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13 de abril de 2013

Cuando se junta el hambre con las ganas de comer


Adela Celorio
Ni con políticas asistencialistas, ni por decreto, se resuelven problemas como la miseria extrema y el hambre. Se trata de situaciones siempre presentes en países como México, que paradojicamente son muy ricos, pero en donde hay iniquidad y una injusta distribución de la riqueza. El texto es la semanal colaboración de Adela Celorio, a quién le publican sus artículos en El Siglo de Torreón y en un par de medios nacionales más, como El Universal y los diarios de Grupo Reforma.

"¿En México hay hambre? Sí, hambre. Las cosas hay que decirlas con todas sus letras ¡hambre!" Algo más o menos así repiten en la radio para promover la Cruzada que ha puesto en marcha Enrique Peña Nieto. Se habla de "movilizar a la sociedad", quien es por cierto la que con más eficiencia y sensibilidad se ha movilizado siempre para aliviar la pobreza ancestral en nuestro país. Ya desde que yo recuerdo, cada semana pasaban por la casa de mis padres dos monjitas con sendos morrales mendigando arroz, frijol, aceite para darles de comer a los niños desamparados. Hoy es numeroso y fuerte el voluntariado. Una poderosa fuerza de trabajo que desde diferentes frentes se afana para paliar en algo las miserias de los niños en estado de calle, de los pequeños indígenas, de las embarazadas sin sustento. Cientos de mujeres de todos los estratos sociales sostienen y cocinan diariamente para alimentar a quienes viven el infierno de la extrema pobreza. Parroquias donde diariamente se provee comida a los menesterosos. Se habla de "reorientar la economía" y ahí sí creo que hay mucho que hacer porque por ejemplo; en vez de donar casas y terrenos a políticos ricos y poderosos que ni lo necesitan, sería una muestra de sensibilidad social de los donadores apoyar con sus obsequios a las ONG (Organizaciones No Gubernamentales) que se ocupan de quienes no tienen un pan que llevarse a la boca. Por hambre comienzan las revoluciones y de momento las cosas están así: "Ludivina regresa a su casa de ladrillos de adobe y techo de palma, vierte el líquido verdoso en un recipiente tapado con un mantel para colar una espesa nata de tierra con gusanos y bebe. Siempre la hemos tomado ansina. Nomás colada. Ahorita como ya se está acabando sabe más feo, se pega a la lengua. En veces salen hasta ranas".
Al hambriento hay que enseñarlo a pescar, no darle el
pescado. Desgraciadamente campañas como la que inicia
el gobierno de Enrique Peña Nieto son demagógicas y
populistas y están muy lejos de representar la solución
de un doloroso problema social.
"Ora ya no se alcanzan a hacer ni rastrojitos", lamenta un campesino de 76 años quien dirige un arado sobre su tierra reseca. "Aquí no ha habido nunca qué comer, pero ahora tampoco hay que tomar."
"A los niños les dan galletas de perrito. Si hay suerte, cenan ratas cazadas con resorteras."
Razones para esta sinrazón en un país rico y generoso como el nuestro no faltan: marginación, desinterés político, corrupción como en San Rafael Aramberri allá en Nuevo León, donde "En febrero de 2012 llegaron despensas. Diez kilos de harina, 3 de frijol, 2 latas de atún, un frasco de café, un kilo de azúcar, un litro de aceite y uno de leche por familia. Nos dijeron que eran de parte del gobernador. Pasó la elección presidencial y desde entonces no viene naiden, tamos bien olvidados", se lamentan mexicanos que de tan pobres ni siquiera tienen voz.
Ya van siendo muchos los presidentes que señalan como prioridad curar esa vergonzosa llaga que es para México la pobreza extrema. Se crean Instituciones, o se cambian los nombres de las existentes y nos bombardean con exhaustiva publicidad para que al final, como López Portillo, acaben el sexenio pidiendo perdón a los pobres porque nada pudieron hacer por ellos.
Ahora le ha tocado a Enrique Peña Nieto arrancar una Cruzada Nacional Contra Hambre. Por supuesto los primeros beneficiarios de esta cruzada son los diputados federales, esos insaciables hambrientos quienes junto a todo el personal del Palacio Legislativo de San Lázaro, además de su sueldo, para el período de abril a diciembre del presente año percibirán según la licitación publicada HCD/LXII/01/2013; vales para despensas en 1193 fajillas por un monto mensual de $2,150.00 pesos, es decir por más de veinticinco millones de pesos. El próximo diciembre para el vale de Reyes han pedido el mismo número de fajillas por un monto de un millón, 16 mil 743 pesos.
Ah, y un pavito porque con el sueldo no les alcanza. Imagino que dentro de las primeras acciones contempladas para la Cruzada Contra el Hambre; está la inmediata eliminación de cien diputados (como lo ofreció Peña Nieto entre los compromisos de campaña).
Siguen sobrando cuatrocientos, pero agradeceremos el hecho de dejar de mantener a cien hambrientos entre quienes menos trabajan y que sin embargo viven con la mano estirada arañando "dietas", viajes, autos, seguros de gastos médicos (por supuesto en hospitales de lujo porque el ISSTE no es de la estatura de su vida) y cualquier otra cosita que puedan echarse al buche. Muchas pequeñas escuelas en los pueblos lejanos de Chiapas y Oaxaca carecen de pupitre y de pizarrón. Niños con la pancita crujiendo de hambre reciben sus clases sentados en una piedra mientas en el Palacio Legislativo los diputados exigen autos nuevos, computadoras, Ipads, y celulares de última generación.
"El Hambre la pobreza y la desigualdad se dan juntas, pero no son lo mismo. Miles de mexicanos mueren al año por desnutrición. Millones viven en la pobreza. Todos vivimos en la desigualdad." Afirma cargado de razón Homero Aridjis.

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