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3 de enero de 2011

Torreón: ¿una década perdida?

EDGAR SALINAS URIBE opina en su espacio INTIMIDADES COLECTIVAS y que se publica los lunes en LA OPINIÓN – MILENIO, que es imposible cambiar una ciudad en tres años y se refiere a que hace diez años los temas que dominaban la agenda regional no son los mismos de la actualidad cuando el ritmo del crecimiento urbano de TORREÓN es mayor que el crecimiento en la calidad de vida de sus habitantes.

Los urbanistas coinciden: no es posible cambiar una ciudad en tres años (a menos que sea para deteriorarla). De diez a doce años pueden ser suficientes para verificar cambios sustanciales en una ciudad, entendida como espacio común de ciudadanos y no como campamento para la sobrevivencia. De ahí la importancia de cada año de un ciclo en la proyección de una ciudad. Y también de la continuidad en los proyectos fundamentales.
A veces la prisa de la coyuntura vence a la necesidad de hacer pausas para la evaluación del desarrollo de una ciudad desde perspectivas más amplias en el tiempo. Suelen los tiempos del interés inmediato imponerse a los de la paciente construcción relacional y corresponsable de lo público.
Hace diez años no dominaban la agenda municipal temas como el desempleo, pérdida del poder adquisitivo, rezago productivo, insuficiencia de inversión, dispersión de esfuerzos cooperativos, baja calidad en el agua, delincuencia organizada, o emigración de jóvenes. Más aún, hace diez años parecía que Torreón “se preparaba para administrar la riqueza”, como me dijo una persona con el tono de seria candidez que la inocente cortesía imprime a ciertas charlas. Algo pasó que la agenda se nos fue de las manos.
Sí, iniciamos la década con ataques terroristas y la terminamos con la crisis iniciada hace un par de años. México, anclado a la suerte norteamericana, ha sido uno de los países con peor desempeño macroeconómico desde entonces. Esto, sin embargo, no agota todas las explicaciones de la década torreonense.
Centros comerciales; nuevas vialidades; el TSM; la alternancia política; mayor oferta educativa; ensanchamiento de la mancha urbana; algunas inversiones millonarias de varias de las grandes empresas locales; nuevos museos, ampliación de la oferta hotelera; mejoría en el servicio aeroportuario; son atisbos de un crecimiento de diez años a la fecha, emblemas de apuesta por un futuro promisorio. Pero no son suficientes baluartes para verificar una mejoría en las condiciones de confianza y bienestar. Parece que en la última década el ritmo de crecimiento urbano en Torreón ha sido mayor que el de mejoría en la calidad de vida de sus habitantes. La que iniciamos tendría que ser la década de la calidad de vida en Torreón: cohesión social y competitividad.
twitter.com/letrasalaire

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