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22 de julio de 2013

Las urnas hablaron

Gerardo Hernández
González
Una vez concluido el proceso electoral del pasado 7 de julio, el periodista Gerardo Hernández González se ocupa del tema y hace referencia a lo lamentable que resulta el que “La alternancia en numerosos municipios del país es positiva y natural en cualquier democracia. Sin embargo, México sigue reprobado ante el mundo por la calidad de sus elecciones, manchadas por la violencia y porque el voto es aún objeto de comercio. En estas condiciones, la reforma política es inaplazable.” Gerardo es Director de la revista Espacio 4 pero además publica en Milenio Diario Laguna y en los medios escritos de Grupo Zócalo.

Coahuila demostró que posee memoria y que la paciencia también tiene límites. Aun con índices de abstención elevados, la ciudadanía le cobró a Humberto Moreira y a su partido seis años de desgobierno, traducidos en deuda pública exorbitante, inseguridad, violencia, impunidad y crisis de confianza en las instituciones. Hasta hoy, ninguno de los funcionarios estatales que participó en la trama para condenar al estado al pago de treinta y seis mil millones de pesos —más intereses— ha sido enjuiciado. En un país de leyes, ya estarían en prisión.
Miguel Ángel
Riquelme Solís
El PRI perdió la hegemonía al ser derrotado por el PAN y otras fuerzas políticas en diez municipios, entre ellos Saltillo. El resultado implica un reacomodo de fuerzas, incluso dentro del mismo PRI, y el surgimiento de figuras como la del empresario Isidro López Villarreal, a quien le bastaron treinta días de campaña para ganar la capital y vencer a un político astuto como Fernando de las Fuentes Hernández. El candidato perdedor, quien, como líder del Congreso legalizó créditos irregulares cuando ya se había gastado, incitó el voto de millares de ciudadanos contra su partido.
En Torreón, el triunfo de Miguel Ángel Riquelme se decidió por menos de cuatro mil votos. El PAN demanda contar voto por voto —petición que no aceptó de López Obrador en las presidenciales de 2006—, por presuntos errores de cómputo y por el volumen de sufragios nulos (ocho mil quinientos). En los comicios federales de 2012, el PRI resultó afectado por el alto número votos invalidados. Sin embargo, acató el resultado.
La división le pasó al PAN factura en las urnas, aun cuando de tú a tú le haya ganado al PRI por un menos de un punto. Sin embargo, su coalición con otros partidos lo salvó. Queda la duda de si Jorge Zermeño se habría impuesto a Riquelme, quien llegará a la alcaldía con una ciudad dividida y con equilibrios frágiles. Zermeño denunció a quienes utilizaron su imagen para promoverlo como “candidato sin partido” ni registro oficial, pero jamás pidió el voto para su partido. Menos por Jesús de León.
En Ramos Arizpe, el PAN se decantó por un excelente candidato, Ernesto Saro —el equivalente de Jorge Zermeño—, y aun así perdió de manera sorpresiva. En democracia, ningún triunfo debe darse por sentado. Uno de los mensajes del 7 de julio es que la ciudadanía repudia a los políticos y a los partidos. Así lo confirma el triunfo de Isidro López en Saltillo. Los votantes lo prefirieron a él, por su trayectoria personal y por provenir precisamente de la ciudadanía.
A escala nacional, las elecciones en catorce estados —generales las hubo solo en Baja California, donde el PAN habría conservado el gobierno—, estuvieron marcadas por la violencia y la guerra sucia de todos contra todos. En vísperas de las votaciones, el presidente Enrique Peña ofreció que la Federación se mantendría al margen. El llamado resultó débil y tardío. El PAN y el PRD acusan que el agregado al Pacto por México, para evitar que los gobernadores metieran mano en los procesos e impusieran a a sus candidatos, como pasó en Durango y otras entidades, fue una farsa.
La alternancia en numerosos municipios del país es positiva y natural en cualquier democracia. Sin embargo, México sigue reprobado ante el mundo por la calidad de sus elecciones, manchadas por la violencia y porque el voto es aún objeto de comercio. En estas condiciones, la reforma política es inaplazable.

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