Gerardo Hernández González |
Un conflicto no calculado en Acción Nacional le
va a restar simpatizantes a Jesús de León
Tello por la inconformidad ante la forma
como se eligió al abanderado para la Presidencia
Municipal de Torreón, esto independientemente de que Jorge Zermeño Infante no
buscará ya impugnar el procedimiento, toda vez que logró colocarse como asesor
externo del Consejo Nacional de la Judicatura.
La columna es Capitolio
que escribe Gerardo
Hernández González y que se publica en los
diarios Milenio Diario
Laguna y los del grupo Zócalo. El segundo tema se refiere
a como en el PRITorreón se han impuesto dogmas y dinastías.
Como
si el PAN no estuviera ya en un brete por sus problemas internos y la
competencia externa, la “rebelión” de mil quinientos catorce ciudadanos por la
no postulación de Jorge Zermeño para la alcaldía abre un conflicto no calculado
capaz de restarle votos a su candidato Jesús de León. En un aviso insertado el
10 de marzo en un medio impreso, los firmantes reprochan al Partido Acción
Nacional haber ignorado “lo que para la mayoría de los ciudadanos era evidente,
que su mejor carta es Jorge Zermeño”.
El
responsable de la publicación no es otro que el polémico empresario Alejandro
Gurza Obregón, veterano de mil batallas por la democracia. El bloque advierte
que su atención en el proceso lo motivan tres factores: 1) “las condiciones en
las que se encuentra Torreón”, 2) comprobar la prevalencia del “interés común
del que tanto pregonan en su doctrina (los líderes del PAN)”, y 3) la
postulación del “panista que mejores cualidades presenta en nuestra ciudad…”.
Sin embargo, deplora, “no fuimos escuchados”.
El
grupo, cuyo número es de apenas uno menos de los mil quinientos quince
militantes que votaron por De León (67 por ciento) y por Zermeño (32 por
ciento), deja a los panistas la solución de sus pugnas y se ubica en un ámbito
estrictamente ciudadano: “lo que nos une hoy, es reclamar que (…) fuimos
ignorados”. Con ese argumento, tratan de forzar la sustitución del candidato,
por dos vías. Una es moral: el compromiso del PAN de volver a su raíz
ciudadana, luego de haber sido vencido en las elecciones presidenciales de
2012. La otra es política y raya en la extorsión, pues compara los mil
dieciocho votos con los que De León ganó contra “los cientos de miles de
ciudadanos que en muchas otras elecciones hemos votado por el PAN”.
Rubén Ignacio Moreira Valdez |
Más
adelante, el amago toma forma: “para ganar la elección ustedes” —candidatos y
líderes del PAN— “necesitarán de nosotros los ciudadanos que cada día salimos a
trabajar y a dar la cara a pesar del olvido y del mal gobierno que tenemos. Las
elecciones no se ganan solas, y la derrota es casi segura si no se escucha la
voz de los ciudadanos. Para nosotros, Jorge Zermeño Infante es una persona que
en este momento agrupa experiencia, cualidades, valores y opiniones positivas
por el buen recuerdo que (…) dejó en miles y miles de ciudadanos sin más
ideología que la de aspirar con un Torreón seguro, próspero, digno y limpio”.
El
frente ciudadano de los 1514 se sustrae también de grillas y de encuestas, para
explicar que su respaldo a Zermeño “se sustenta en resultados que difícilmente
volverán. Torreón no está para experimentar soluciones, a nuestra ciudad le
urge un buen alcalde con honestidad y congruencia probadas”. Y ante la
eventualidad de un nuevo fracaso del PAN en las urnas, se deslinda: “Si el voto
no les favorece, no repartan culpas. Ustedes no tomaron en cuenta la decisión
que queremos los ciudadanos. Quienes hoy firmamos esta carta somos más de mil
(…) una pequeña muestra de los miles de ciudadanos de los que seguramente se
acordarán y se reprocharán no haber escuchado la noche del 7 de julio. Porque
queremos el bien de Torreón y de México estamos haciendo esto”.
