Roberta Garza |
Roberta Garza, periodista de Nuevo León que publica en Milenio Diario asegura que los resultados del régimen chavista luego
de 14 años en el poder y hasta su muerte, se pueden calificar de cualquier
manera menos de alentadores y se lamenta de la lacrimosa y desproporcionada
canonización que de la figura del extinto dictador de Venezuela pretenden hacer sus herederos.
Fugo Chávez |
Con todo y los
cerca de un billón de petrodólares erogados durante sus 14 años en el poder,
los resultados del régimen chavista son todo menos alentadores, y la lacrimosa
canonización que de la figura buscan hacer sus herederos es desproporcionada
hasta la náusea. Sí, redujo la pobreza —a 29.5 por ciento en 2011 de 48.6 en
2002— y la inequidad, pero no por haber logrado que los pobres adquirieran los
mecanismos para dejar de serlo, sino gracias a los subsidios no sustentables
que crecían tanto o más que la inflación, la corrupción, la escasez de
alimentos básicos, la inseguridad, el nepotismo y el anquilosamiento de
industrias prioritarias como las redes de agua y de electricidad. El que Chávez
fuera incapaz de construir no solo la infraestructura necesaria para catapultar
al país a la riqueza, sino siquiera un hospital de altas especialidades capaz
de tratarle el cáncer, habla mucho de su inopia administrativa.
Lacrimosa y desproporcionada canonización. |
Y eso es lo de
menos. La herencia de Chávez es tóxica no por su legado económico, sino por su
discurso megalómano y maniqueo que recuerda al de López Obrador o Marcial
Maciel y que, de igual manera, promueve todo menos la racionalidad o la madurez
cívica del ciudadano común: ese discurso infantil y enconoso de buenos contra
malos que imposibilita cualquier diálogo
y que quizá
permanezca en Venezuela por generaciones, impidiendo mover el país hacia adelante,
o hacia donde sea, mientras sea lejos del control de la camarilla que ahora lo
tiene acogotado: la que apresó, acosó y obligó al exilio al médico que osó
conjeturar, hace año y medio, que el presidente tenía un cáncer que no lo
dejaría vivir más de dos años. La que primero dijo que a Chávez se lo llevaba
la enfermedad por su dedicación a los pobres y luego que por haberle sido
inoculada por el imperio. La misma que nombra a su delfín, Nicolás Maduro,
presidente sustituto y a la vez candidato presidencial en abierta violación a
la Constitución. ¿La justificación? Que Chávez así lo quiso. “Aquí vengo hoy
pidiéndole a Dios su bendición y protección, pidiéndole a nuestro padre
Libertador (Bolívar) todas sus luces, y a nuestro padre redentor —¿De qué los redimió?
Quién sabe— comandante Chávez que me dé fuerzas y sabiduría”, dijo Maduro al
registrarse, en lo que es apenas una parte del intento de divinización de una
figura que, hasta donde sé, merece ser juzgada como cualquier funcionario
público. Pero vayan y díganle eso al tipo que mató a su madre para ofrecerla en
sacrificio por la salud del “redentor”.
Twitter:
@robertayque
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