En
la presente entrega de No hagas cosas buenas… El
columnista Enrique Irazoqui analiza las razones por las que no se debería de votar por Miguel Ángel
Riquelme Solís quien ya quedó registrado como
candidato del PRI a
la Presidencia Municipal de Torreón y
quién constituye un binomio con el alcalde en funciones Eduardo Olmos
Castro que ha resultado negativo para la
ciudad y sus habitantes, el texto publicado en El Siglo de Torreón el viernes 24 de mayo lo
puede consultar en el enlace que aparece a continuación:
Oficialmente
Miguel Riquelme está ya registrado como candidato a la alcaldía de Torreón. En
medio de un tumulto generado por las decenas de lideresas que acompañaron al
designado por Rubén Moreira, Riquelme se apersonó en el Instituto Electoral y
de Participación Ciudadana de Coahuila (IEPEC) para cumplir a cabalidad con los
requisitos que le exige la ley electoral para ser proclamado oficialmente
candidato. Al mismo evento lo acompañaron también los dirigentes de los
partidos políticos que lo postulan, el PRI y todos los demás satélites que
sirven al partido tricolor para aprovechar al máximo los espacios que le
concede la normatividad respectiva.
Con
este proceso, se abre el último compás de espera para que den inicio ya las
campañas electorales, que iniciarán el miércoles 4 de junio, para concluir 30
días después, el 4 de julio, y entonces tres días para el silencio electoral y
llegar finalmente a la fecha de la elección: domingo 7 de julio.
Hoy
en realidad parece que los nomios auguran que el PRI repetirá en la alcaldía,
no obstante la controvertida administración que está afortunadamente por
terminar, y que se ha encargado de hacerle recordar al torreonense medianamente
informado y educado, realmente cómo en las décadas pasadas las alcaldías de
ciudades medias eran verdaderas minas de oro para una horda de ambiciosos y
ladrones.
Bajo
la presidencia de Eduardo Olmos, nuevamente nos han refrescado las mañas más
burdas y primitivas para que los funcionarios municipales se hicieran de
fortuna. El diezmo, que en el argot de la obra pública es regresar a los
empleados gubernamentales el diez por ciento de mordida del monto total de obra
en cuestión, realmente hoy se queda chico. Hoy las comisiones que se piden,
particularmente en el Simas, son mucho más allá del acostumbrado diez.
La
manera de cómo se adquirieron los terrenos para la construcción de la Gran
Plaza y Nueva Presidencia Municipal, que ha superado ya los 700 millones de
pesos es ya un monumento a la desfachatez y el cinismo. Aunque hay que aclarar
que el capricho de hacer esa obra no fue del presidente Olmos, sino del
exgobernador Humberto Moreira, que en pleno pináculo de megalomanía, decidió
que a Torreón lo que le hacía falta era ese enorme edificio y la colosal
plancha de concreto al frente del mismo. Además de un estacionamiento
subterráneo que nadie usa, porque no era en ese lugar donde se requería.
Ejemplos
abundan, podría agregarse que esta administración municipal que termina el 31
de diciembre su cuatrienio, no fue capaz de atraer alguna inversión relevante a
la Comarca, aunque nuevamente esa no es propiamente una responsabilidad directa
de ayuntamiento, eso corresponde fundamentalmente al Gobierno del Estado de
Coahuila, pero de sobra es sabido de los Moreira (Humberto como Rubén)
desprecian a Torreón, ya que aquí a veces batallan para arrasar en las
elecciones correspondientes; basta recordar que en 2005 Humberto Moreira perdió
en Torreón ante Jorge Zermeño, así como la presidencia municipal de esa
contienda.
En
2006, además de la presidencia de la república, perdieron el Senado y las
diputaciones federales que tienen territorio en Torreón. De ese entonces se
vino una avalancha de triunfos holgados priistas, pero nuevamente el año pasado
volvieron a perder la elección de senadores y el sexto distrito, con sede en el
área urbana de Torreón.
Desde
entonces en los hechos los Moreira sólo dan migajas a La Laguna de Coahuila, el
problema es que existen políticos priistas dispuestos a ser instrumento de ese
atropello mayúsculo contra su ciudad, y entre esos elegidos está primero
Eduardo Olmos y después... Miguel Riquelme.
Ese
tal vez sea el peor de los riesgos de un eventual triunfo del candidato del
PRI, más allá de consignar que ineludiblemente, ha visto crecer como la espuma
su carrera política al igual que el alcalde actual bajo el cobijo de los
hermanos Moreira, es cierto que no son en esencia dos personas de origen
similar.
El
alcalde Olmos hace más de 20 años decidió convertirse en político e hizo el
esfuerzo para llegar hasta donde está, pero para su fortuna nunca ha sentido la
necesidad de trabajar para tener sustento.
Miguel
Riquelme en eso es otra historia. Él sí ha tenido que luchar para conseguir lo
que tiene. Goza también de un carisma que ha desarrollado con tesón después de
tanto año de estar en el escenario político, pero hoy aparece como una
continuación de la administración de Olmos, lo cual sería ya tragedia para la
ciudad, que sólo falta vivir un ciclón como el de Oklahoma y que millares de
perros orinen sobre ella para culminar su tragedia.
Esperaremos
entonces ver qué sucede con este binomio de Olmos y Riquelme.
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