Eduardo Holguín |
En
la columna Dragones que le publican a Eduardo Holguín en Milenio Diario Laguna, el económista y periodista argumenta
que el único y mejor medio de salvarnos de nuestra dependencia de Saltillo y Durango es “ELLA”, como atinadamente han abreviado algunos liderazgos la
iniciativa para la creación del Estado de la Laguna. El argumento de Holguín se ve reforzado por el hecho de que el
mundo moderno tiende a la descentralización, tanto en lo político como en lo
económico por lo que sin vocación separatista de los laguneros, resulta
legítimo que busquemos el medio para obtener un mayor desarrollo..
En 100 años de
existencia La Laguna ha experimentado una gran transformación en sus
estructuras económicas. A diferencia de otras en unas cuantas décadas pasamos a
ser una región compleja, moderna, demandante; pero también, llena de conflictos
y procesos políticos inacabados.
Inacabados,
porque la mayoría de laguneros consideramos que un sistema de gobierno,
supeditado a la acción discrecional y discriminatoria de las autoridades de
Saltillo y Durango capitales, es totalmente incompatible con nuestras
aspiraciones de desarrollo e inclusive contraproducente para la realidad global
actual.
En lo político
el mundo occidental, México incluido, se ha descentralizado. En lo económico la
competitividad se ha vuelto un concepto predominantemente regional. Por
ejemplo, una empresa multinacional decide ubicarse en una zona urbana en
función de sus propias capacidades logísticas, de infraestructura, de respeto
al estado de derecho, etc. y no en función de las capacidades del país.
El progreso
económico exige regionalización, pero también exige sistemas de gobierno
regionales susceptibles de crear condiciones para el desarrollo. Después de
haber padecido, sufrido, las administraciones estatales, podemos decir que el
modelo de gobierno actual que supedita a las ciudades comarcanas a las
nomenclaturas políticas de Saltillo y Durango no genera las condiciones
necesarias y suficientes para atraer inversiones foráneas, para un desarrollo
pleno, generador de riqueza, socialmente equitativo, económicamente pujante de
La Laguna.
No es, por lo
tanto, una casualidad que la sociedad comarcana haya madurado el deseo de
creación del Estado de La Laguna (ELLA, como le abrevian atinadamente algunos
líderes). Digo madurado, dado que observo la consolidación de antiguos
liderazgos que han peleado por ELLA, pero también el surgimiento de nuevos
liderazgos de gran peso cualitativo que actúan en el mismo sentido. Lo mejor de
todo es que observo la aspiración de unión entre dichos liderazgos, convencidos
de que sin unión los esfuerzos por convertirnos en el estado 32 pueden ser
presa de los enemigos de tal aspiración comunitaria, de “los judas” y de los
que poco les importa el progreso económico, social y político de ELLA.
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