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6 de diciembre de 2014

Vicente

Aunque nunca conocí en persona a Vicente Leñero desde siempre lo sentí en mi vida como alguien imprescindible ya que se trata de uno de los trabajadores de los medios de comunicación que auténticamente realizó oficio periodístico. A él lo seguí primero en las páginas de Excélsior, luego en Proceso, en sus libros, obras de teatro y argumentos para películas. Por ese motivo y a unos días de su desaparición física hago mío el sentir de Carlos Puig quien en su espacio Duda Razonable del pasado jueves 4 de diciembre publicó en Milenio Diario el texto que les comparto. Descanse en paz el ingeniero, periodista, escritor y dramaturgo.

Hace 20 años que cerca de mi escritorio hay siempre una impresión de estas palabras escritas por Vicente Leñero.
“El periodismo es trabajo sinfónico de equipo, es la búsqueda necia, emprendida entre todos los que forman un grupo, por desatar los nudos del mundo que vivimos. No es tarea individual, ni jamás el desplante inspirado que produce de pronto una obra redonda —como sucede a veces en el arte— para ponerse luego a dormir en laureles.
“El quehacer periodístico es talacha de urgencias, neurosis de presente, pasión por el instante que nos parece eterno a la hora de dar con la noticia y atrapar el secreto de un gran descubrimiento, pero que se diluye pronto, apenas lo entregamos a la voracidad de esa vida que nunca se detiene y que se traga todo: los hechos, las palabras de un hombre entrevistado, el llanto por un grande que se muere, la situación insólita de ahorita que mañana ya a nadie le sorprende.
“Todos sabemos: la noticia de hoy sólo dura este día; se volverá envoltorio al otro, o trapo para vidrios, o cenizas o basura. Como obra individual, poco queda intocado que importe a lo que importa el periodismo, que es el registro del instante. Lo que importa si acaso —e importa mucho, la verdad— es el camino, la voluntad constante, el fatigoso ir descubriendo durante años, paso a paso, noticia tras noticia, reportaje sumado a reportajes, columnas, entrevistas, la cambiante manera en que la realidad presenta sus conflictos, problemas, contradicciones, signos. No está llamado el periodismo a resolver las crisis —qué falacia—; está llamado a decirlas, a registrar su peso, a gritar qué se esconde, qué se oculta o simula, cómo duele la llaga, por qué y cómo y a qué horas, desde cuándo y por dónde se manifiesta el yugo que oprime esta vida social.
Más que ir en busca de la verdad, como suele decirse cayendo en el gazapo filosófico, lo que sale a buscar el periodismo, de momento a momento, es la profunda entraña, el desgarrado cuerpo de nuestra realidad. Ese es el objetivo: la realidad a secas. Monda y lironda. Desnudita y completa, lo mejor que podamos fotografiarla a punta de noticias, de indagar lo que saben los que saben, de testimonios y documentos y pareceres sustantivos, de pregunta metiche y cuchillo que punza donde duele porque algo hay si eso sangra. La realidad”.
Lleno de dolor, desde aquí, desde su Guadalajara, rodeado de sus libros va un abrazo que no termine nunca para Estela, Mariana, Eugenia, Isabel y Estela.
dudarazonable@milenio.com
Twitter: @puigcarlos

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