No
es frecuente poder leer en un solo texto a dos mujeres como Lydia Cacho y Verónica Maza Bustamante que trabajan con tanto conocimiento el tema de la sexualidad, el que abordan desde distintos ángulos y
puntos de vista. Por lo poco usual del hecho comparto a los seguidores del blog la sección El Sexódromo, publicada ayer en Milenio Diario Laguna.
A las dos excelentes comunicadoras las sigo siempre, desde que las descubrí por primera ocasión
en sus diferentes espacios periodísticos, creo que no hay mejor pretexto para hacerlo que la conmemoración del Día
Internacional de la Mujer,
surgida de un suceso trágico derivado de la lucha de las féminas por lograr
un mejor trato, tanto de los varones como de los gobiernos de los que durante
tanto tiempo siguen siendo excluidas.
Lydia Cacho cerró, por el
momento, un ciclo como periodista. Después de investigar, denunciar casos y
escribir sobre aspectos relacionados con el lado oscuro de la sexualidad, de
crímenes sexuales, decidió investigar sobre un tema que le resulta cercano por
su edad: el amor y el erotismo tras llegar a la cuarta década de vida,
publicando hace tres meses su libro Sexo y amor en tiempos de crisis.
Siguiendo el mismo riguroso
esquema de trabajo que en todas sus investigaciones, se dio a la tarea de
desentrañar las problemáticas a las que se enfrentan hombres y mujeres, sus
cambios hormonales, sus crisis sentimentales, personales y de pareja. De sacar
a la luz mitos, tabúes, información incorrecta, ofreciendo datos precisos para
vivir esa fase con alegría, no con pesar.
Lydia y yo sostuvimos una
conversación telefónica. Aquí se las comparto.
Cuando vi la
portada de Sexo y amor en tiempos de crisis pensé que era una investigación
para adultos mayores de 40 años, pero tras leerlo pienso que es para hombres y
mujeres de todas las edades. Saber, como joven, qué pasará con tu ser, con tu
cuerpo, llegada a cierta etapa de la vida, me parece muy útil.
Cuando se hace un trabajo periodístico o
un libro, debes buscar que la gente se apropie de éste. He hecho varias presentaciones
desde que salió en noviembre; se me han acercado mujeres jóvenes (es lo más
común), pero también hombres de 25, 26 años, que ya lo leyeron. Un reportero de
esa edad me dijo que compró uno para regalárselo a su papá porque comprendió,
tras leerlo, que eso es lo que le pasa a sus 50 años. “Ahora sé que a mí no me
va a suceder lo mismo, porque entró en una crisis emocional terrible debido a
que no sabía qué estaba viviendo. La familia tampoco, y todos lo estábamos
juzgando”, me dijo.
Porqué de la
menopausia se habla un poco, pero de la andropausia no lo hace nadie.
Entrevisté médicos en el Seguro Social
de Cancún que negaron la existencia de la andropausia. ¡Imagínate! Pobres de
los hombres que llegan con estos urólogos. Mi idea es ponerlo sobre la mesa
como una discusión indispensable. Cuando hablamos de sexismo también debemos
referirnos a la discriminación hacia los hombres.
¿En qué momento
o por qué situación decidiste escribir sobre la sexualidad después de los 40
años?
Es un libro que se fue gestando a lo
largo de muchos años, desde que empecé a trabajar ya casi 20 años en el tema
del VIH/sida, de diversidad sexual, de género, de cómo las parejas no aprenden
a cuidarse mutuamente. En la medida en que iba presentando mis ejemplares anteriores,
sobre todo los de pornografía infantil y el de trata de mujeres, en las
conferencias surgían preguntas interesantes: ¿por qué la gente no solo no está
hablando de este lado oscuro de la sexualidad, del maltrato, de la violencia,
sino tampoco de la sexualidad en general?
Fui recopilando todas estas preguntas y
llegó un momento en que cerré el ciclo que había abierto hace años; quise
investigar sobre el lado no criminalizado de la sexualidad sino analizar desde
otro lugar las relaciones interpersonales, cómo construimos nuestra idea de
convivencia, de amor, de lealtad.
Lo que detonó mi elección de hablar
sobre lo que sucede en una edad madura fue mi propia edad. Yo en un mes cumplo
52 años. De pronto me di cuenta que me siento más a gusto que nunca con mi
cuerpo, con quién soy, pero me topé con muchas personas llegando a mi edad, o
desde los 45 años, súper asustadas. Como periodista, me llamó la atención. Tú
sabes de esto.
Sé de ambos
asuntos. Cumplo 44 años y, conforme pasan los años, me siento cada vez más
feliz conmigo misma.
Más a gusto en tu persona, en tu cuerpo,
en el conocimiento adquirido. Una se siente más madura. Creo que nos pasa a las
mujeres que nos dedicamos a investigar sobre estos temas, que vamos
comprendiendo las cosas conforme las conocemos. Yo me siento más segura ahora
que a los 27 años, cuando quería comerme el mundo.
¿Qué asuntos
fueron los que te resultaron más difíciles de investigar porque había poca
información?
Lo más difícil fue lograr encontrar en
México médicos hombres que pudieran dar una explicación adecuada sobre el tema
de la andropausia. Encontré algunos, pero eran excepción. En cambio, en España
encontré una buena investigación en clínicas, hospitales públicos sobre el
tema. Ahí hay una debilidad tremenda en nuestro país. En el uso de las hormonas
para ellos.
