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2 de octubre de 2013

Desastres, corrupción, negligencia… y damnificados

En la sección Acentos de Milenio Diario se publica los lunes la columna Doble Fondo de Juan Pablo Becerra Acosta, quien a propósito de los fenómenos meteorológicos Ingrid y Manuel que devastaron al país señala: “Y claro, también se sabía y se sabe que la mayoría de las personas que suelen resultar damnificadas son pobres: hasta siete de cada diez afectados por los diversos desastres (72%) vivían en municipios con grados de marginación ‘alto’ y ‘muy alto’”.

En octubre de 2005, después de alguno de los episodios climáticos que de cuando en cuando azotan y devastan a México —como ha ocurrido ahora con Manuel e Ingrid—, me puse a reportear los datos duros sobre el México desastroso: las cifras oficiales que representaban un detallado atlas de riesgos del país. Es verdad que hay fenómenos meteorológicos que son muy destructivos y ante los cuales poco se puede hacer para evitar su capacidad devastadora, pero también me quedó claro entonces que había un enorme grado de corrupción y de negligencia en esas tragedias de parte de quienes gobiernan municipios, estados, y la nación entera.
Pero, primero revisemos esas coordenadas que hallé a la sazón…
1. De acuerdo con datos del gobierno federal, más de 70 millones de mexicanos —seis o siete de cada diez ciudadanos— habitan en zonas consideradas de “alto riesgo” o “vulnerabilidad” ante los destrozos que suelen ocasionar los llamados “fenómenos naturales”, como huracanes, lluvias continuas, inundaciones por desbordamiento de ríos, lagos y lagunas; sequías, heladas, incendios forestales, y sismos. 2. En el país hay 738 municipios vulnerables a los efectos que causan ciclones, lluvias e inundaciones, los cuales, por su extensión, abarcan 41% del territorio nacional. 3. Hay 555 municipios vulnerables a las heladas, 32% del territorio nacional. 4. Hay 195 municipios vulnerables a las sequías, 28% del territorio. 5. Hay 995 municipios vulnerables a los sismos, 30% del territorio. Y 6. Hay 524 municipios vulnerables a los incendios forestales, 37% del territorio.
Todo eso se sabía entonces, todo eso se sabe hoy. Pero eso no es todo: A) Doce millones de personas residen en 70 ciudades (de 21 estados) ubicadas en las trayectorias que año tras año suelen tener ciclones y huracanes. B) Treinta millones viven en más de 22 mil localidades de 638 municipios (en 24 estados) que son susceptibles de sufrir inundaciones por el exceso de lluvias. C) Quince millones (¡quince millones!) viven al lado de márgenes de ríos, en lugares donde anteriormente había cauces de ríos, laderas de montes y montañas, así como barrancas. D) Treinta y seis millones viven en 151 ciudades asentadas sobre zonas sísmicas. Y E) Cinco millones en tres mil 500 localidades ubicadas en zonas de deslaves.
Todo eso se sabía hace ocho años. Todo eso, con cifras actualizadas por el crecimiento poblacional, que supongo que hoy son peores, se sabía antes de Manuel en Ingrid. ¿Y? ¿Usted ha escuchado que pueblos enteros sean reubicados? Y el peor de los datos oficiales que encontré en 2005 fue que, pesar de toda la información anterior, cada año 125 mil personas adicionales se asientan… en zonas de “muy alto riesgo”. Es decir, 342 personas al día, en promedio. ¿Con permiso de quién? ¿Llevados por quién?
Y claro, también se sabía y se sabe que la mayoría de las personas que suelen resultar damnificadas son pobres: hasta siete de cada diez afectados por los diversos desastres (72%) vivían en municipios con grados de marginación “alto” y “muy alto”.
¿Quién permitió durante décadas y décadas (¿y quién lo sigue permitiendo?) que millones de mexicanos se asentaran (se asienten) en zonas de riesgo? En este país de la corrupción y la negligencia, claro, no hay responsables. Mucho menos culpables…

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