René Delgado Ballesteros |
El
calderonismo cumplió a carta cabal con su divisa... pero al revés: perdió el
gobierno, sin ganar el partido. Y, aun frente a la evidencia, el residuo de esa
corriente no acaba de digerir su doble derrota. El problema es que su dispepsia
política terminará por golpear las posibilidades de Acción Nacional y, quizá,
las del país mismo.
Muchas
de las calamidades políticas y sociales que hoy abaten al país -la peor, pero
no la única: dar con los desaparecidos- son resultado de esa gestión. La deuda
del calderonismo con la nación es enorme, pero su expresión residual no lo
considera así.
Como
la reina Grimhilde de Blancas Nieves, los calderonistas se irritan cuando el
espejito ya no replica que son los más bonitos del reino perdido y, en su
furia, poco les importa hundir aún más a su propio partido y de paso arrastrar
al país... regalan manzanas envenenadas.
***
Carlos Salinas de Gortari |
Vicente Fox Quesada |
El
4 de diciembre de ese año, Madero se alzó con la victoria y además recibió un
bono extra. En la derrota el calderonismo se dividió y una parte rechazó
negociar posiciones en el Comité Ejecutivo y con su capricho le dio carta
blanca a Madero para integrar a su equipo.
***
El
segundo capítulo de su derrota vino en los prolegómenos de la precampaña por la
candidatura presidencial.
Diego Fernández de Ceballos |
Uno
a uno se fueron bajando los calderonistas, según esto, para fortalecer a
Ernesto Cordero que, de a tiro por declaración, dejaba ver que lo suyo, lo suyo
no era ser presidente de la República. Al registro formal de las
precandidaturas llegaron Creel, Vázquez Mota y Cordero. Las posibilidades de Creel
se fueron diluyendo y Cordero creyó acrecentar las suyas golpeando a Vázquez
Mota, bajo los postulados de la guerra sucia -espionaje, incluido- a la que
tanto se aficionaron los calderonistas. La debilitaba, pero él no se
fortalecía.
***
Felipe de Jesús Calderón |
Josefina
Vázquez Mota se hizo de la candidatura pero, con un handicap, los ataques de
Cordero en su contra fueron batería gratuita para el priismo. Eso sí, los
calderonistas de cepa se pusieron un salvavidas. Hasta el jefe de campaña de
Vázquez Mota se puso uno. Cordero, Lozano, Lujambio, Salvador Vega, Gabriela
Cuevas, Mariana Gómez del Campo, Luisa María Calderón y, desde luego, Gil aseguraron
un escaño en el Senado. Antes de escuchar el grito "sálvese el que
pueda", amigos y familiares ya traían los flotis puestos.
Cuanto
el calderonismo pudo hacer para que Vázquez Mota perdiera, lo hizo. La divisa
parecía ser: si no es de los nuestros, no será de ella. A esa idea, la propia
candidata sumó sus propios errores hasta asegurar la derrota como destino. No
al segundo, al tercer lugar cayó el panismo y, entonces, el calderonismo hizo
su mejor imposible: hacer de la derrota su victoria. Facturaron el resultado a
Gustavo Madero, presionaron su renuncia y nada. Un revés más en su cadena de
errores.
***
Después
de perder el gobierno -por así denominar esa administración-, el calderonismo
modificó su ambición y divisa: intentó ganar el partido.
Gustavo Madero |
***
Por
todo eso, asombra la reacción del calderonismo ante el cese de Cordero. Quienes
hicieron todo lo necesario para entregar el gobierno al priismo, ahora
denuncian que Madero quiere convertir a Acción Nacional en satélite del partido
en el poder. Por favor. Cosa de verse en el espejo y en vez de preguntar,
responder qué fue lo que hicieron.
Ernesto Cordero |
Suficiente
daño provocó el calderonismo al país para venir, ahora, a cobrar pequeñas
venganzas que restan cohesión y unidad a un partido opositor ya de por sí
maltrecho, pero fundamental en la recomposición del país. La mezquindad del
calderonismo con su propio partido y con el país no debe encontrar espacio.
Perdieron el gobierno sin ganar el partido, ahora intentan descarrilar la
política que, en su fragilidad, no acaba de enrielarse. Es increíble.
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