Roberta Garza |
Los martes, en la sección Acentos de Milenio Diario Laguna
aparece la participación de Roberta Garza,
periodista de Nuevo León
sin pelos en la lengua y cuyos juicios me parecen sumamente acertados. Esto es
del martes 19 de febrero.
Cuando
en 2006 el presidente Bush vetó una orden del Congreso que permitiría el uso de
más fondos federales para impulsar la investigación alrededor de las células
madre embrionarias, China recogió rápidamente la competida antorcha. Los
laboratorios chinos tenían todas las ventajas: no tenían miramientos no solo
religiosos sino siquiera éticos y, por supuesto, ningún problema de dinero.
Pero tampoco tenían la transparencia ni la revisión de los pares que viene con
ésta, necesarias ambas para lograr productos confiables no solo en los pocos
sujetos controlados en el laboratorio, sino en la población general.
Pero
China, con toda su inversión en investigación médica, tiene un sistema de salud
lamentable. Cuba, por otro lado, puede vanagloriarse de éste aunque, como
China, sea más candil de la calle que otra cosa: entre las contraproducentes
políticas estadunidenses y la administración ineficaz de una dictadura
autocomplaciente, es difícil para el ciudadano de a pie el acceso supuestamente
universal a una medicina de calidad que, en realidad, solo está disponible para
los VIP del sistema: ¿antivirales o jeringas desechables en las farmacias que
solo toman pesos? Buena suerte. Con todo, la isla tiene logros envidiables en
biotecnología —la industria produce cerca de 250 millones de dólares al año,
entre otros por las patentes de vacunas contra la hepatitis B y la meningitis
B, que hoy renta a GlaxoSmithKline— y, encima, ha hecho del turismo médico
—cerca de 40 millones de dólares al año— no solo un negocio sino uno de sus
mejores pilares revolucionarios, donde el último y más sonado caso es el de
Chávez que, por lo visto, en sus muchos años en el poder no ha podido hacer un
hospital decente en Venezuela.
El
asunto es que, además de las brigadas médicas que generosamente ofrece Cuba a
los países hermanos a cambio de bienes y servicios varios, no pocos personajes
de peso —periodistas, artistas, políticos, etcétera— van allí a recibir
atención médica —incluidas unas muy burguesas cirugías plásticas—, tras lo cual
los influyentes quedan eternamente en deuda con la isla y con su comandante. Lo
que no puedo dejar de preguntarme es qué tipo de medicina se hará, al amparo de
la secrecía que permite el férreo control político y la discrecionalidad
económica de la dictadura, en Cuba a laboratorio cerrado. Por lo visto con
Chávez, quizá solo haga falta que caigan los Castro para que todos los demás
mortales alcancemos la vida eterna.
Twitter: @robertayque
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