Jorge Zepeda Patterson |
Jorge Zepeda Patterson es
un enterado comentarista político que colabora en varios medios escritos y de
Internet, entre otros El Siglo de Torreón, la presente columna que apareció el pasado domingo 3 de mayo
en el mencionado matutino también fue subida a la página www.sinembargo.com de donde la tomó para comentarla y
compartirla nuestra amiga Lilia Margarita Rivera Mantilla.
Por considerarla de interés y abordar un tema que ha dado mucho que hablar
porque se refiere a alguien que busca eventualmente ser candidato a la
presidencia, la comparto con ustedes:
Cuenta la leyenda que durante el
porfiriato un gobernador avisó a la capital que había un brote de insurrección
en la zona; desde el centro le dieron instrucciones por telegrama: “sofóquelo
sin derramar sangre”. El gobernador acató la orden puntualmente y respondió:
“sofocado sin derrame de sangre”. Enterró vivos a los cabecillas.
Algo similar ha sucedido con Marcelo
Ebrard en los últimos meses. Alguien, siguiendo instrucciones del centro, lo
enterró vivo. Por razones de cálculo político, pero también de venganza
personal.
Y es que el ex Jefe de Gobierno
representa para muchos una amenaza política. Por lo mismo, en su linchamiento
convergen distintos factores y variados protagonistas. Por un lado, es una de
las pocas variables no controladas por el PRI para lograr reelegirse en el
2018. El PAN carece de una figura competitiva y la izquierda está fragmentada
entre Morena y el PRD. Pero Ebrard era
un hilo suelto. Es una figura que al margen de los partidos genera interés
entre en un amplio espectro del electorado que le considera un funcionario
experimentado y progresista, sin la radicalidad o belicosidad que el atribuyen
a AMLO. Los Pinos tenía que evitar a toda costa que en la segunda mitad del
sexenio Ebrard adquiriera visibilidad y, por ende, gozara de popularidad de
cara a la sucesión presidencial. Consecuentemente se le han cerrado todos los
caminos a través de los cuales él podría tener una tribuna pública. El fallo
polémico y forzado del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación hace unos días para impedirle
ser candidato a diputado por el Movimiento Ciudadano, es un fiel reflejo de
esta estrategia.
Marcelo Ebrard Causabon |
Pero en la defenestración de Marcelo
también converge el fuego amigo. Los líderes del PRD se aseguraron de bloquear
sus pretensiones de llegar a la
presidencia del partido, a fines del año pasado. En una elección interna Ebrard
habría vencido a Carlos Navarrete, algo que Los Chuchos no iban a permitir.
Tampoco Los Pinos. Tal posición le habría dado un protagonismo formidable en
los próximos años y le habrían convertido en el enemigo a vencer en el 2018.
Por su parte, Miguel Ángel Mancera ha
hecho lo propio para convertir en cadáver político a su ex jefe. La nueva
administración ha conducido una campaña de exterminio contra todo lo que oliese
a Ebrard, incluyendo proyectos y aliados. Como el apóstol San Pedro, los amigos
del ex Jefe de Gobierno han tenido que deslindarse o de plano repudiarlo para
mantenerse con vida en la estructura capitalina. Una y otra vez los intentos
que ha hecho Ebrard para regresar a la escena pública fueron desactivados o
boicoteados por sus muchos enemigos.
Y, también hay que decirlo, no es que
Ebrard tenga muchos amigos. Incluso López Obrador ha sido demasiado tibio para
salir en su defensa o para acogerlo en Morena. Si bien no hay una hostilidad
abierta, ni mucho menos, parecería que a El Peje tampoco le hace gracia
competir con Ebrard al interior de Morena de cara al 2018. En suma, Marcelo
Ebrard ha sido víctima de sus virtudes. Su atractivo político se convirtió en
una amenaza para todos.
Y si al cálculo político se añade el
encono personal podemos entender la saña en la cacería desatada en su contra.
Por un lado, Miguel Ángel Mancera no le perdona al ex jefe que nunca hubiera
apoyado su candidatura, y sí en cambio la de Mario Delgado. Mancera siente que
llegó a donde está no gracias sino a pesar de Ebrard. Y, en efecto, hubo mucho
de soberbia en la intención de Marcelo de imponer a su delfín incluso cuando se
hizo evidente que la correlación de fuerzas favorecía a Mancera.
Pero este último no es el único que le
profesa un odio jarocho. Alguien en Los Pinos está convencido de que fue Ebrard
quien filtró la información sobre “la Casa Blanca” de La Gaviota a los medios
(algo que niega el ex funcionario). A ojos del soberano, la sola sospecha
justificaría toda la rudeza innecesaria que pudiera aplicarse contra el
responsable de tal sacrilegio.
No es casual, pues, el rosario de
embates en contra de Marcelo Ebrard. Comenzó con el escándalo de la línea 12
del Metro y bien pudiera terminar con él. Más allá de las irregularidades en la
construcción de la obra, el tema fue explotado para asestar un golpe mediático
en contra de la reputación del ex Jefe de Gobierno, como si todas las
decisiones hubiesen sido tomadas por su persona. En realidad es una obra en la
que participaron distintos niveles de gobierno, entre ellos funcionarios que
hoy forman parte de la administración de Peña Nieto. Pero las columnas y
comederos políticos se cebaron exclusivamente en el ex aspirante a la
candidatura presidencial. No se descarta que el asunto tenga un desenlace
jurídico y penal, una especie de espada de Damocles sobre su cabeza. Una última
carta de negociación para impedir su regreso a la arena política.
Marcelo Ebrard se encuentra literalmente
en la lona, con muchos enemigos encima y ningún amigo. Una y otra vez, como su
tutor Manuel Camacho, ha sabido levantarse de un knock-out cantado. No parece
fácil esta vez, pero tampoco apostemos en contra.
@jorgezepedap
El comentario de Lilia
Lilia Margarita Rivera Mantilla |
No hay que darlo por muerto. Cada vez
que esto ha sucedido, Marcelo Ebrard resucita.
Cómo olvidar aquel trágico suceso que
fue el linchamiento de los policías en Tláhuac, en noviembre de 2004.
Marcelo Ebrard fue culpado por no
detener a tiempo tan lamentables hechos. Ramón Martín Huerta, en ese entonces
Secretario de Seguridad Pública Federal, dijo como excusa que no intentó enviar
un helicóptero para rescatar a los policías, ya que se temía fuera derribado a
pedradas. Ebrard fue destituido de su cargo como Secretario de Seguridad Pública
del Distrito Federal; Andrés Manuel López Obrador lo rescató para darle el
cargo de Secretario de Desarrollo Social del Distrito Federal, cargo al cual
renuncia en el 2005 para lanzarse a la candidatura como Jefe de Gobierno del
Distrito Federal.
Como en una especie de venganza
diabólica, la mañana del 21 de septiembre de 2005, Ramón Martín Huerta muere
junto a otras ocho personas al estrellarse el helicóptero en que se dirigían
rumbo al penal de La Palma.
Martín Huerta sería el orador al poner
en marcha la operaciòn para la Fuerza de Seguridad Penitenciaria.
Como siempre en estos accidentes, el
gobierno informó que se trató de un lamentable accidente.
Quien no quiso apoyar a Ebrard
enviándole un helicóptero para el rescate de aquellos infortunados policías en
Tláhuac, murió cuando cayó la nave en que viajaba. Mucho se ha rumorado que el
helicóptero fue derribado. Igual en el caso de Juan Camilo Mourillo, Francisco
Blake Mora, ¿y el helicóptero de la Sedena que acaba de caer en Jalisco? Fue
derribado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.