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3 de enero de 2011

El recuento

Una presencia que desde siempre ha estado en  los medios de comunicación es la de GERMÁN FROTO MADARIAGA y creo que fue en LA OPINIÓN EL GRAN DIARIO DE LOS LAGUNEROS donde inició su transitar como editorialista, yo lo conocí en uno de tantos torneos de oratoria por los años 60 cuando ambos estudiábamos la prepa, yo en la VENUSTIANO CARRANZA y él en la PEREYRA grande y siempre fui seguidor de sus escritos, actualmente escribe su columna ADDENDA para EL SIGLO DE TORREÓN donde realiza el presente recuento.


Siempre en estas fechas me da por hacer recuento del pasado. Me duelen las pérdidas, las ausencias; no lo puedo evitar, extraño a quienes se han ido para siempre, de manera especial a los más recientes.

Extraño a mis grandes amigos. A Alfonso, con toda su alegría, generosidad y sentido del humor, a veces incomprensible para muchos.
Lo extraño, porque más que mi amigo era mi hermano menor. Él decía que yo era el único que lo podía regañar, fuera de sus tíos. Y vaya que no resultaba fácil que se dejara que alguien lo hiciera, pero yo me sentía bien tratando de apaciguar aquel su carácter fuerte, porque lo tenía.
Extraño a Armando, con el que se podía platicar lo mismo de derecho que de literatura. Apasionado del Gabo y adorador de Carpentier.
Añoro, por memorables, aquellos desayunos en Saltillo. Con qué orgullo me mostraba el último libro de García Márquez dedicado para él; y las historias que contaba de su infancia en La Carbonífera; su determinación de aferrarse al pupitre (estudiar) con tal de no verse obligado a trabajar en las minas.
Extraño, igualmente, al Ricky, que en estos días, llegaba cargado de regalos para todos, porque la generosidad era su sello distintivo. Y yo esperaba, con gran interés, las anécdotas de sus cacerías, porque era un bromista incorregible.
La vida nos quita seres queridos, muy queridos. Pero peor sería que nunca los hubiéramos tenido.
Sin embargo, a mí me invade la tristeza; y ni toda la alegría de estas fiestas alcanza para mitigar mi dolor.
Podría hacer un recuento más largo, narrar aquí desde la primera vez que me enfrenté a la pérdida de un buen amigo, allá por los años de la secundaria cuando murió Juan Foster. O cuando perdí a Manuel, que sentí que perdía a mi mejor guía, pues nunca he vuelto a encontrar un hombre como él.
Pero la vida sigue y nos arrastra y un día llegará que nos volvamos a encontrar con todos ellos.
Entre tanto, no queda sino seguir mirando hacia el futuro. Poner todo el entusiasmo posible y trabajar para mantenernos en pie.
Hay muchas cosas por las cuales luchar y muchas más que podemos disfrutar.
Anoche fue "noche de año viejo", y la reunión con la familia se repitió de nueva cuenta. Aún estamos vivos y ese es motivo de alegría. Hubo duras pruebas este año, momentos difíciles y dolorosos, pero permanecimos en pie y ahora vemos hacia el futuro.
Dios nos manda pruebas, pero al mismo tiempo nos da la fuerza para superarlas. Son tiempos difíciles y nadie está exento de una desgracia. En ocasiones nos desesperamos y gritamos que: "Si este género humano está cometiendo tantas atrocidades, ¿por qué Dios no pone orden?".
Seguramente Él tiene un plan divino que nosotros desconocemos y no lo comprenderemos sino hasta pasado algún tiempo.
Pero entre que eso sucede, yo sólo quiero pedirle a mis amigos y seres queridos que me ayuden a hacer posible las siguientes palabras tomadas de un texto de Jorge Bucay, en el que éste afirma:
"Quiero que me oigas sin juzgarme.
Quiero que opines sin aconsejarme.
Quiero que confíes en mí sin exigirme.
Quiero que me ayudes sin intentar decidir por mí.
Quiero que me cuides sin anularme.
Quiero que me mires sin proyectar tus cosas en mí.
Quiero que me abraces sin asfixiarme.
Quiero que me animes sin empujarme.
Quiero que me sostengas sin hacerte cargo de mí.
Quiero que me protejas sin mentiras.
Quiero que te acerques sin invadirme.
Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten.
Quiero que las aceptes y no pretendas cambiarlas.
Quiero que sepas que hoy cuentas conmigo...Sin condiciones".
Sólo eso deseo en estos momentos y sé que tú me lo puedes dar.
Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano"

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