Lydia Cacho Ribeiro. |
En
su columna Plan B la periodista Lydia Cacho
Ribeiro escribe: “Nada es lo que parece: unos
niños de 10 y 11 años no atacarían sexualmente a una pequeña sin tener un
aprendizaje directo de violencia contra mujeres y en particular de violación.
Los escarceos sexuales normales en la infancia son juegos de mutuo
consentimiento y no pasan por escenas de este tipo. La intervención debe ser
terapéutica y pedagógica, para detener el ciclo de la violencia, evitar un
mayor trauma y adquirir un aprendizaje colectivo para la escuela, así como para
madres y padres de familia y autoridades”. El texto se publicó hoy lunes en la
sección de opinión del periódico Vanguardia de la capital coahuilense.
La
nana se percató de que la niña de 6 años tenía lastimados sus genitales. La
nena explicó que antes de salir de la escuela entró al baño donde tres niños de
10 y 11 años la detuvieron, uno la violó y el otro cuidó la puerta. Los padres
de la pequeña exigieron justicia, la directiva escolar no supo cómo actuar, las
autoridades dejaron el caso en manos del DIF.
Marco Antonio Higuera Gómez. |
Este
fin de semana el Procurador de Justicia de Sinaloa se declaró incompetente ante
este caso de violación al interior de la escuela privada Las Torres, en
Culiacán. La ira se desató en redes sociales. El procurador Marco Antonio
Higuera explicó, código penal en mano, que no puede encarcelar a los niños
porque la ley sólo permite sancionar penalmente a adolescentes de entre 14 y 18
años. Sólo puede, dijo, brindar asesoría legal a la víctima. Es cierto que no
se debe castigar penalmente a infantes. El DIF necesita ayuda para el caso.
Por
su parte un dubitativo y nervioso secretario de educación (además de ignorante
en el tema de violencia infantil), se reunió con padres y madres de familia y
les aseguró que los niños que agredieron a la niña no serán expulsados “hasta
que se concluyan las investigaciones”.
El
portal Fuentes Fidedignas de Sinaloa, asegura que en el expediente aparece el
nombre de un Magistrado del Segundo Tribunal Colegiado, como padrastro de uno
de los niños acusados. La ira en redes sociales exige ver a los chicos
detenidos y adjudica, falsamente, el hecho de que no hay acción penal con
influyentismo del magistrado. Entre los dimes y diretes nadie se ha preguntado
cómo fue la intervención inmediata de la niña y los niños. Todos son víctimas.
Si
la pequeña no expresó a sus padres nada de lo sucedido durante varios días,
esto significa que, o no fue abusada por los niños y algún adulto la indujo a
contar esa historia, o la agresión por parte de los niños no la vivió de forma
tan traumática como los adultos imaginan. De allí que sea tan importante que
una psicóloga experta en abuso sexual infantil lleve a cabo el estudio con la
niña, para saber no solamente cómo, cuándo y dónde se dieron los hechos, sino
para asegurarse de que la narrativa de la nena no sea manipulada; para que la
intervención terapéutica que servirá para investigar el caso, no se convierta
en un segundo trauma para ella. Los padres, sin duda, deben recibir apoyo
terapéutico, ya que de no hacerlo pueden imponer sus miedos, enojos y angustias
en la niña, construyendo sobre la vivencia de la pequeña un trauma que no es
propio de su narrativa personal, sino reflejo de la subjetividad adulta.
Los
niños, contrario a lo que dicen los indignados lectores no deben ser ni
humillados ni encarcelados (mucho menos asesinados como sugieren algunos). A
ellos se les debe tratar con el mismo método terapéutico que a la niña: es la
única manera de llegar a la verdad y de sanar. Si esos niños efectivamente
abusaron de ella, y no fue un adulto, hay que llegar a la raíz del asunto. En
el 95por ciento de los casos de niños que abusan de niños y niñas, éstos han
sido expuestos a pornografía o a entornos de violencia sexual que puede incluir
videojuegos con escenas de violación. Ahora mismo en Internet circulan 400
millones de páginas con contenido pornográfico de fácil acceso. En un estudio
de Crimes Against Children Research Center el 34 por ciento de los niños de
entre 10 y 17 años vieron pornografía sin buscarla directamente en Internet, el
38 por ciento dijo verla intencionalmente y el 45 por ciento de chicos entre 12
y 17 tienen amigos que ven pornografía al menos tres veces a la semana. El
promedio de imágenes de hombres forzando a mujeres a hacerles sexo oral es del
92 por ciento, hombres insultando a las mujeres que penetran del 80 por ciento,
sexo grupal en que otros detienen a la mujer en un juego sexual para turnarse
con ella 40 por ciento. La pornografía tiene componentes didácticos del
comportamiento sexual.
Nada
es lo que parece: unos niños de 10 y 11 años no atacarían sexualmente a una
pequeña sin tener un aprendizaje directo de violencia contra mujeres y en
particular de violación. Los escarceos sexuales normales en la infancia son
juegos de mutuo consentimiento y no pasan por escenas de este tipo. La
intervención debe ser terapéutica y pedagógica, para detener el ciclo de la
violencia, evitar un mayor trauma y adquirir un aprendizaje colectivo para la
escuela, así como para madres y padres de familia y autoridades. Aprendizaje
sobre cómo llevar a cabo una intervención que prevenga hechos similares, que
induzca a la evitación de esas conductas y no al odio y la perpetuación del
trauma. Las autoridades y padres pueden sentar un precedente de intervención
adecuada de este tipo de casos; la justicia penal no tiene cabida en este caso
si se descarta por completo que la niña haya sido abusada por un adulto.
@lydiacachosi
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