Adela Celorio |
Ni con políticas asistencialistas, ni
por decreto, se resuelven problemas como la miseria extrema y el hambre. Se
trata de situaciones siempre presentes en países como México, que paradojicamente son
muy ricos, pero en donde hay iniquidad y una injusta distribución de la
riqueza. El texto es la semanal colaboración de Adela Celorio, a quién le publican sus
artículos en El Siglo de
Torreón y en un par de medios
nacionales más, como El Universal y
los diarios de Grupo Reforma.
"¿En
México hay hambre? Sí, hambre. Las cosas hay que decirlas con todas sus letras
¡hambre!" Algo más o menos así repiten en la radio para promover la
Cruzada que ha puesto en marcha Enrique Peña Nieto. Se habla de "movilizar
a la sociedad", quien es por cierto la que con más eficiencia y
sensibilidad se ha movilizado siempre para aliviar la pobreza ancestral en
nuestro país. Ya desde que yo recuerdo, cada semana pasaban por la casa de mis
padres dos monjitas con sendos morrales mendigando arroz, frijol, aceite para
darles de comer a los niños desamparados. Hoy es numeroso y fuerte el
voluntariado. Una poderosa fuerza de trabajo que desde diferentes frentes se
afana para paliar en algo las miserias de los niños en estado de calle, de los
pequeños indígenas, de las embarazadas sin sustento. Cientos de mujeres de
todos los estratos sociales sostienen y cocinan diariamente para alimentar a
quienes viven el infierno de la extrema pobreza. Parroquias donde diariamente
se provee comida a los menesterosos. Se habla de "reorientar la
economía" y ahí sí creo que hay mucho que hacer porque por ejemplo; en vez
de donar casas y terrenos a políticos ricos y poderosos que ni lo necesitan,
sería una muestra de sensibilidad social de los donadores apoyar con sus obsequios
a las ONG (Organizaciones No Gubernamentales) que se ocupan de quienes no
tienen un pan que llevarse a la boca. Por hambre comienzan las revoluciones y
de momento las cosas están así: "Ludivina regresa a su casa de ladrillos
de adobe y techo de palma, vierte el líquido verdoso en un recipiente tapado
con un mantel para colar una espesa nata de tierra con gusanos y bebe. Siempre
la hemos tomado ansina. Nomás colada. Ahorita como ya se está acabando sabe más
feo, se pega a la lengua. En veces salen hasta ranas".
"Ora
ya no se alcanzan a hacer ni rastrojitos", lamenta un campesino de 76 años
quien dirige un arado sobre su tierra reseca. "Aquí no ha habido nunca qué
comer, pero ahora tampoco hay que tomar."
"A
los niños les dan galletas de perrito. Si hay suerte, cenan ratas cazadas con
resorteras."
Razones
para esta sinrazón en un país rico y generoso como el nuestro no faltan:
marginación, desinterés político, corrupción como en San Rafael Aramberri allá
en Nuevo León, donde "En febrero de 2012 llegaron despensas. Diez kilos de
harina, 3 de frijol, 2 latas de atún, un frasco de café, un kilo de azúcar, un
litro de aceite y uno de leche por familia. Nos dijeron que eran de parte del
gobernador. Pasó la elección presidencial y desde entonces no viene naiden,
tamos bien olvidados", se lamentan mexicanos que de tan pobres ni siquiera
tienen voz.
Ya
van siendo muchos los presidentes que señalan como prioridad curar esa
vergonzosa llaga que es para México la pobreza extrema. Se crean Instituciones,
o se cambian los nombres de las existentes y nos bombardean con exhaustiva
publicidad para que al final, como López Portillo, acaben el sexenio pidiendo
perdón a los pobres porque nada pudieron hacer por ellos.
Ahora
le ha tocado a Enrique Peña Nieto arrancar una Cruzada Nacional Contra Hambre.
Por supuesto los primeros beneficiarios de esta cruzada son los diputados
federales, esos insaciables hambrientos quienes junto a todo el personal del
Palacio Legislativo de San Lázaro, además de su sueldo, para el período de
abril a diciembre del presente año percibirán según la licitación publicada
HCD/LXII/01/2013; vales para despensas en 1193 fajillas por un monto mensual de
$2,150.00 pesos, es decir por más de veinticinco millones de pesos. El próximo
diciembre para el vale de Reyes han pedido el mismo número de fajillas por un
monto de un millón, 16 mil 743 pesos.
Ah,
y un pavito porque con el sueldo no les alcanza. Imagino que dentro de las
primeras acciones contempladas para la Cruzada Contra el Hambre; está la
inmediata eliminación de cien diputados (como lo ofreció Peña Nieto entre los
compromisos de campaña).
Siguen
sobrando cuatrocientos, pero agradeceremos el hecho de dejar de mantener a cien
hambrientos entre quienes menos trabajan y que sin embargo viven con la mano
estirada arañando "dietas", viajes, autos, seguros de gastos médicos
(por supuesto en hospitales de lujo porque el ISSTE no es de la estatura de su
vida) y cualquier otra cosita que puedan echarse al buche. Muchas pequeñas
escuelas en los pueblos lejanos de Chiapas y Oaxaca carecen de pupitre y de
pizarrón. Niños con la pancita crujiendo de hambre reciben sus clases sentados
en una piedra mientas en el Palacio Legislativo los diputados exigen autos
nuevos, computadoras, Ipads, y celulares de última generación.
"El
Hambre la pobreza y la desigualdad se dan juntas, pero no son lo mismo. Miles
de mexicanos mueren al año por desnutrición. Millones viven en la pobreza.
Todos vivimos en la desigualdad." Afirma cargado de razón Homero Aridjis.
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