José María Mena Rentería |
En
la columna Telón que el compañero José María Mena Rentería escribe para la publicación digital La Laguna se refiere al estado de esclavitud, sin eufemismos, a
que se encuentran sometidos numerosos trabajadores de la región ante el “dejar hacer dejar pasar” de las
autoridades laborales. Reproducimos el texto por considerarlo de interés para
los lectores de Hoy Acontecer de la Laguna.
La esclavitud no
ha desaparecido. Tiene como forzadas víctimas a quienes por necesidad deben
emplearse, de lo que sea, para
“devengar” un “sueldo” que oscila entre los 500 y 800 pesos por semana.
Esa es la
esclavitud que se advierte en algunos casos de la industria maquiladora. Por
ejemplo, en una situada al sur del municipio de Lerdo.
Sus dueños por
mano de obra no se preocupan. Tienen la necesaria en poblados donde pululan, a
cientos, jóvenes, hombres y mujeres, deseosos de llevar un peso a sus hogares.
En la maquila el
menor error es castigado con el despido inmediato o bien puede no haber error
alguno. Depende del estado de ánimo del gerente en turno. El caso es que el
trabajador, hombre o mujer, tienen siempre, sobre sí, el péndulo del despido “por
quítame estas pajas”.
No es raro que
en algunas maquilas los patrones mermen los ya de por sí escasos ingresos de
los trabajadores mediante el “descuento” a cada uno de ellos, de una parte de
su sueldo para así “complementar” el de otro u otros.
Las vacaciones
son algo que en algunas maquilas no se dan al trabajador o, en el mejor de los
casos, se las “dan” cuando les viene en gana. El pago de horas extras es
renglón inexistente para algunas maquiladoras, que a cada empleado descuentan
el valor de la tela mal cortada o dañada aunque el motivo del “descuento” no lo
haya dado el trabajador.
Regularmente el
horario laboral es de ocho horas. El trabajador entra a las 08.00 y debe salir a las 16.00 horas. Eso es un mito y nada más. Si el gerente lo
ordena, todo mundo debe quedarse 2, 3 o 4 horas y hacer lo que le digan, sin
recibir pago alguno por ese tiempo extra.
Puede tomarse
como base el hecho de que en la Junta de Conciliación y Arbitraje menudean
casos como los descritos, todos ganados por el trabajador, negado del todo a
ser tratado como una tuerca más del engranaje instalado por algunos
maquiladores.
¡Que falta hace
que las autoridades intervenga para que cese la explotación del hombre por el
hombre!. O sea, la esclavitud a que miles están sometidos. Ese campo las
autoridades lo deben escudriñar con lupa para evitar abusos, malos manejos y
despidos en contra de miles. ¿No lo cree usted así, amable lector?.
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