acuerdo al número de
habitantes y con servicios básicos.
Su
construcción se empezó en el año de 1912
y se terminó hasta 1913 debido a los problemas derivados del conflicto bélico
que había en el país en ese momento. Su fachada de cantera y ladrillo aparente,
con detalles arquitectónicos art nouveau, lo identificaban con el estilo afrancesado
de la época porfiriana.
Rentas
congeladas, deterioro y recuperación del edificio.
En 1942, el
presidente Manuel Avila Camacho impone el régimen de rentas congeladas, lo cual
desanima a los propietarios de muchos edificios afectados y dejan de dar mantenimiento
a los edificios de su propiedad, éste fue el caso del edficio conocido como El
Buen Tono.
En 1992 se
deroga dicha ley y los inquilinos que antes pagaban ochenta o cien pesos que
costaba la renta, se vieron en la necesidad de abandonar el lugar cuando el
costo se actualizó a valor de mercado de la época actual, otros pudieron
adquirirlos en propiedad y, como consecuencia, se dedicaron a remozarlos por su
cuenta. Los habitantes de este bello conjunto departamental se agruparon para
darle el mantenimiento que está permitiendo la conservación, con algunas
modificaciones, de esta bella construcción, también testigo de grandes momentos
históricos de la ciudad y del país.
El
Edificio Giacomán en Torreón, Coahuila
Edificio Giacomán visto desde la esquina de Privada Rayón y Avenida Ocampo. |
Después de
tantos años de haber dejado Torreón, ya no lo recordaba bien, pero allí vivió
muchos años mi compañera de secundaria en el Colegio La Paz, Patricia Giacomán
Murra. Me cuenta Rosa Giacomán Murra, hermana de Paty, que su bisabuelo el señor Habib Giacomán,
originario de Belén, Palestina, construyó este conjunto de casas al inicio de
la década de los treinta pero que fue hasta 1939 cuando por fin quedó
terminado, aunque desde 1933, la familia Giacomán habitó la que fue su casa
durante varias décadas. Otras familias rentaron durante años algunas casas de
este conjunto habitacional, pero al construirse los nuevos fraccionamientos al
oriente de la ciudad, decidieron emigrar a esos rumbos, además, don Emilio
Giacomán Massú, padre de Rosa y Paty, fue un hombre muy generoso, digámoslo
así, con el cobro de las rentas de las casas aún habitadas, lo que empezó a
hacer difícil el sostenimiento del inmueble.
Entonces Rosa
Giacomán Murra junto con su hermano Arturo tomaron las riendas de la
rehabilitación del edificio, así como llevar la administración de los locales
comerciales y oficinas que se encuentran en este bello edificio protegido ahora
por el INAH en Torreón.
Sentía yo una
gran curiosidad por saber más acerca del porqué se eligió esta clase de
arquitectura; le pregunté a Rosa si sabría si sus bisabuelo y abuelo, antes de
llegar a Torreón, habrían vivido en la capital del país, pero,
infortunadamente, me dijo que nunca se les había dado esta información.
El caso es que
ahora este es un bello edificio que nos cuenta parte de la historia de la gente
que llegó a vivir a Torreón para trabajar por nuestra joven ciudad.
Edifició Giacomán en su fachada de la privada Rayón. |
Ustedes ¿ya han
estado por allí?
Conclusiones. La
recuperación y el remozamiento de estos edificios se logró por el interés de
sus propietarios y habitantes. En el caso del conjunto habitacional de Ernesto
Pugibet, ahora los departamentos cuestan entre los dos o tres millones de pesos
según el estado en que se encuentre cada espacio. En los edificios de la calle
de Bucareli vive gente dedicada a actividades artísticas y que, además, está
consciente de la plusvalía de su propiedad por la ubicación del inmueble, así
como por su valor histórico.
La historia del
edificio Giacomán es muy parecida. Afortunadamente, los encargados de la
administración del lugar son descendientes directos de los propietarios
originales del lugar; sienten cariño por este sitio que es parte de su
patrimonio familiar, que cuenta la historia de sus ancestros, y que a los demás
observadores nos remonta a los años de nuestra confiada infancia y bulliciosa
juventud.
Lilia Margarita Rivera Mantilla
Ciudad de México, 11 de agosto de 2016
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