Escrito
en mayo pasado el presente artículo de Jesús Máximo Moreno Mejía, anticipa lo que ocurrió en Coahuila
durante y después del proceso electoral del 4 de junio; la indignación de los
ciudadanos de las clases media y alta que regularmente no votan fue bien
aprovechada por cinco de los seis candidatos perdedores para engañar a los
electores de esos estratos y generar desestabilización y descrédito del árbitro
electoral con la intención de que se les regale en los tribunales lo que no
pudieron conquistar en las urnas. En los hechos Guillermo
Anaya, Armando Guadiana, Javier
Guerrero, Horacio Salinas y José
Ángel Pérez exhiben su doble moral y que no son
mejores que Miguel Ángel Riquelme Solís.
“Las viejas ofensas no se borran
con beneficios (promesas) nuevos…”
con beneficios (promesas) nuevos…”
Nicolás Maquiavelo
No pocos analistas políticos avizoran
resultados adversos al gobierno y partido en el poder, con motivo de las
próximas elecciones del 4 de junio en cuatro entidades del país, incluyendo a
Coahuila, pues como señaló Nicolás Maquiavelo hace 500 años: “Las viejas
ofensas no se borran con beneficios nuevos…” (simples promesas, la más de las
veces)
Lo anterior lo saben, y lo temen, quienes
siempre han ejercido el control de la mayoría de los votantes en cada proceso
electoral, que no sólo son sus militantes de partido, sino especialmente quienes
padecen la subcultura de la pobreza, a quienes les ofrecen una miseria en
efectivo o “beneficios” materiales a cambio de sufragar a favor de sus
candidatos el día de las elecciones.
Hay quienes despectivamente les llaman
“los traga lonches”, pero sinceramente es inaceptable esa expresión ya que es ofensiva
a esa clase social, pues ciertamente padecen hambre, amén de carecer de razonamiento
lógico y no entienden que están siendo utilizados, para que la clase política
siga siendo cada vez más poderosa y rica, y ellos viviendo como esclavos y cada
día más pobres.
Pero ya hay quienes hacen el esfuerzo de
hacerles ver, a esa gente pobre, que pueden recibir lo que les ofrecen
(despensas, material de construcción y hasta tarjetas de débito), pero no tienen
porqué aceptar el ceder a la voluntad del operador político o líder(eza) de la
colonia, en el sentido de que deben votar a favor de los candidatos que se les
indica.
A lo anterior hay que añadir lo que ocurre
dentro de los principales partidos políticos (tricolores, azules y naranjas), o
sea escisiones más o menos importantes en el seno de su organización, mismas que
se han hecho saber a través de los medios de información, e incluso otros que
se han filtrado veladamente, o sea “por debajo del agua”.
Por solo mencionar algunos casos de lo
anterior, en Piedras Negras el comité municipal del Partido de la Revolución
Democrática (PRD) manifestó su decisión de sumarse al proyecto político del
Partido Acción Nacional (PAN); la CTM de la Región Carbonífera hizo saber en
San Juan de Sabinas que no apoyaría a los candidatos del PRI, sino que lo
harían con el candidato independiente, Javier Guerrero García, y casi a la par
un grupo de jóvenes de Torreón, que aseguraron ser militantes priístas,
anunciaron su adhesión al candidato de la Alianza Ciudadana por Coahuila.
En Piedras Negras, la dirigencia estatal
del partido Movimiento Ciudadano, que otrora fue en coalición con otros
partidos políticos y que actualmente no cuenta con candidato a gobernador,
manifestó estar dispuestos a apoyar a Javier Guerrero, pues el resto de los
aspirantes no son del agrado de esa institución política.
En Castaños, tras de haber dado por
terminada la huelga 1,300 trabajadores de las plantas metal mecánicas Trinity,
de la Región Carbonífera, se deslindaron de la Confederación de Trabajadores de
México (CTM), y por consiguiente de los candidatos del PRI, pues en nada
contribuyeron a la solución de su problema laboral.
Los ejemplos mencionados son sólo una
muestra de lo que ha trascendido en los medios hasta el momento de redactar la
presente información, pero se conoce de manera extraoficial que las rupturas
interiores en los partidos son muchas, tanto en el PRI, PAN, PRD, etc.
Sin embargo, no es solamente lo que ocurre
al interior de esas instituciones políticas, sino al descontento generalizado
de los ciudadanos conscientes que deben ir a votar, quienes están hartos de
esperar un cambio en el sistema de gobierno y, por lo tanto, padecen una ira
que desean manifestar de manera efectiva. ¿Cómo? Con un voto de castigo, a
manera de venganza por la esperanza perdida de una oportunidad que ha sido
desperdiciada por quienes ejercen el poder.
Y como bien dice Samuel Aguilar Solís,
priísta desencantado o rebelde de su partido, “El castigo irracional tiene
suficientes razones para justificarse: la corrupción, la inseguridad, la falta
de empleo, de salarios dignos, la desigualdad, la pobreza y la impunidad ante
el abuso de aquellos que jugaron con la emoción del electorado, y lejos de
gestionar y canalizar las demandas sociales, hicieron prevalecer sus propios
intereses, la mayoría de manera ilícita”.
Finalmente, preguntamos a nuestros
lectores: ¿Usted qué opina?
¡Hasta la próxima!
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