Otra cosa que me costó mucho trabajo fue
conseguir que los hombres hablaran sobre sus emociones. Entrar en la
profundidad de las dos preguntas fundamentales: ¿qué significa para ti la
virilidad?, y ¿en qué momento supiste que te estabas convirtiendo en hombre? Me
conmovió muchísimo la experiencia de las entrevistas. Hablé con empresarios,
intelectuales, empleados, todos esclavos de la cultura del machismo. Fue
complejo entrar en su mundo, que se abrieran.
Lo cual resulta
importante y necesario, como también tratar estos temas con un lenguaje
sencillo, hasta divertido, sin perder el rigor periodístico. No a todos les
gusta leer las investigaciones médicas o sexológicas, porque se aburren o no
comprenden la terminología.
A mí me gusta mucho leer sobre ciencia,
porque me aleja de los temas de política, de violencia. Por eso agradezco
infinitamente a las y los divulgadores que saben que no soy experta. Cuando
recurro a ellos, no me tratan como una tonta, pero sí me explican mis dudas a
detalle.
Como en libros anteriores, en Sexo y
amor en tiempos de crisis busco mezclar el reportaje con la crónica y las
entrevistas, escribir con un lenguaje accesible, evitar datos pesados. Fue
complicado buscar símiles, metáforas para explicar cómo funciona el sistema
hormonal, intentar hacer ejemplos divertidos, porque está claro que en México,
el lector promedio no tiene la costumbre de leer divulgación científica.
Como a ti, me
llama la atención que en México, y en muchos lugares del mundo, a la gente le
da miedo hablar del lado oscuro de la sexualidad, de ese al que tanto te has
acercado. Pero también del disfrutable, del placer. Se vendan los ojos frente a
lo malo, pero también a lo bueno, negándose las maravillas del erotismo, del
amor, de la comprensión de la sexualidad.
Tenemos una muy mala educación
sentimental, para empezar, y eso arroja, a lo largo de la vida de los seres
humanos, consecuencias terribles, porque vamos acumulando miedos, violencia,
malas interpretaciones y, efectivamente, los habitantes del mundo entero
tenemos poca capacidad para superarlo. Quise enfocarme en México porque, como
seguro te pasa a ti también, cuando te pones a buscar estadísticas mexicanas
recientes sobre estos temas te das cuenta de que solo hay datos de Estados
Unidos traducidos al español. Y yo buscaba lo local. Como he leído en tus
columnas sobre educación sexual, los padres, las madres, las escuelas, el gobierno
siguen creyendo que ésta es únicamente una enseñanza anatómica o biológica.
Creen que la prevención de las violencias tiene que ver con el uso del condón
solamente, por ejemplo. Entonces, me parece que vale la pena sentarse a
discutir sobre estos temas.
¿Cómo fue tu
educación sexual?
Mi mamá era psicóloga, sexóloga y
feminista. Trabajó mucho tiempo con adolescentes. En mi casa se hablaba
abiertamente de estos temas, vinculando siempre la sexualidad con el erotismo,
con la apropiación del cuerpo, y eso me parecía normal, así que me resultaba
extrañísimo que mis amigas y mis amigos de la secundaria dijeran cualquier
cantidad de barbaridades falsas sobre el tema.
Tú y yo somos de esas generaciones a las
que les tocó el descubrimiento del sida. Comenzamos a emplear preservativo por
miedo. Los chavos de ahora ya no tienen ese referente y han relajado sus
precauciones en asuntos sexuales. Qué bueno que ya no teman, pero qué malo que
tampoco se informen correctamente.
En la época en que trabajé con el Fondo
de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer y me fui a África, a
Senegal, para poder hacer un estudio de lo que pasaba, qué hacían las mujeres
para prevenir el VIH, comprendí que en todo el mundo la prevención del sida iba
de la mano del miedo. Entonces, las personas tienen una educación llena de
tabúes, de temores pero, a la vez, una sexualidad latente, viva a lo largo de
su existencia. Si les enseñas con miedo, no se van a apropiar de su cuerpo, de
su salud. No desde el lado positivo.
A mí me toca hablar con estudiantes. En
mis conferencias hablo desde el lugar en el que pueden tener herramientas de
poder para evitar la violencia. En la medida en que amen su cuerpo, se
reconozcan en él, lo cuiden, y hagan lo mismo con el de otra persona, tendrán
una buena vida sexual.
La aparición del vello corporal se
relaciona con el incremento en el nivel de andrógenos y estrógenos. El cambio
en los folículos es relativamente abrupto durante la pubertad y la
adolescencia, pero no deja de crecer en forma gradual por varios años hasta quedar
en su punto final. En algunos varones llega a ser muy espeso, cubriendo la
espalda, la nuca, las nalgas, los pies y, en el caso de ellas, una parte de los
muslos, el abdomen bajo, los senos y pezones, los dedos, los brazos. En otr@s
es apenas una pelusilla casi indistinguible.
Las características del vello púbico son
diferentes entre cada ser humano. En algunos es más grueso y denso, mientras
que en otros se encuentra más esparcido y es más fino. El color varía
considerablemente respecto al del cabello, por lo que termina siendo un mito
aquello de que como se tiene en la cabeza o en las cejas estará el de los
genitales.
* * * * *
NúmEROS
En 2011,
las cifras en México de mujeres de 15 años y más que habían enfrentado
episodios de violencia durante la relación con su actual o última pareja, fue
la siguiente:
43.1% Violencia emocional
24.4%
Violencia económica
14%
Violencia física
7.3%
Violencia sexual
Fuente:
Mujeres y hombres en México 2013, Instituto Nacional de Estadística y Geografía
(INEGI).
elsexodromo@hotmail.com
@draverotika
FB: La Doctora Verótika
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