José María MENA RENTERÍA |
Un Auténtico VÍA CRUXIS deben pasar los campesinos productores de melón y sandía para lograr comercializar sus productos, normalmente son víctima de los “coyotes” y la fruta se vende en ocasiones por debajo de los costos de producción lo que les impide salir adelante, el tema es el central de la columna PALABRAS, que escribe el compañero JOSÉ MARÍA MENA RENTERÍA.
Ochocientos pesos por permiso para vender la fruta que producen deberán pagar a la Tesorería Municipal campesinos productores de melón y sandía como los de Matamoros, Coahuila.
Hasta el año de 2010, ese pago fue de 400 pesos, por lo que del 100 por ciento es el incremento que pretende aplicarse en perjuicio de cosecheros como los del Cuadro Bajo de Matamoros.
Obviamente, no se han hecho esperar las muestras de inconformidad del campesinado que año con año se aboca a la producción de melón y sandía que realizan notable esfuerzo porque jamás han contado con el apoyo de autoridades que gravan su magro ingreso con cobros desorbitados, por para otorgar “permisos” cuyo costo, según determinación del cabildo 2010-2013, será de ochocientos pesos durante la temporada de cosecha de melón y sandía del año en curso.
Según trascendiera, los integrantes del Cabildo en turno determinaron aplicar tal incremento -sin pensarlo dos veces- antes de lesionar lo poco que de economía queda a las familias campesinas.
Carentes de solvencia moral, nulo sentido social, exhiben con su acción el alcalde Guillermo del Real Castañeda, síndicos y regidores que en este municipio se “distinguen” por su precario desempeño como tales, proclives todos a dejar al garete sus funciones cada vez que les viene en gana sin importarles el dejar “chiflando en la loma” a los ciudadanos que al edificio de la calle Pabellón acuden -en vano- en busca orientación oficial.
Marcada molestia entre los integrantes de la comunidad, por otra parte, genera el hecho de que los miembros del cabildo tengan sueldos que rebasan los 20 mil pesos mensuales, emolumentos no justificados porque lo más difícil para cualquiera que acuda a la Casa Consistorial de Matamoros es encontrar un regidor en su puesto, algo nadie ignora y que cualquiera puede corroborar con solo acudir al edificio de la presidencia, entre cuyas dependencias, con su respectivo costo, se cuenta la de Desarrollo Rural, existente en teoría más no en la práctica. No hay campesino en la región que pueda ufanarse de haber recibido apoyo o respaldo.
A gritos y sombrerazos
Para llegar a “Las Meloneras” y allí vender su cosecha, cada campesino productor de melón o sandía debe recorrer el “Vía Cruxis” que inicia hacia finales de cada año, cuando debe buscar el financiamiento o los recursos que le permitan, a más tardar hacia finales de enero, establecer su huerta.
Faltos de cualquier financiamiento, esos productores recurren a agiotistas que les hacen “préstamos”, no sin que antes en manos de esos usureros tengan que dejar las escrituras de sus propiedades o las facturas de sus vehículos, o bien -si es el caso- de la maquinaria agrícola que posean.
Viene luego la preparación de la tierra y su irrigación, la siembra y todo el proceso encaminado a que haya cosecha lo más temprano posible porque ya se sabe, melón o sandía levantados temprano son los que valen, después el mercado se satura y el precio de las frutas de piso se desploma, caída incentivada por “coyotes” como los que año con año están en “Las Meloneras” para comprar al precio más bajo posible para lograr la mayor ganancia sin que hayan tenido siquiera la necesidad de empolvarse el calzado.
Para campesinos como los afectados quedan compromisos que en ocasiones no se saldan porque aleatoria es su actividad; sujeta a los embates de los elementos y los de la ley de la oferta y la demanda, invariablemente a la baja porque no hay autoridad que programe la producción del campo para evitar la saturación del mercado y la caída de los precios.
En el marco de la actividad generada por la temporada de cosecha de melón y sandía, nada tienen que ver autoridades como los miembros del cabildo mencionados. Simplemente, los campesinos productores “se rascan con sus uñas”. Se trata de los que, para su infortunio, han tratado, cuando logran encontrarlos, con “funcionarios” que un día están y otro no, de ésos que lo mismo brincan de una función a otra, como si dominasen toda la gama de las actividades “comunes” en el ámbito oficial.
Para ejemplo está el actual representante del Gobierno de Coahuila en el Distrito Federal que alguna vez despachara como subsecretario del ramo agropecuario ; un “chapulín” mucho más diestro en el uso del trapecio -por aquello de “no vivir en el error”- que las estrellas más refulgentes del circo “Atayde”.
Semillas, fertilizantes, plaguicidas, apoyos en metálico que los liberen de agiotistas y programación para sus cultivos y para la venta de sus cosechas, es lo que los productores de frutas de piso de Matamoros necesitan, satisfactores de los que han carecido durante décadas porque no ha habido gobierno que los respalde, únicamente “autoridades” que los han abandonado a su suerte, salvo en tiempos electorales, cuando los ubicados en el ámbito oficial “se acuerdan” de su existencia para que en comicios como los que se avecinan, el llamado voto verde”; el de los campesinos, sea el que incline la balanza a favor de los que una y otra vez -al paso de las décadas- han orbitado en torno a la presidencia municipal de Matamoros, sucediéndose unos y otros para succionar y dar topes al presupuesto, por escuálido que sea.
Entre ellos, en el pasado los ha habido carentes de actividad cotidiana definida, es decir, “políticos” propietarios de negocios del rubro de los llamados giros negros, o sea, vendedores de bebidas embriagantes “amparados” con racimos de licencias de alcoholes de oscuro origen.
Otros, a los cargos que les han sido conferidos, han llegado como “infiltrados” de caciques que de una u otra forma, al acercarse los cambios de administración, hacen su juego para que incondicionales suyos queden incrustados en el cuerpo edilicio según sea el caso, para así mantener “influencia” e injerencia, obviamente, para “no brincarla sin huarache” en cuanta situación haya a la que pueda sacarse “provecho”.
Para los que realmente trabajan, por ejemplo los campesinos productores de frutas de piso mencionados, quedan las obligaciones impuestas por autoridades que amantes de exprimir socavan la economía de la gente del campo, que para su desventura, va con el santo de espaldas.
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