Yuriria Sierra es según su perfil de twitter: Conductora de Cadena Tres Noticias, de Imagen Informativa y Reporte 98.5. Columnista de Excélsior. Amante de los libros. Profunda creyente de la risa... En una
de sus más recientes colaboraciones para Excélsior se pregunta quién y con qué propósito demanda la renuncia a la
presidencia de Enrique Peña Nieto antes
del 1 de diciembre del 2014, justo cuando se cumplen dos años de la
administración federal… De darse la renuncia del presidente en estos momentos
sería obligada la convocatoria a nuevas elecciones, pero si ocurre después del dos
de diciembre, la sustitución del mandatario se haría por designación… Esto,
lejos de resolver la crisis que vive el país la haría más profunda, por lo que
con Yuriria
concluyo: “Yo no quiero que renuncie Peña Nieto: yo quiero que Peña Nieto se sienta obligado a construir, de una vez por todas, un
verdadero Estado de derecho”.
Enrique Peña Nieto |
El próximo lunes es 1 de diciembre se
cumplen los dos primeros años del sexenio de Enrique Peña Nieto. Para algunos
(evidentemente, una minoría) de los que han solicitado su dimisión tras los
hechos en Ayotzinapa, conocedores del tablero legal, este mes podía ser una
oportunidad de oro si la exigencia y la crisis se llevaban al límite. Me
explico: según lo que establece la Constitución, en caso de “falta absoluta del
Presidente de la República”, como ahí se escribe, si ésta se da en los dos
primeros años de mandato (sólo y sólo dentro de los primeros dos años)
ocurriría lo siguiente:
Andrés Manuel López Obrador |
Tomando esto en cuenta, aquellos que
piden con fervor su renuncia (a su cargo irrenunciable) tienen menos de una
semana para que Peña Nieto viole la ley —por renunciar a su mandato—, si lo que
desean es una nueva elección. Aunque habría que pensar también, cuáles serían
las posibilidades de candidatos en la elección convocada. El PRI en crisis. El
PRD en llamas. Y el PAN totalmente desdibujado. ¿Quién podría? ¿Quién? ¡Ah,
claro! López Obrador ya tiene su propio partido.
¿Y si no pasa antes del próximo lunes?
En los artículos 84, 85 y 86 de la Constitución se habla del procedimiento que
deberá darse en caso de que la “ausencia” llegara en los últimos cuatro años de
mandato. Es decir, a partir del 2 de diciembre próximo: todo se hace igual, excepto
la nueva elección. El presidente interino nombrado por el Congreso deberá
terminar el sexenio al frente del Ejecutivo. Y el Congreso, querido lector,
querida lectora, tiene mayoría priista. Saque cuentas, imagine nombres (¿a
quién elegirían como interino?). Exigir justicia, exigir combate a la
impunidad, exigir fin a las arbitrariedades, no sólo son causas legítimas: es
una demanda necesaria, urgente diría yo, en nuestro país, históricamente
lastimado por su ausencia. Pero exigir la “renuncia de EPN” es un completo
despropósito (para todos los mexicanos que ni enterados están de los términos
en los que está redactada nuestra Constitución) por no decir un insospechado
favor o una chamba a ciegas a quien sí (o a quienes sí) podrían beneficiarse de
tan caótico escenario.
Eso sin mencionar todas las
consecuencias que una dimisión tal podría traer consigo: y ahí es cuando no
deberíamos olvidar nuestro pasado de crisis económicas. Sólo la última nos
costó la huida de capitales al extranjero, la inexistencia de nuevas
inversiones, un Fobaproa, muchos suicidios, y tres años para empezar a hablar
de “recuperación”. A la crisis política y social se le sumaría una económica,
que a su vez se agregaría a esas consecuencias de terremotos económicos
anteriores que continuamos arrastrando. Y ahí, sí, no llorarían nomás en la
casa de Enrique Peña Nieto: lloraríamos en todas las casas mexicanas por una de
las peores decisiones que jamás hubiera tomado alguien.
Los problemas no se acaban con la salida
de uno y la llegada de otro (quien sea). ¿O acaso creemos en las varitas
mágicas? Más que relevos (esos los votamos cada seis años), lo que necesita
México son profundas modificaciones, nuevas estrategias, reglas y condiciones
para un país que en esta crisis tiene, paradójicamente, la más grande de las
oportunidades para corregir camino en el único terreno en donde todos han
resultado casi omisos. Yo no quiero que renuncie Peña Nieto: yo quiero que Peña
Nieto se sienta obligado a construir, de una vez por todas, un verdadero Estado
de derecho.
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