La Doña María Félix |
Nacida el 8 de abril de 1914, la actriz María Félix forjó una
leyenda en el cine nacional gracias a su belleza, trabajo, amores y
carácter
Al cumplirse hoy
cien años de la actriz María Félix le
rendimos un sentido homenaje y compartimos con nuestros lectores una de sus
mejores películas, La Doña trabajó
con los mejores directores de la época y se convirtió en la máxima figura de
nuestro cine y hasta el momento no ha existido nadie que la pueda igualar.
Era
1940. María Félix caminaba por la entonces avenida Niño Perdido, cerca de la
Torre Latinoamericana, cuando un hombre se le acercó y la invitó a actuar en
una película.
María,
de 26 años, desconfió al principio, pero cuando Fernando A. Palacios, que había
sido cautivado por su belleza, le ofreció ser su representante, las cosas
cambiaron.
Con
ese cineasta sólo trabajaría una vez en 1944, cuando protagonizó La china
poblana.
Pero
para esa fecha Félix ya era una estrella.
Había
tenido el rol protagónico de El peñón de las ánimas, al lado de Jorge Negrete,
quien se convertiría en su esposo, y Doña Bárbara, de la que obtendría su
sobrenombre.
"Había
gente a la que ella no le caía bien; una vez alguien me dijo que cuando los
personajes (en el filme) se caían al vacío, parecían muñecos y contesté:
querían que la aventara a ella ¿verdad?", contó en su momento Miguel
Zacarías, director de El peñón de las ánimas.
María,
que cumpliría hoy 100 años de vida (serán 12 de fallecida) se distinguió por su
carácter duro. Pero no siempre fue así.
De
niña no podía dirigirle la palabra a su padre mientras estaban en la mesa; fue
esposa de quien pudo sacarla de su casa y era un poco tartamuda, defecto que
superó al decir sus parlamentos con énfasis en cada una de las sílabas, al
tiempo que hacía grave la voz.
DE INCESTO
En
1994 escribió en su autobiografía un pasaje dedicado a su hermano Pablo,
enviado al Colegio Militar.
"Estaba
tan guapo que me temblaron las piernas. Pensé en buscarme un muchacho como él,
que tuviera su piel y sus ojos, pero que no fuera mi hermano. Era una tontería,
porque el perfume del incesto no lo tiene otro amor", señaló.
Y
era alguien que podía decirle ateo al pintor mexicano Diego Rivera, para
recibir como respuesta que éste había dejado de serlo por tener frente a sí a
una diosa.
Si
veía a un actor leyendo el guión en pleno set, le decía que ahí debía llegar ya
preparado y luego le aventaba las hojas.
Pero
no podía con todos. O al menos sabía con quiénes no.
En
1956, mientras filmaba La Escondida, el director Roberto Gavaldón se enojó
porque el vestuario de la actriz estaba demasiado limpio y casi nuevo, cuando
su personaje era de campesina.
"Y
ahí nos tienen a María y a mí, en las vías de tren, pegándole con una piedra
sobre los rieles, ella sin decir nada", recordó el vestuarista Adolfo
Ramírez.
María
llegó, en 1954, a participar en tres filmes para distintos países: México (El
rapto y Camelia), Francia (French Can Can) e Italia (La bella Otero).
Y
siempre por su belleza y fuerza ante la cámara. María sabía manejar
perfectamente lo que se conoce como mejor ángulo.
Así
lo narraba Armando Herrera, fotógrafo de la llamada Época de Oro del Cine
Mexicano, en un libro confeccionado con diversas imágenes de actores.
"Esa
luz no me va. Ese ángulo no es el mío", repetía cada vez que Armando
sugería una postura.
Así
era "La Doña".
Más
de la vida de María Félix
La
actriz deslumbró al cine mexicano con su belleza.
*
Se casó con Enrique Álvarez, la juventud y la inexperiencia de ambos terminó en
divorcio, de esta unión María tuvo su único hijo, Enrique Álvarez Félix.
*
En su carrera cinematográfica, Félix filmó 47 películas, todas con artistas de
gran fama como Pedro Armendáriz, Rossano Brazzi, George Marchall.
*
María se casó cuatro veces: Enrique Álvarez, Agustín Lara, Jorge Negrete y Alex
Berger. Su última relación fue con el pintor francés Antoine Tzapoff.
*
En 1996 Francia la condecoró con la orden de Comendador de las Artes y las
Letras, la más alta distinción que otorga el Gobierno de Francia a través del
Ministerio de Cultura.
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