El número de atentados y homicidios
contra medios de comunicación y periodistas que se cometen en México han convertido a nuestro país en el
más peligroso para desempeñarse como informador y aunque no hay bases para
señalar a los responsables se dice que el crimen organizado y funcionarios
están detrás de estos delitos, Jesús Máximo
Moreno Mejía se refiere al tema
en el presente artículo escrito el pasado mes de mayo.
“Un reino fundado en la
Injusticia, no es eterno”
Lucio Anneo
Séneca
Va más de un centenar de periodistas
asesinados en nuestro país del 2000 a la fecha, sin que se hayan esclarecido
dichos crímenes por parte de las autoridades.
Es una amarga situación la que se
vive en el medio periodístico, pues es terrible el número de asesinatos y la desaparición
forzada de no pocos comunicadores en el país, cuya cantidad va cada día en
aumento, sin que la justicia haya aclarado quienes han sido los autores
intelectuales de tales hechos.
En lo que va del presente año, son siete los homicidios
cometidos en contra de periodistas, tres de ellos en marzo: Cecilio Pineda
Brito, de “La Voz de Tierra Caliente” y colaborador de “La Jornada”, en Ciudad
Altamirano, Guerrero (en septiembre de 2015 logró salir ileso de un ataque
armado); Ricardo Monlui Cabrera, director de “El Político” y colaborador de “El
Sol de Córdoba”, así como columnista de “Diario de Xalapa”, quien fuera
acribillado a tiros en Yanga, Veracruz; y ese mismo mes el caso de Miroslava
Breach Velducea, periodista de “El Heraldo de Chihuahua” y corresponsal de “La
Jornada” y “Norte de Ciudad Juárez”, asesinada cuando salía de su casa en
Chihuahua, Chih.
En abril último fueron abatidos otros dos
comunicadores: Maximino Rodríguez Palacios, veterano reportero de la sección
policial del blog de noticias “Colectivo Pericú”, muerto a tiros cuando llegaba
a una tienda acompañado de su esposa en La Paz, Baja California. El segundo
caso en dicho mes fue el del comunicador Filiberto Álvarez Landeros, de “La
Señal de Jojutla”, acribillado a tiros cuando se dirigía a su casa en
Tlaquitenango, Morelos.
Finalmente, el 15 del actual mes de mayo fueron
asesinados dos periodistas, Jonathan Rodríguez Córdova, reportero e hijo del
director del semanario “El Costeño de Autlán”, quien en dos ocasiones
anteriores ya había sido secuestrado, para finalmente morir con arma de fuego
en Autlán de Navarro, Jalisco, al lado de su madre, Sonia Córdova, quien resultó
herida pero no de muerte.
El mismo día, pero en Culiacán, Sinaloa, muere
acribillado a balazos Javier Valdez Cárdenas, fundador y redactor del semanario
Ríodoce” y corresponsal de “La Jornada” y “El Noroeste”, así como escritor de
varios libros sobre temas del crimen organizado.
Este último asesinato desató una ola de
protestas y manifestaciones de grupos organizados de periodistas en diferentes
partes del país, por la ola de crímenes en contra de comunicadores y por la
nula investigación e impartición de justicia en la casi totalidad de los casos,
pues fueron denunciados ante las autoridades competentes y sólo en contadas
ocasiones se ubicó a los autores materiales, pero nunca a quienes ordenaron la
muerte de los compañeros periodistas.
Este año van siete compañeros abatidos en la
república, sin contar aquellos que han sido “levantados”, vejados, golpeados y
amenazados de muerte (de los cuales no se tiene una estadística, pues los
afectados han preferido guardar silencio para no sufrir las consecuencias, ya
que si los denuncian irán en contra de su familia).
En esta ocasión nos referimos especialmente a
los compañeros muertos en relación a su actividad de informadores, pero también
queremos dar a conocer las estadísticas reveladas por el periódico “El
Financiero”, quien advierte que de enero a abril de este año se han registrado
en el país siete mil setecientos veintisiete (7,727) homicidios, lo que
equivale a 6.26 personas por cada 100,000 habitantes, superando el número
promedio de muertes dolosas en el mundo, según cifras de la Organización
Mundial de la Salud.
Si todo lo anterior no nos debe preocupa (ya
que se asegura que México tiene el primer lugar en homicidios en América), o
nos vamos a cruzar de brazos para esperar nos toque el turno, o bien debemos
presionar a nuestras autoridades para que actúen de manera efectiva y den a
conocer quiénes son los autores intelectuales (no sólo los materiales), se les exhiba
y se les someta a juicio, pero sin retórica e instauración de fiscales de paja
y comisiones especiales, que de nada sirven para una auténtica investigación
judicial e impartición de justicia. ¿O usted qué opina?
¡Hasta la próxima!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.