Arcelia AYUP SILVETI |
Desde hace poco tiempo Arcelia Ayup Silveti, esposa de mi amigo Jesús Salvador Hernández Vélez publica un espacio
en Milenio Diario Laguna bajo el título De Raíces y Horizontes en donde toca el
tema de costumbres y tradiciones, y también acerca de recetas de cocina. En la
última entrega se refirió a una anécdota vivida por nuestros vecinos de Viesca, Coahuila.
Esta
anécdota es un verdadero ejemplo del rescate de identidad. En la esquina de
Hidalgo y Constitución en Viesca, Coahuila, hay una anacahuita, un hermoso
arbusto de flores blancas y hojas ovaladas aterciopeladas. En Torreón hay una
en la Calle Mayrán, en el camellón central, frente a las canchas de futbol del
Lienzo Charro de la colonia Torreón Jardín.
Dicha
anacahuita, que en Viesca le llaman “canagüita”, ha crecido con el pueblo.
También la esquina es conocida con el mismo nombre. Deducen las personas de
mayor edad que este árbol puede tener un siglo, pues ya existía cuando eran
niños. El viesquense Jaime de la Fuente afirma que ha visto fotografías de ese
ejemplar, cuando pasaba por ahí un tranvía.
Muchas
generaciones vieron engrosar su tronco y dar vida a nuevas flores cada
primavera. El viernes 9, una patrulla seguía a un infractor y ésta chocó justo
en la anacahuita y la tumbó de raíz. Al día siguiente la presidencia municipal
ordenó tirarla.
Los
vecinos de la cuadra escucharon ruidos y salieron a ver qué pasaba. Todos
unidos exigieron que replantaran el arbusto porque estaba vivo, que si lo tiraban
ya no tendrían nada que los identificara, que todos los viesquenses tenían un
recuerdo de su “canagüita” y que era como si les quitaran el alma. La persona
enviada les dijo que él sólo obedecía. Con energía los viesquenses se
opusieron, sin importar la procedencia de la orden.
Al
cabo de unas horas, llegaron con la maquinaria necesaria para replantar el
árbol. Los vecinos, esta vez contentos, ayudaron a colocarle enraizador y a
coordinar la manipulación de su “canagüita”, custodiando su raíz.
Le
hicieron un cajete más grande y un bordo de tierra alrededor. De nuevo en su
lugar, le echaron agua y hablaron de la importancia de regarla más seguido
mientras “vuelve a agarrar”.
Qué
ejemplo más vivo de defender lo que nos pertenece y nos da identidad. ¿Será que
en los pueblos la raíz es más profunda que en las ciudades? ¿El resto de los
laguneros defenderemos lo nuestro con esa fuerza? ¿Cuál es nuestra “canagüita”?
¿Necesitaremos enraizador?
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