Fidencio Treviño Maldonado |
Fidencio
Treviño Maldonado es colaborador
en varios medios regionales, entre otros la revista Siglo Nuevo que
catorcenalmente se incluye en la edición sabatina de El Siglo de Torreón,
también participa como articulista en Hoy Acontecer de la Laguna y
en su más reciente entrega se ocupa de El Diosero de Francisco Rojas González
que se remonta a “nuestro México
atávico, la idiosincracia palpitante de una raza cuyos vestigios poco a poco se
difuminan”.
Para los que aun se atreven a leer libros
en esta época metálica/electrónica.
Remontarse a
nuestro México atávico, la idiosincrasia palpitante de una raza cuyos vestigios
poco a poco se difuminan “–Anoche desaigraron mis frijoles por beberse el pulque… Naiden los probo siquiera—Luego,
con los ojos llenos de lágrimas, continuó; --Mi marido con la ayuda de sus santos responsos ya está gozando de Dios… El se llevó mi
corazón hasta el jollo; pero no por eso debo dejar que se aceden los frijoles.”
(parte del cuento Los
diez responsos del libro El
Diosero de Francisco
Rojas González 1905 -1951), fue sin duda Francisco Rojas un autor que retrató valores,
injusticias, penas, dudas, esperanzas, la rutina cotidiana de seguir siendo
pobres o miserables, como si esto les pudiese importar dentro de los olores,
colores, angustias, miserias, bellezas, el folclor en sí de nuestro entorno más
que rural, casi ancestral. Al igual que Rojas
González, también lo hace en su escritura Ricardo
Pozas A. (1912 - 1994) con su personaje Juan
Pérez Jolote, también otro gran autor, Mauricio
Magdaleno en su libro “El
Ardiente Verano”, libros
estos de cuentos y novelas cortas, más bien
son sangrantes jirones de crónicas de una patria para muchos ahora
desconocida. Los hombres y mujeres que mientras bordan o tejen un rebozo “chal” cobijan sus tristezas, arropan
sus surcos de arrugas y esconden sus miserias para seguir tejiendo sus rosarios
de lágrimas y enjugarlas con sus mismos rebozos.
Usa Francisco Rojas en este libro
los elementos suficientes para darle al lenguaje una conexión histórica, en
donde el lector puede pensar que los cuentos son ficción y el autor nos ofrece
una profecía de lo que estaba por desaparecer; nuestra identidad tan llena de
mitos e ideología, siempre con los sufrimientos, las injusticias y los olvidos ancestrales, llevando sobre los
hombros el peso de más derrotas que victorias.
Francisco Rojas G. |
Paradoja del
mexicano; somos reaccionarios y a veces defensores ante el maltrato a un perro
(por citar el más común animal doméstico) la reacción en cadena por parte de
miles de personas, defensores o no de animales, sin embargo existen millones de
mexicanos que hacen gestos y repudian la presencia de un Tarahumara, un Zapoteca
o simple y sencillamente de una persona cuyo color o físico no sea el que
muestran los anuncios de la caja luminosa (televisión).
El Diosero es la crónica que se extingue, la historia jamás contada,
que transcurre fugada y que se difuminó ante la persecución del hombre que no
sabe lo que busca o persigue, un mexicano actual que actúa sin partir de una
perspectiva o sensibilidad histórica común. El Diosero está presente,
lo vemos en los templos, con la fe y procesiones, lo palpamos en los ídolos de
celofán, plastico, sololoy o de simple papel, los hacedores de Dioses están
presentes en la radio, las revistas, la televisión, el cine, no son figuras
grotescas, ni alebrijes con cola de quetzal, el actual Diosero tiene cuerpo,
cara y usa ropa bonita y es capaz de convencer y tener adeptos entre millones
de personas.
Sugerencias y Comentarios; kinotre@hotmail.com
Recomendar
libros en estos tiempos y épocas puede
ser una tarea difícil y, para el caso contaré algo:tuve un amigo (Jovani Hudman
“El Húngaro”) que
siempre me recomendaba libros que él jamás había leído y una vez que oía hablar
de ellos hasta hacia reseñas sobre los temas de dichos libros, sobre todo
novelas.
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