Con
este movimiento inesperado, los 1514 ponen en jaque al grupo del diputado
Guillermo Anaya y a Jesús de León, electo según los estatutos y el menos
culpable de la división panista. Con su abstención, su voto contra el PAN o por
otra alternativa, que podría ser Raúl Sifuentes, el grupo franquea las puertas
de la Presidencia para que el PRI la ocupe otros cuatro años.
Dogmas
y dinastías
Miguel Ángel Riquelme Solís |
La
postulación de Miguel Riquelme para alcalde de Torreón se resolvió según los
usos y costumbres del PRI, partido donde la disciplina es canon. Con dos
elecciones legislativas previas, en la segunda de las cuales alcanzó la
votación más alta del estado después de Rubén Moreira, y cargos relevantes en
el gabinete local, la candidatura de Riquelme se labró a ciencia y paciencia de
sus promotores y por tanto no sorprendió a nadie.
Por
su origen y perfil, la unción de Riquelme, el político lagunero más
identificado con el gobernador Rubén Moreira —otro es Eduardo Olmos—, implica
un cambio estratégico del PRI en Torreón. La mayoría de sus candidatos procedía
de clanes y cofradías políticas y económicas que se alternaron el poder por lo
menos en los últimos cincuenta años. José Solís Amaro y Manlio Gómez Uranga
figuran entre las excepciones de esa regla.
Si
alguna duda existía sobre el futuro de Riquelme, esta la despejó el escándalo
por lavado de dinero y defraudación fiscal que involucra al diputado Antonio
Juan Marcos Villarreal, el aspirante mejor posicionado del PRI para la
alcaldía, a su hermano Salomón y a decenas de colaboradores de ambos. El caso
lo siguen la Secretaría de Hacienda y la PGR, a cargo de Luis Videgaray y Jesús
Murillo, dos de los funcionarios de mayor influencia en el gobierno de Enrique
Peña. Después de la captura de Elba Esther Gordillo, cacique del SNTE, el
presidente ha insistido que en su administración “no habrá intocables” y que
“nadie estará por encima de la ley”.
Jesús de León Tello |
Es
la segunda ocasión que Juan Marcos Villarreal pierde la postulación. Hace
cuatro años también la tuvo a su alcance, pero al final Eduardo Olmos se hizo
con la candidatura, apoyado por el entonces gobernador Humberto Moreira. El
priista derrotó a quien competirá con Riquelme el 7 de julio: Jesús de León
(PAN). Salomón Juan Marcos Issa —padre de Antonio— fue candidato en dos
ocasiones consecutivas. En la primera perdió con Jorge Zermeño y en la segunda
venció a Javier López.
Riquelme
es experto en ingeniería electoral. Como tal, sus servicios fueron requeridos
por los gobiernos de Rogelio Montemayor, Enrique Martínez, Humberto y Rubén
Moreira. Es consejero político del PRI y se ha desempeñado como recaudador de
Rentas en Matamoros y Torreón, secretario de Desarrollo Regional (con Humberto
Moreira), de Gobierno y de Desarrollo Regional (en la actual administración).
En 2009 fue candidato a diputado por el distrito 5 de Torreón. Ganó con poco
más de ochenta y tres mil sufragios, equivalentes a 61.8 por ciento de la
votación total.
Tres
meses después, en las elecciones del 18 de octubre, Jesús de León obtuvo
ochenta y seis mil votos como candidato a alcalde (36.9 por ciento del global),
en circunstancias críticas para el PAN derivadas de la administración de José
Ángel Pérez y cuatro años de roces con el gobierno de Humberto Moreira.
Significa que el PAN, aun en sus peores momentos, cuenta con un caudal
significativo de sufragios.
El
líder local del PRI, Francisco Dávila, quien también aspiró a la alcaldía y que
en 2002 fue candidato del PRD, el PT y Convergencia, promete más de ciento
cincuenta mil votos el 7 de julio. El triunfalismo nunca ha sido buen
consejero. En las elecciones para gobernador de 2011, el PRI le generó a Rubén
Moreira ciento cuarenta y ocho mil en Torreón. La postulación de Riquelme, cuya
fuerza electoral radica en las colonias populares, no provocó divisiones
visibles en su partido. Si existen o no, se verá en las urnas. Otro misterio es
el voto de las dinastías hechas a un lado.
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