En el transcurso de
los últimos años, las voces de quienes pregonan la decadencia y el ocaso se han
vuelto un coro resonante. Siguen firmes las advertencias en lo que se refiere a
una decadencia moral. En el caso de los Estados Unidos, esta es una sociedad cada vez más
dividida por las crecientes desigualdades en materia de bienestar e ingresos,
una sociedad que niega oportunidades económicas a los pobres y que aún no
supera el racismo latente pero manifiesto en el persistente rezago de las
comunidades negra y latina. Escribe Fernando Ramírez López, en el inicio del presente artículo,
manifestación de su muy particular visión del mundo y sus acontecimientos.
Para que el gobierno norteamericano apruebe la propuesta de reforma
migratoria
“Cada nación forma
ahora parte de la realidad diaria de otra nación. Aunque quizá no tenga
conciencia real de su solidaridad, el mundo continúa volviéndose cada vez más
interdependiente”.
Amadou-Mahatar M’Bow. Un solo mundo, voces múltiples
En
el transcurso de los últimos años, las voces de quienes pregonan la decadencia
y el ocaso se han vuelto un coro resonante. Siguen firmes las advertencias en
lo que se refiere a una decadencia moral. En el caso de los Estados Unidos,
esta es una sociedad cada vez más dividida por las crecientes desigualdades en
materia de bienestar e ingresos, una sociedad que niega oportunidades
económicas a los pobres y que aún no supera el racismo latente pero manifiesto
en el persistente rezago de las comunidades negra y latina.
La
carga cada vez más agobiante de los trastornos mentales, la proliferación de
problemas sicológicos y conductas autodestructivas se ha vuelto un real
problema. La naturaleza misma de los productos manufacturados se ha modificado.
En el campo ha habido un descenso en la industria pesada y un desplazamiento
hacia la de los macrochips y las computadoras. La economía mundial ha asistido
a la expansión de lo que se ha llamado la “distribución de la manufactura”,
independientemente del tratamiento a problemas relativamente recientes como la
homosexualidad y la pederastia, y el trauma no superado del ataque terrorista a
las Torres Gemelas en Nueva York.
Así
en ese caminar por el orbe, hoy sabemos que mientras la esperanza de vida en
Europa es de ochenta años, en África es de cincuenta, la media en Japón es de
85 años, en Australia de 83 y en Angola de 38.
Adicionalmente,
770 millones de seres en el mundo carecen de agua potable, el 27 por ciento
sobrevive con menos de dos dólares diarios, 842 millones de la población
mundial padece de hambre; en el mundo las mujeres confrontan profundas
desigualdades, la mayoría de los 300 millones de indígenas en el orbe sufre
discriminación, cada día mueren mil cuatrocientos niños de diarrea. Estos datos
contradicen lo que los políticos en el mundo y México, proclaman como avances
sociales. En el caso específico de la región lagunera, Torreón generó un alza
en la generación de empleos de solo 10.16 por ciento, superado por Acuña con un
23.69 por ciento y Saltillo con 28.93 por ciento; en Durango Capital se observó
un alza del 31.18, mientras que en Gómez Palacio se tuvo un pobre crecimiento
del 5.48 por ciento.
En
ese tenor podemos expresar que la planta productiva mexicana tiene una
productividad del 24 por ciento respecto de la estadounidense, en una palabra
para lograr un crecimiento sostenido del PIB del 3.5 por ciento, tendría que
triplicarse el ritmo promedio de crecimiento de la productividad.
La
gran pregunta es cómo se puede lograr algo de esa magnitud. Quien quiera que
haya observado o vivido la forma en que funciona este país, de inmediato
reconoce los contrastes y las contradicciones. Es decir hay dos economías, una
que corre a alta velocidad y otra que se rezaga. Pero no solo eso, México se
caracteriza por hechos de carácter surrealista, que en otros países es de
carácter impensable, como es el caso del fraude en la línea 12 del metro y los
malos manejos de la empresa Oceanografía. Así, estas situaciones las tratamos
como realidades frecuentes: excesos, abusos, fraudes, autoridades coludidas,
ausencia de un gobierno que haga cumplir las reglas, manipulación de los hechos
y los tiempos ´para fines políticos o particulares, reguladores supuestamente
con mandatos contradictorios y potencialmente lesivos al éxito de su función.
En
un mundo que avanza a la velocidad de la luz, la fotografía que observamos es
preocupante, porque revela a un país que ha sido incapaz de organizarse y
reconocer sus deficiencias, sino que también experimenta una brecha creciente
en su economía, en el subdesarrollo social y naturalmente en el ámbito
político.
Somos
un país bizarro, de tal forma que la parte moderna acelera el crecimiento de su
productividad y se convierte en un dócil exportador y contrario sensu en la
parte tradicional, que se defiende de los cambios se rezaga y sigue la ruta que
siempre ha tenido por obstinación la del empobrecimiento.
La
gran valía de este comentario, es lograr convencer a los gobiernos que
entiendan el marco de desigualdades en la que ha crecido la actual
civilización. Donde solo la cordura y los acuerdos internacionales, en la lucha
por los marginados sea de armonía, de otro modo estamos muy avanzados en la
actividad que significa cavar el pozo que nos conduzca a la extinción de todos
los órdenes morales, sociales, políticos y económicos.
No
obstante existe la esperanza de que la humanidad cíclicamente vuelva a renacer
por una ley natural del universo; así que no caigamos en el tremendismo de los
apóstatas del exterminio.
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